Hoy no van a venir muchos
compañeros a montar con nosotros. ¡¡Seguro!!
El sábado ya habíamos estado
por la Casa de Campo de Madrid 3 compañeros, 3 amigos, Juan Pérez, Luis Ángel y
yo mismo, que lo hacíamos con varias intenciones:
Aprovechar el buen día que
se nos presentaba, recogernos pronto por varios compromisos y diseñar la ruta
prevista para el domingo.
La ruta se realiza por los
tres asistentes con una intensidad no habitual. Queríamos disfrutar de la
escapada, pero también comprobar distancia, tiempo, dureza del trayecto y
posibles tramos conflictivos. Queda lista para el domingo, aparentemente todo
controlado.
Con Alfonsoyamigos es
preferible no echar cálculos a priori.
Hemos quedado para comenzar
ruta a las 9,30 y aunque estoy ya aparcado con mi coche frente al Lago de la
Casa de Campo a las 9,00, no pasan ni cinco minutos cuando veo llegar coches
que me resultan conocidos.
Uno, dos, tres coches y
otros que van apareciendo, desde San Rafael, El Espinar, también varios puntos de Madrid. Primeros abrazos del año 2015 entre algunos y quejas
del frío que hace por los madriles. Parece ser que cuando estamos aquí rozando
los cero grados, en el Alto del León han dejado 9 grados. Los expertos hablan
de inversión térmica y el resto de un frío que pela.
Precisamente los que viven
más cerca de la Casa de Campo y llegan ya montados en sus bicicletas serán los
que lleguen más justos. Exceso de confianza y Luis Ángel que reconoce haber tenido
una caída antes de llegar a nuestro encuentro.
Y hacemos recuento, pues
teníamos varias bajas anunciadas:
Andrés, Ángel, Armando, Daniel,
Dani, Enrique, Ernesto, Ferluy, Fernando, Javi “Galo”, Juan Pérez, Juan Carlos “Platón”,
Juanfer, Luis Ángel, Luis Ángel Jr., Luis Arce, Miguel Ángel, Paco, Santi, Toño
y Alfonso.
He contado 21, justos los
que nos pondremos en marcha.
Por extraña circunstancia
que se ha repetido en varias ocasiones y que realmente no he logrado descifrar,
costará mucho poner a todo el grupo en marcha cada vez que partamos tras una parada.
En el inicio de ruta no sería diferente.
Los primeros inician el
pedaleo y cuando miro atrás compruebo que hay varios compañeros que aún están
charlando tranquilamente.
Posiblemente sea el
resultado de los excesos de los días pasados, que realmente se necesita una desintoxicación
profunda o que aún hay que cogerle el ritmo al nuevo año que todavía está en
pañales. ¡¡Vaya usted a saber!!
Es como si las pistas anchas
de la Casa de Campo hubieran sido borradas del mapa. Todo el trazado está
previsto para realizarse en un 90% por senderos de a uno, con infinidad de
variantes y posibles desvíos a izquierda y derecha cada pocos metros.
Avisé desde el primer
momento a todos de que hoy debíamos estar más atentos que nunca, pero si no lo
habéis vivido, os costará a los que leéis estas letras imaginar cuan larga
puede ser una columna de 21 ciclistas moviéndose a buen ritmo e intentando no
perder la estela del que va delante.
Basta que uno cualquiera se
detenga brevemente por uno de los mil motivos posibles y retenga a los que van
tras él, para que los que van delante hayan cogido cualquier desvío perdiéndose
de vista entre pinos, matorrales o encinas.
Y lamentablemente así ha
ocurrido en varias ocasiones. El hilo umbilical que unía al grupo se ha partido
en varias ocasiones y los walki no ayudaban mucho si no había una parada.
El recorrido obligaba a
realizar muchas eses, a circular por senderillos de apenas 40 ó 50 cms en tramos,
con repechos cortos exigentes, con momentos en los que tenías que agachar la
cabeza para evitar ramas, todo tipo de trampas y todo ello no aconsejaba soltarse
de manos para usar el walki.
Cuando te llegaba el aviso
de cola... ya se había producido el extravío.
A pesar de todo, hemos ido
solventando cada incidencia de la mejor manera posible. Eso sí, lo dicho,
costaba una barbaridad conseguir poner nuevamente a todo el grupo en marcha.
Algo de ropa de abrigo ha
vuelto a las mochilas. El sol nos ha acompañado durante toda la ruta y se
agradece en una mañana especialmente fresca.
Los senderos divertidos en
ascenso, pero mucho más los de descenso habilidoso que invitan a algunos a
pedalear haciendo aflorar la adrenalina y el grupo se estira, se estira y
vuelve a romper su hilo de unión.
Habrá momentos en que hasta
los que van en cabeza estarán al borde del extravío, pues avanzan con alegría
sin conocer el recorrido. Insisto, cualquier pequeño sendero que se muestra a
nuestro paso puede ser el siguiente desvío.
Intento mantenerme en cabeza
y será Juan Pérez el que, conociendo la mayor parte del recorrido, intentará
quedarse en cola acompañando a su tocayo Juan “Platón” en el cierre de grupo.
A ascensos prolongados les
seguirán descensos de igual calibre, donde la dificultad dependerá de la
intensidad y el ritmo que se le ponga a cada
pedalada, pues se trata de desniveles fáciles de superar.
Paradas para reagrupar, para
localizar algunos extraviados, para solventar alguna avería, tal vez para
cambiar el agua a los canarios. Más paradas de las deseadas, pero disfrutando
cada tramo... eso sí, cada uno a su manera.
Ernesto, Juanfer, Luis y
Miguel Ángel nos abandonarán antes de llegar a meta y se librarán de la guinda
que Juan Pérez no quiere perder la ocasión de mostrar a todos.
Se trata de duro repecho por
sendero para alcanzar el alto del teleférico y aunque se supera, no sin esfuerzo, tomamos cuenta del nivel que tenemos.
Y ahora ya el último descenso.
No puede haber pérdida hasta regresar a El Lago, donde todo tipo de vehículos
saturan el aparcamiento.
Agradecer la compañía de los
menos habituales que hoy se nos han unido: Armando y Dani (que han aguantado
como jabatos y habrán dejado contento a Forli), Ernesto y Juanfer.
Ruta diferente de las
habituales realizada en entorno de lujo. A pesar de que hemos visto mucha
gente haciendo deporte, no han interferido para nada en nuestra marcha.
No es muy pronto, no es muy
tarde, a algunos nos viene de perlas retirarnos pronto y otros se tomarán unos refrescos en terraza al
sol y con más tranquilidad. Antes, en el propio aparcamiento, algunas botellas de cava correrán de mano en mano.
¿Y el domingo que viene...
qué?