Esta ha sido la frase que más se ha oído a lo largo de la ruta de hoy: A la abuela se le ha ido la olla.
Un grupo de siete... no, ocho (vuelvo a no salir en las fotos) amantes nietos de la abuela se han atrevido a "soltar piernas" hoy. Puede que alguno nos resintamos mañana.
Andrés, Carlos (que parece cogerle gusto a estas rutas y nos alegramos), Fernando, Galo (recuperándose de su gripe) Javier, José "Kona", Juan (que sigue tan contento con su flamante "burra") y este narrador.
Hoy no se ha madrugado y la subida de temperaturas se ha hecho notar desde la primera pedalada a estas horas. Para mañana, inicio de ruta a las 8,30 y veremos si no habría que haber quedado antes. Todo por Lourdes, con la que esperamos contar mañana.
Salvo que cojas la pista forestal desde San Rafael a El Espinar, o viceversa, pocas opciones quedan para intentar localizar rutas con poco desnivel y la "Abuela" lo sabe. Además, de todos es sabido que siempre intenta sorprendernos con alguna variante.
Y hoy no ha sido menos, el Apeadero de San Rafael ha sido testigo de como cogíamos algo de altura desde los primeros minutos.
"Pues si que empezamos bien", se oye murmurar entre dientes.
Los toboganes rompepiernas se suceden. La pista se encuentra en mejores condiciones que en otras ocasiones, con hierba crecida que ha asentado el polvo habitual. Pero olvidémonos de llevar una pedalada fluida, pues hay que reducir marcha y hacer esfuerzo con mucha frecuencia.
Alcanzaremos el aparcamiento de La Panera y alguno se alegrará por un instante al ver la pista, pero esta alegría le va a durar poco, pues las variantes se suceden.
¿Dónde está el sendero? Parece no existir, pero la Abuela conoce la zona mejor que los indígenas y no duda.
Arroyos no faltarán y mojarse o no los pies dependerá de la habilidad de cada uno.
Y nuevamente... "A la abuela se le ha ido la olla". Señal inequívoca de que otro rampón se presenta ante el grupo, sin opciones de escapar si no quieres llevarte una colleja.
Es verdad, no se ha aumentado el ritmo. Carlos, que ha adquirido el plato pequeño que le sobraba a Juan, asciende sin problemas por el camino sinuoso y en dura pendiente que tenemos por delante.
Y es que cada vez que cogemos pista o pasamos por un sitio reconocible, inmediatamente la abuela coge variante a derechas o a izquierdas, que te hace perder la orientación.
Atravesaremos zona amplia que ha sido alambrada y cercada, probablemente para repoblar, pero que ha echado por tierra (nunca mejor dicho), senderos por todos conocidos.
Fernando, disfrutando de la ruta, silba o tararea cuando el desnivel negativo le permite rodar sin dar pedales. Por su mente fluye la eterna pregunta: ¿Ir o no ir... mañana? Esa es la cuestión. Y los demás no nos atrevemos a decantarnos por la respuesta final, aunque las casas de apuestas dan 4 a 1 a que no acudirá.
El ritmo no es el habitual, lo sabemos, pero no os quepa duda de que la ruta de hoy ha sido un auténtico rompepiernas, a la que no le han faltado duros desniveles, vadeo de arroyos, barro, ramas sueltas... y muchas risas.
El final en Cafetería Jara el mejor colofón.
Y mañana más
