Ya no me queda duda de que Ferluy
disfruta chapoteando con el barro, de otra forma no se explica.
La semana pasada le vimos
participar en ruta por las Ermitas, en la que los compañeros que acudieron
pudieron hacer acopio de barro para toda la semana, pero no, él no tenía
bastante, quería más...
Es cierto que ayer lancé la
convocatoria algo tarde, pero que sepáis todos los que leéis este blog, que la
propuesta se publicitó además en Facebook, Twiter e incluso se mandó WatsApp.
No es problema de la convocatoria
y sí lo lógico en estas fechas en que, mientras muchos lugareños, nativos,
paisanos, de
San Rafael y
El Espinar aprovechan para cambiar de aires, algunos
madrileños, entre los que me encuentro, optamos por escapar de la metrópoli,
cruzando itinerarios.
En el punto de encuentro y a la
hora prevista nos presentamos Andrés, Ferluy, Fernando, Jorge, José, Sergio y
este madrileño.
La lluvia nos respeta, ha caído
algo durante la noche, pero cuando aparecemos ya se ha retirado y no se dejará
ver en toda la mañana.
Echando de menos a más de un
compañero iniciaremos recorrido, superando el primer repecho para coger sendero
sobre el Campo de Fútbol de San Rafael.
Pista forestal y bordeamos la
Cerca de las Monjas para dirigirnos hacia
Peña El Águila.
Cuando propongo la ruta de hoy,
cuento con que vamos a tener que atravesar varios arroyos, pero nadie imaginaba
que estarían tan crecidos.
El primero que se nos presenta es
Arroyo Mayor, pero tenemos la suerte de poder cruzarlo por pequeña ensenada
donde la fuerza de la corriente se relaja.
Alguno ya toma precauciones para
vadear el arroyo, no quiere llevar los pies mojados toda la mañana.
En la Cañada Leonesa se rueda
bien, oímos constantemente el fluir del agua por los márgenes y encontraremos
algunos tramos amplios con nieve.
Collado Hornillo, agrupamiento y
“media barrita”.
Seis tomaremos la pista mientras
Ferluy, que está muy en forma y disfruta a tope de su nueva
Cannondale,
prefiere lanzarse sin reparos por zona trialera y habilidosa por la que acorta
recorrido.
Tomo curva cerrada liderando al
grupo y alcanzo a ver a Ferluy que tras realizar descenso muy rápido, se encuentra
con escalón acabado en zona muy embarrada.
Le veo hocicar y salir de orejas,
realizar vuelo acrobático: doble mortal con medio tirabuzón (un
6, ha separado al final las piernas) y
caer cuan largo es sobre el barro, dejando la cara y las gafas escondidas en el sucio
elemento.
Temo que se haya hecho daño, pero
se levanta rápidamente y comprueba si le ha visto alguien. Sí amigo, te hemos
visto.
Lástima que no me dio tiempo a
captar el vuelo del albatros, pero las fotos dan fe.
Intentará limpiarse en la medida
de lo posible, pero el barro ya le acompañará a casa.
Será habitual rodar sobre agua,
que discurre con facilidad por los cauces habituales y por los improvisados en
estas últimas fechas que, curiosamente, coinciden con nuestras trazadas.
El recorrido es nuevo para
Sergio, pero se le ve disfrutar a tope. Está fuerte.
Un segundo cruce de arroyo, dos, tres
cuando bordeamos el Camping de Peguerinos y cogemos variante muy trialera con
algunos fuertes repechos.
Un arroyo más con bastante
caudal. Andrés y José prefieren buscar un paso más accesible.
Se requiere fuerza y habilidad
por toda esta zona, pero avanzamos bien y el entorno no tiene precio.
Bastante agua acumulada sobre
zona de hierba y cruce del último arroyo, unos con habilidad, otros por las
bravas, pero todos adelante.
No recuerdo haber visto nunca
tanta agua por esta zona, los demás comentan lo mismo.
Último esfuerzo hacia el Collado
de Gargantilla y emprendemos el descenso más peligroso.
El agua desciende salvaje y ha
provocado surcos muy profundos, peligrosos y difíciles de salvar en ocasiones.
Conocemos cuales son las mejores
trazadas para el descenso, pero el agua ha cambiado todo de lugar y las raíces
del suelo son el mayor peligro.
La
Cannondale de Ferluy de 29” y mi nueva
Scott de 27,5” van de lujo,
se lo comen todo y sientes la seguridad que te dan, pero malo sería confiarse demasiado.
Jorge tira de su habitual
habilidad, a pesar de montar una rígida. (He dicho rígida, no frígida).
No vuelvo la cabeza, pero el
resto nos sigue de cerca y todos acabaremos en nuestro amigo, el
Camino del
Ingeniero.
Mientras Jorge soluciona un
problema de frenos, Ferluy y José siguen adelante, pues el tiempo se le ha
echado encima a este último.
Cervecitas en Las Farolas y a
comentar sobre nuevas salidas. Tenemos una Gran Ruta pendiente por El Muyo. Ya
hablaremos.
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La lluvia nos ha respetado, pero nos hemos empeñado en mojarnos los pies.
Llueve de nuevo mientras realizo la crónica.
Una vez más acabo desconcertado.
