domingo, 3 de junio de 2018

Los Siete Magníficos

Ruta por la Cuerda de los Altos del Hontanar

Quien lea el título, que no espere el relato de una ruta por polvorientos caminos como los del desierto mejicano ni leer las aventuras de un grupo de pistoleros dando tiros a diestro y siniestro


Crónica: Chicho
Fotos: Los 7 magníficos

AlfonsoyAmigos - Altos Hontanar

Pero, ¿cómo llamar a los aventureros de AlfonsoyAmigos que han disfrutado de una MAGNÍFICA RUTA en una magnífica mañana de primavera? Muy fácil, LOS SIETE MAGNÍFICOS.

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Tras una noche en la que ninguno se atrevió a consultar el móvil por si empeoraban las previsiones meteorológicas que auguraban tormentas a partir de media mañana, han acudido a lomos de sus caballos de acero bien engrasados,  siete pistoleros del MTB que lo único que dispararán hoy serán sus cámaras y teléfonos móviles para hacer fotos y más fotos:

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El “sheriff” Alfonso, Fernando “Blue Eyes”, Jesús “Wilkinson afeitado suave” (nada de encenderse cerillas en las mejillas), JuanPa “Broken Chains”, Rafa “Electric Horse”, Santi “Medicine Doctor” y el cronista, Chicho “Searcher”.


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Partimos del área recreativa del Puerto de Canencia, que a primera hora de la mañana está prácticamente desierta (algo poco habitual). Con las cantimploras llenas de agua no hace falta abrevar agua en ninguna de las fuentes de las inmediaciones. 

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A un trote ligero y alegre nos desviamos hacia la senda que baja hasta el mirador de la Chorrera de Mojonavalle. Las calas de las zapatillas, cual espuelas de botas de montar, hacen difícil cruzar el arroyo por las piedras sin dar con los huesos en suelo.

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La chorrera ha estado totalmente congelada este invierno pasado y los que la han visto aseguran que ha sido un espectáculo digno de presenciar. Desde luego que en primavera y aunque el caudal va amainando ya, también merece la pena el desvío para contemplarla.

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Tras disparar fotos y más fotos como si no hubiese mañana, volvemos a la pista que discurre en dirección al Puerto de La Morcuera y que nos va dejando ver todo el valle de Canencia en una mañana clara y con apenas alguna nube alta sobre las cumbres lejanas. 

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Se intuye que los malos augurios no van a cumplirse y que disfrutaremos de una mañana estupenda para cabalgar sobre las bicis.

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La pista va ganando altura de forma suave pero continua, cruzando arroyos que aún corren alegres, pero no desbocados y entre los claros de los árboles vamos vislumbrando la Cuerda de los Altos del Hontanar que pretendemos recorrer casi en su totalidad.

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Antes de afrontar la escalada a la cuerda, desmontamos en el Collado del Hontanar para mascar algún higo seco, dar un sorbo a las cantimploras y despojarnos de algo de ropa antes de iniciar el ascenso por el cortafuegos de las Peñas Viborizas. Aunque el nombre de miedo, los pistoleros del MTB contamos con botas altas que impiden cualquier mordisco de mala víbora.

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Aunque las lluvias estos días han sido copiosas, apenas han dejado rastro sobre el terreno. El barro es inexistente y la subida por el corta fuegos se hace a buen ritmo.

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Las cabezas no dejan de girar a un lado y al contrario para no dejar de contemplar la estupenda panorámica conformada por La Najarra, el Montón de Trigo, Peñalara, el embalse de Pinilla, el de Riosequillo al frente y todo el valle de Canencia a nuestra derecha.

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En continua sucesión  a lo largo del P.R. 28 y en continuo sube y baja, vamos pasando aunque sin reparar exactamente en cuál es cada una, por el Cancho de los Altares, la Peña Mingomolinera, la Fuente Perrera y finalmente el Espartal, donde no dejamos pasar la oportunidad de trepar al vértice geodésico para seguir contemplando las magníficas vistas que nos ofrece tan privilegiado mirador.

