Cada vez que AlfonsoyAmigos convoca ruta mtb con
destino a el Pico de Abantos es como si fuera la primera vez
Recorrido que ya hemos
realizado en más de una ocasión por los montes que vigilan el Monasterio de El
Escorial, pero no sé si saben mis compañeros que estas laderas son consideradas
mágicas por algunos y malditas por otros.
El pueblo pre-romano de
los Vetones ya se emplazó en estos montes para comunicarse con los dioses y se
cuenta que Felipe II, en el siglo XVI, eligió el lugar para sellar con el
Monasterio una supuesta puerta al infierno.
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Extraño selfie |
Sin pensar en historias y
leyendas, convocamos ruta y acudimos con ganas:
Andrés, Ángel, Carlos, Chicho,
Chupo, Daniel, Daniel JR., Ernesto, Eva, Ferluy, Germán, Juan Carlos, Juan
Patricio, Luis Ángel, Luis Ángel JR., Miguel Ángel, Patrick, Pawel, Raúl, Samuel,
Santi, Toño y Alfonso.
…y tenía razón Juan,
éramos 23 de partida.
Mientras algún descuidado
soluciona una rueda que ya viene pinchada de casa, (no miro a nadie), el grupo inicia la marcha atacando a ritmo suave las
zetas de asfalto. Pronto empezamos a entrar en calor en un día claro que
amenaza con ser caluroso.
Veintitrés ciclistas
repartidos por las zetas hasta que nos agrupamos una vez alcanzado el cobijo de
los pinos. Y habrá una nueva parada poco más adelante en mirador que siempre
invita a hacer alguna foto.
Permitidme que os cuente
que, a partir del mirador, el margen izquierdo de la carretera se encuentra
vallado con alambrada y protegida de curiosos una cruz de piedra que allí se encuentra. De referencia para hallar este punto nos sirve la “r” que parece haber sido omitida a
propósito de los mapas para marcar el lugar.
Esa cruz nos recuerda al niño Pedrín, que contaba tan solo 8
años de edad cuando en 1893 apareció brutalmente asesinado en ese mismo lugar después
de llevar una semana desaparecido. Hablábamos de historias y leyendas. En otra
ocasión daremos más detalles.
La marcha continúa con viveza,
disfrutando todos del entorno y del pedaleo por la carretera forestal conocida
como la Horizontal Alta, donde
encontramos a nuestra derecha la Fuente
de la Concha.
El Arboreto de Ceballos a nuestra izquierda y pronto giramos sin
tomarnos un respiro para afrontar los 2 kms más duros del recorrido y alcanzar
el Puerto de Malagón (1536 m), donde
descansamos, nos felicitamos y saludamos a otros grupos ciclistas.
Queda mucho recorrido aún,
pero ya hay compañeros que han subido y vuelto a descender. Germán, magnífico
compañero pero acaso un ser infiltrado de otra galaxia, ha bajado y vuelto a subir
por zona de piedras y se entretiene en hacer lo propio con cuantos repechos le
cogen a mano mientras el resto nos reagrupamos.
Vistas hacia el pequeño
Embalse del Tobar y las laderas pintadas de color amarillo por los piornos en
flor, una preciosidad.
Hoy no cogeremos el desvío
habitual, pero somos muchos y mi aviso no llega con claridad a todos. Justo
donde la provincia de Castilla-León nos da la bienvenida habrá que esperar a los
que tomaron camino equivocado. Apenas hay cobertura y un par de compañeros
regresarán a la busca y captura de las almas extraviadas.
Junto a la cotera, marcada
con piedra y alambrada, se ve claro el sendero a seguir, el que hoy custodia
hermoso semental de toro que apenas nos echa alguna mirada de aburrimiento.
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Foto: Miguel Ángel |
Unos marchan para evitar
quedarse fríos, otros aguardan a los rezagados y todos ascendemos por bonitos
senderos hacia el Portillo de Pozos de
Nieve que ya visitamos en anterior ocasión y es cruce con el GR-10.
Quienes no los conocían se
acercan a pie a los pozos, otros inician duro ascenso y los menos custodiamos
las bicicletas que allí quedaron en espera. Enrique ha avisado de que saldrá a
nuestro encuentro y hace rato que Lourdes hizo lo propio. Germán sube y baja
laderas sin parar.
