El dolor pasa, el sudor se seca, el cansancio termina, pero hay algo que nunca desaparecerá: La satisfacción de haber logrado lo que te proponías
Hay
un lugar natural y espectacular en la Sierra Norte de Madrid, el impresionante puerto
de Canencia (1524 m), un enclave natural perteneciente al término municipal de Bustarviejo y hasta allí nos hemos desplazado este sábado: Andrés,
Enrique, Fer, Luis Ángel, Miguel Ángel, Nacho, Pedro y Alfonso.
En
más de 15 años de historia, AlfonsoyAmigos ha realizado infinidad de rutas,
tanto próximas como lejanas de su lugar de residencia habitual. Entre
todas estas rutas, si tuviera que elegir, ésta en particular se clasificaría
sin duda dentro de mi Top 10 personal.
Iniciamos
nuestra ruta desde el propio aparcamiento del puerto, dirigiendo las primeras
pedaladas animosas por pista ancha, dejando atrás la monumental fuente de la
Raja.
Nota.- Se
diría que el track de mi GPS se ha vuelto loco al inicio, pero solo refleja mi
regreso al aparcamiento en busca de la botija olvidada.
Poco
antes de llegar a la fuente del Hornillo, rodeamos antiguo albergue, (uno
más en desuso) y centro de educación ambiental, para encontrar la Senda
Ecológica. Cambiamos
la pista por esta senda del arroyo del Sestil del Maillo, que a tramos
se complica por las piedras y raíces. Afortunadamente,
aún no encontramos andarines por esta zona.
La Chorrera
de Mojonavalle frente a nosotros. Una
de las más sorprendentes de la zona y que bien merece que la dediquemos, un día
más, unos minutos para inmortalizar nuestra visita, mientras nuestras
bicicletas se preparan para lo que se las viene encima.
El
sendero nos lleva en descenso, con algunos pasos donde hay que mostrar más
atención, pero perfectamente salvables. Nos
detendremos para hacer pausa y reagrupar al margen de la carretera de Canencia.
Toda
esta zona no es parque nacional, pero se diría que es la puerta de entrada al Parque
Nacional de la Sierra de Guadarrama, al que tanto apego tenemos.
Junto
al Puente de la Pasada abandonamos la carretera para volver a pista
forestal que nos deja ver y oír el arroyo del Sestil que, a modo de
banda sonora, nos acompañará un buen trecho en nuestro ascenso continuo hasta
el Collado del Hontanar (1730m).
El jueves pasado, Juan y yo hicimos también ruta por toda esta zona y nos quedamos a escaso un kilómetro y medio de este Collado. La nieve que había caído entonces y la amenaza inminente de lluvia nos aconsejó no seguir adelante, pero nos izamos hasta el Pico Perdiguera a 1861 metros de altura. El paisaje se antojó muy diferente.
Es
momento de elegir: Nuestro track nos marcaba y
así lo hicimos, entrada de frente por sendero divertido pero que al final nos
obligaba a paso muy complicado bajo alambrera. Para
otra ocasión, tal vez sea preferible ascender hasta Peñas Viborizas
(1780 m).
Estamos
en los Altos del Hontanar, recorriendo toda la cresta que separa el
valle del Lozoya del valle de Canencia, en un continuo sube y baja de durísimos
desniveles, para tomar Peña Mingomolinera (1744 m) y después El
Espartal (1733 m), pero todavía no acabamos.
El Cerro
del Águila nos abre paso a sendero, pedregoso y difícil a ratos, entre
campo de piornos que parecen empeñarse en engancharte para arrojarte al suelo. Nos
tomamos un respiro en El Portachuelo (1550 m) junto a puerta que nos
invita a visitar Pinilla del Valle.
OJO,
mejor rechazar la invitación, no atravesar la puerta y seguir adelante. Nosotros
cedimos y tuvimos que atravesar zona de manantiales para después regresar a la
senda principal.
Desde
aquí, vistas panorámicas de los Montes Carpetanos, el embalse de Pinilla y gran
parte del valle alto del Lozoya. Precioso
el lugar, impresionantes las vistas.
Estamos
en la torre de vigilancia, donde en otras ocasiones hemos soportado calor o
fuertes y fríos vientos, pero hoy el día es sensacional. Desde
aquí, un paisaje deslumbrante que te deja extasiado, sin palabras para
describirlo y con la certeza de que las fotografías no harán justicia. La
satisfacción es tan grande que casi podríamos quedar satisfechos con dar aquí
la ruta por concluida, pero… NOS QUEDA EL REGRESO.
Rápidos,
muy rápidos en la bajada. Quizá sorprendidos de apenas
cruzarnos con pareja de andarines en lugar tan privilegiado. No es
momento de detenerse a hacer fotografías y si de disfrutar del entorno dejando
que la bicicleta tome protagonismo.
Pinares,
robledales, fincas ganaderas y prados de alta hierba nos ven pasar antes de que
lleguemos al arroyo de Canencia y a la carretera que apenas tocaremos antes de
desviarnos por pista forestal. La pista forestal con
mayúsculas.
Casi 7 kms de ascenso, con meta en el Collado del Toril (1722 m), que a ninguno va a dejar indiferente. Los esfuerzos realizados para superar los primeros cerros de la ruta parecen querer cobrarse ahora peaje. Las charlas animadas quedan silenciadas por el esfuerzo.
Superar
el arroyo de las Chorreras y ver a nuestra izquierda antigua plaza tentadero
nos alivia. Pero hay compañeros que avisan de que han
dudado en un desvío. Breve parada, reagrupados y algún incrédulo al que le
cuesta imaginar que ya solo nos queda descenso.
A por
los últimos cinco kilómetros de ruta, con ciertas ansias por llegar, pero con
mucha precaución porque ahora si encontramos mucho senderista. Con una mezcla
de satisfacción, orgullo y cansancio difícil de definir tras 1246 metros de
desnivel acumulado.
El puerto de Canencia y los Altos del Hontanar permanecerán en el mismo lugar y serán testigos de nuestro inevitable retorno. Seguro.