A estas alturas, hay quienes se lamentan de que no nos encuentran en las redes sociales… ¿seguro?
No tenéis nada más que pinchar en los logos. Creo que ya tenéis para entreteneros un buen rato... Pronto en Tik Tok y Reels de Instagram.
No tenéis nada más que pinchar en los logos. Creo que ya tenéis para entreteneros un buen rato... Pronto en Tik Tok y Reels de Instagram.
Está comprobado que te haces
un rutonazo un domingo y la adrenalina se mantiene alegre como en fiesta de
barrio hasta el fin de semana siguiente
Cuento
en la crónica que la ruta fue muy exigente, que faltó agua, que hizo calor al
final, que acabamos tarde… eso sí, que nos reímos mucho y los que no fueron se
suben de envidia por las paredes. La
mente humana es ciertamente extraña.
Y llega
el nuevo fin de semana y avisas: “Ojo, que
la ruta será larga y más dura que las pilas de Duracell”, pero nadie quiere
darse por aludido. “Oye,
que vamos a quedar un poquito antes para ganar tiempo”… Pues
como si nada, no hay quejas.
Tras
una noche revuelta como la de niño que espera que al día siguiente le lleven al
parque de atracciones, me dejo caer de la cama y ya casi aparezco vestido y con
la bicicleta entre las piernas en el Paseo Rivera. Es pronto, muy pronto, pero ya encuentro dos
amigos en animada charla.
Tras
haber lanzado tantas advertencias, pienso en la posibilidad de que a la cita
sólo acudan aquellos que habitualmente envían un “voy a ciegas”, dispuestos a
ir al fin del mundo si se propone, pero me sorprendo gratamente porque a la
cita acudimos:
Ángel,
Antonio, Enrique, Fer, Fernando, Forlán, Galo, Jesús, Juan Carlos, Luis Ángel, Miguel
Ángel, Nacho, Paco, Patrick, Rafa y Alfonso. Santi me llama para indicar que
va cogiendo ruta y que ya le alcanzaremos. Yo he
contado 17 ¿y tú?
Reseñar:
La alegría de ver que regresa
con nosotros Paco, yo diría que después de años, confiando en que no sea un
espejismo puntual. Y el poder por fin conocer y dar un abrazo a
Antonio, del que sólo sabíamos por referencias y por sus magníficas fotos.
Me entran ganas de mirarlos a la cara uno a uno y preguntar: ¿Estáis seguros de lo que hacéis, seguro que queréis venir? Bueno, una vez que están aquí, si hay quejas que reclamen al maestro armero. El nerviosismo del encuentro no se alivia hasta que empezamos a pedalear, así que intento acelerar el inicio de marcha.
Curiosidad: En algún mapa encuentro escrito de manera
errónea: “Paseo de la Ribera” como olvidando que este paseo, el de Paseo de Rivera, debe su nombre desde
1906 a José Rivera y Ortiaga, vecino de Madrid y amante de San Rafael, a quien
el Ayuntamiento quiso reconocer su labor y ayuda generosa en favor del progreso
de la localidad.
Todavía
relajados callejeamos hasta el Paseo Quintana (cordel de los pastores) y nos
adentramos en zona forestal. También
en algún mapa podemos encontrar que estamos en los límites del Parque Natural
Sierra de Guadarrama Norte, que llegaría hasta el arroyo Boquerón en El
Espinar.
Por
senderos agradables avanzamos, culebreando por zona de robledales. Cruzamos la vereda de Santa Quiteria y nos vamos alejando de El Espinar por la vereda de la Talanquera. De camino, la conocida casa del Alberche antes de que cojamos desvío por la izquierda para
atacar el primer repecho del día hacia la vereda de los Serranos, cruzando el
arroyo de la Chorlera y avisando de que aquí hay fuente.
Fuentes
al principio de ruta no van a faltar, pero no será lo mismo ya de regreso. De todas formas, todos avisados, cargamos con
más agua de la habitual e incluso se ve mochila a la espalda de quien siempre
la lleva despejada. Además,
el cielo aparece algo cubierto, viento no falta e incluso se teme por la
posibilidad de que nos llueva por el camino.
El
giro a la izquierda y las piedras que se muestran en el siguiente repecho no
parecen asustar a nadie. Está
bien, que se vayan curando de espanto. Nuevo
aviso: Hay
fuente bajo árbol junto al refugio (siempre
bien mantenido) de la Majada de los
Lobos.
Ya no hay pérdida, estamos en el camino de Peguerinos y hacia esta localidad vamos. Pero antes pasaremos por la dehesa de La Cepeda y el cruce de las Tres Provincias (Ávila, Madrid, Segovia), donde las fotos de recuerdo no van a faltar. Tampoco falta una primera avería. Rafa ha roto un radio y hay que hacer apaño para que pueda seguir rodando.
Todavía
un kilómetro de subida por camino pedregoso y ya descenso rápido y sin extravío,
primero hacia zona de corrales donde podríamos encontrar también agua y después
hacia la localidad de Peguerinos y la carretera del pantano bordeando, en la
Cuenca del Tajo, el embalse de la Aceña
(1991).
Estamos
a 1326 m de altitud y nos tendremos que izar a golpe de pedal hasta los 1765 m
para coronar más allá del pico de Abantos. De
momento, 5 kms de subidón infernal, por lo seco y pedregoso del camino y por la
ausencia de sombras. Bendito
viento refrescante.