Repecho empinado con mucha
piedra suelta pero que solventamos todos sin problema y ya tenemos a la vista
la famosa silueta de la esbelta y sencilla Cruz Blanca que comparte
protagonismo con el vértice geodésico instalado en julio de 1974 y que nos
indica que hemos llegado al Pico de
Abantos (1753 m), cuyo nombre recuerda a los buitres y alimoches que en el
pasado anidaban en sus paredes.
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Foto: Miguel Ángel |
No hace demasiado viento,
el día está claro pero no aprieta el calor, las vistas invitan a hacer fotografías
aquí y allá. No queremos perdernos ningún rincón a recordar.
Descendemos por sendero
trialerillo y pedregoso hasta cruce con pista que nos llevaría en otra ocasión hasta el refugio
y Emisora Forestal. Intentamos comunicar con Lourdes, pero no hay forma. Ella
nos habla de que ha alcanzado cruz blanca…
Pero se trata de otra cruz
blanca, la que queda ladera abajo y es conocida como la Cruz de Rubens que recuerda el paso del pintor flamenco por la Sierra del Guadarrama en 1629, cuando
ejerció como diplomático ante el rey español Felipe IV, mediando para un
tratado de paz con Inglaterra.
La siguiente parada para
coger agua es la Fuente del Cervunal
y nos aprestamos a seguir en descenso el mismo GR-10 con unos tramos muy
complicados por los que ascienden numerosos excursionistas. Precaución y
respeto. Amabilidad y tolerancia. Todos somos deportistas y nos debemos alegrar
por ello.
Ferluy y algún compañero más
habrán sido capaces de disfrutar en camino tan complicado, pero otros hemos
puesto pie en tierra más de una vez para evitar acabar rodando por los suelos. Había
que conocerlo y así nos lo sugirió Patrick.
Hemos perdido mucha altura
y desembocamos no sin riesgo en la pista original, la Horizontal Alta, poco
antes de la Fuente de la Concha. Reagrupados, sin incidentes, dispuestos a
seguir con la ruta.
Marchamos más en grupo que
nunca y una vez superada la fuente encontramos en el arcén a un ciclista que se
esmera con una avería. Décimas de segundo, tal vez por alguna maniobra de
esquivo mal calculada, pero mi rueda delantera hace el afilador con la trasera
de Juan y provoca mi caída, que es observada por la mayoría del grupo.
Control dentro de lo
posible en una caída no esperada y mi cuerpo de 88 kilos golpea fuerte y
resbala en el asfalto ganándose rasguños y quemaduras. El dolor es intenso y
prefiero no moverme durante unos segundos. Cara de susto, temor y preocupación
en la cara de mis compañeros, de mis amigos y hago por sobreponerme.
Un motorista que circula
por allí en ese instante se ofrece a trasladarme, pero afortunadamente estoy
dolorido pero bien y además hay agua de sobra para lavar mis heridas. Nuestro
galeno Santi ya ha comprobado que puedo mover el brazo izquierdo sin dificultad…
El susto se nos pasa a todos en cuanto retomamos la marcha pero ya no
dejará ninguno de interesarse por mí el resto de la ruta. Casi en este punto se
nos une Enrique.
El grupo parece haber
entrado en un bucle, comentan algunos, pues volvemos a recorrer unos 2 kms del
trazado de esta misma ruta, pero son necesarios para acercarnos a la Zona
Recreativa de los Llanitos y coger poco más adelante el descenso esperado por
las zetas de tierra.
Más juntos que nunca,
lanzando gritos de ánimo unos a otros, negociando cada curva con habilidad, haciendo
trazados casi perfectos, avisándonos de las zonas conflictivas o peligrosas, esquivando
matorrales crecidos en demasía, raíces, piedras, pero disfrutando cada metro
recorrido.
Y felices y alborotados en
cuanto el último en descender se une al resto sin incidentes. ¡Bravo!
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Fuente del Cervunal |
El resto es llevadero,
conocido, con algún tobogán que castiga las fuerzas que nos quedan, pero ya
estamos de regreso por encima del Embalse
del Romeral y alcanzando la pista que nos devolverá rápido a nuestro
punto de inicio, que no final, pues aún nos quedan muchas pedaladas que dar,
muchas historias que contar.
Risas, abrazos, el
encuentro con Lourdes (con la que no
conseguimos enlazar en ruta) y esas cervezas compartidas, esos cruces de
anécdotas que tanto nos emocionan.