A nuestra derecha llegaremos a ver el pequeño embalse del Tobar, conocido de otras rutas, con una opción muy dura de desvío, pero será para otra ocasión. Una puerta con dos pilastras en el final de un muro nos indica que ya hemos pasado lo más duro, de momento, lo que invita a cambiar caras de esfuerzo por las de satisfacción y no faltan las felicitaciones. Respirar hondo, si acaso alguna barrita y seguimos hasta cruce con la carretera de Peguerinos a El Escorial.
Pues
nada, descendemos hacia el puerto de
Malagón saltando a tierras madrileñas, pero nos desviamos antes para coger
desvío por pista hacia el Puerto por el GR-10. De
nuevo ascenso duro y pedregoso que castiga las piernas hasta llegar al alto de
Abantos (1753m). Dos
compañeros no llegan, esta vez sí, se han desviado hacia la Fuente del Ceburnal para coger agua.
Toca
tomarse un respiro mientras disfrutamos una vez más de ese formidable paisaje
que casi nos conocemos de memoria, hacernos fotos junto a la Cruz, en grupo, de
a uno, de cara y de perfil y escuchar cincuenta veces la voz de “pepito grillo”
con un “vámonos ya, que queda mucho”. Un “déjà
vu” imposible de impedir y que siempre en cada ocasión me ataca los nervios…
El
GR-10 nos va marcando el camino que debemos seguir, con sucesión de toboganes
disfrutones en subida y duros en bajada ¿o era al revés?, hasta llegar a los
portillos del Pozo de Nieve (1707m), cerrados al paso, que nos darían acceso al
pozo de nieve que visitamos en 2016.
Toca
remontar de nuevo y adentrarnos en zona más cerrada de árboles siguiendo
estrecho sendero que no debemos perder. Estamos
atravesando el nacimiento de los arroyos Tobar y de los Tejos, que deslizan sus
aguas hacia laderas opuestas. Dejamos
a un lado punto geodésico en el Alto de
San Juan (1734m) y ahora seguimos por senderos sinuosos, complicados, con
algún descenso de mucho desnivel por el que cuesta impedir que las ruedas resbalen.
Así
llegamos hasta el refugio de la Naranjera, o lo que va quedando de él, por sufrir el mismo abandono que
otros similares. Siempre
llama la atención ver cómo invita a sentarse en las soleadas escaleras de su
porche a descansar y dejar que la paz nos invada, aunque pronto veremos llegar
numerosos excursionistas que fluyen desde varios puntos.
El
Grupo está desperdigado, sentado en los escalones o en el suelo. Echo de menos una foto de grupo en este punto,
pero el cansancio va haciendo mella en todos y mejor moverse sólo lo necesario.
Desde Octubre de 2020 que estuvimos por estos lares, la pandemia siguió anotándose víctimas y Filomena, por su parte, hizo verdaderos estragos en la naturaleza. Hoy volvemos a dejarnos caer por la cara norte, a espaldas del refugio, sin tener muy claro lo que nos vamos a encontrar, pero con mucha precaución en un descenso ya de por sí muy complicado.
Descendemos,
montados a tramos y a pie otros, pero veo adelantarme y pasar de largo a Fer,
con una habilidad digna de admiración, como si cada raíz, cada escalón, cada
piedra, las hubiera estado colocando él mismo el día anterior y se las supiera
de memoria. Del resto de compañeros no puedo hablar, apenas me basto con mirar
los dos metros que tengo frente a mí.
Detenemos la marcha al cruce con el Camino de las Navacuelas, pero nos avisan de que Jesús ha roto la cadena en el descenso y el arreglo parece complicarse. El fin de ruta parece estar ya muy cerca, pero se demora. Bien, seguimos adelante y lo que debieran ser 3 kms de suaves toboganes se resisten a unas piernas muy castigadas.
Tomamos
en ascenso el sendero que discurre junto al arroyo del Hornillo, el mismo que
disfrutamos como críos cuando lo recorremos en descenso y todavía se atraviesa
más el último km en ascenso por pista forestal asfaltada hasta el Collado del Hornillo (1637m).
Son
las 15,00 horas. Las 3
de la tarde para mejor entendernos y ya no queda más que dejarnos caer por la Cañada Leonesa. Y así lo hacemos, rápidos pero con precaución.
Oliendo ya el humo de las
chimeneas de cocina de los restaurantes de San Rafael.
Altoooooooooo. Un llantazo en una rueda de Forlán le ha
provocado un par de agujeros en una cubierta. Suerte
que no ha acabado por los suelos. Cuatro,
seis, ocho manos quieren ayudar, interés por ayudarle o por acabar cuanto
antes, pero el arreglo se demora de nuevo. Tic,
tac, tic, tac. Los
compañeros que tenían compromisos de hora irrenunciables se despiden y se
alejan tras abrazos de despedida.
Son
las 16,00 horas. Sí,
las 4 de la tarde, cuando por fin llegamos el resto al Paseo Rivera de San
Rafael. ¿Son caras de cansancio o de satisfacción?, no queda claro. Las
despedidas son breves, rápidas y cada cual se esmera en partir o en recoger los
bártulos.
Las 2
últimas rutas catalogadas como DIFÍCILES
y no es habitual. Total, 54 kms y 1400 m de desnivel acumulado. La
semana próxima habrá más. ¡Hasta
entonces!