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Los piornos en flor acaban de completar unas vistas que difícilmente se nos olvidarán a todos en una buena temporada. Para poder seguir disfrutando de los toboganes de la cuerda, hay que pasar al otro lado de una alambrera metálica, que unos atravesamos cuerpo a tierra cual marines americanos y otros a través de empalizada que los primeros no hemos visto a tiempo.

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El descenso desde el Espartal hasta el Collado de las Fuentes es muy empinado y roto al principio, pero tanto Jesús como Rafa logran bajarlo sin echar un pie a tierra. El resto, descabalgamos para superar el pequeño tramo accidentado y pronto volvemos a lomos de nuestras queridas bicicletas para hundir hasta el fondo las suspensiones delanteras, traseras y tijas telescópicas. Y digo queridas bicicletas, porque sin ellas sería imposible que se nos dibujasen esas sonrisas bobaliconas que se nos dibujan a todos al reagruparnos en el collado.

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Algún tobogán más camino del Cerro del Águila donde avistamos una pareja de águilas, aunque alguno se empeñe en decir que son buitres para restar encanto y épica al momento.

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Otra bajada igual o más rápida que las anteriores y antes de iniciar el ascenso al Portachuelo nos desviamos a la izquierda para atravesar de nuevo una alambrera metálica y buscar la traza casi perdida del P.R. 28 que venimos recorriendo. A Juan Patricio, su bici, harta de tanto bache le pega una pequeña voltereta sin consecuencias.

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Tras unas pequeñas zetas trialeras que ponen de nuevo a prueba nuestra habilidad, desembocamos en una pista ancha y rápida que nos permitirá disfrutar de una bajada larga, muy larga y rápida en la que más de uno sacará rodilla y codo para negociar las curvas. Algún charco infestado de mosquitos hace que caiga en la cuenta de que me he olvidado las gafas de sol en el coche.

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Más de uno empieza a ser consciente de que hemos perdido mucha altura y de que tarde o temprano habrá que recuperarla si queremos volver a casa. Pero de momento el disfrute continúa y a la entrada de Pinilla del Valle hacemos un avituallamiento tranquilo y largo donde no faltan las bromas y los comentarios sobre el buen rato que estamos pasando.

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Sin ninguna prisa por reemprender la ruta, los siete magníficos vuelven a cabalgar juntos, esta vez a lo largo del Camino Natural del Lozoya, que bordea el embalse de Pinilla en un cómodo paseo que nos hace recordar la ruta anterior que hicimos camino de Garganta de los Montes hace un par de años.

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Rodeado el embalse, ponemos rumbo al Puente del Congosto, que actualmente está en proceso de restauración y con el paso prohibido. Hemos tenido que buscar camino alternativo para poder continuar camino hacia el pueblo de Canencia.

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A la entrada del pueblo, otro puente medieval, el Puente del Canto donde de nuevo desenfundamos las cámaras para inmortalizar el momento. Antes de salir del pueblo, la última parada del día frente al grupo escolar para acabar con las reservas de las mochilas antes de empezar el duro ascenso al puerto donde tenemos estacionados los coches.

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En las primeras rampas, la bicicleta de Juan, harta de los esfuerzos de las últimas jornadas (se tragó la Madrid-Segovia sin rechistar la semana pasada), dice basta por rotura de cadena. Mientras Juan se maneja con el troncha cadenas y los eslabones rápidos, unos cuantos le ofrecemos apoyo moral y poco más.

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Cuando la avería parece reparada, caemos en la cuenta de que la cadena no está en su sitio y que es necesario volver a abrirla para llevarla por el “buen camino”. Juan tira de su mejor repertorio de mecánica “bicicletera” para hacer filigranas y reaprovechar un bulón de cadena de los que en teoría son de un solo uso. 

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Además, se compromete con su maltrecha compañera en no exprimirla de más en la exigente subida que nos acecha y le promete que la tratará como si fuese una bicicleta de paseo, con tal de que no le deje en la estacada.

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El incidente de Juan impide que los siete magníficos cabalguen juntos durante la subida al Puerto de Canencia, pero cada uno se defiende como puede en la larga y exigente subida por el pinar. Cerca del final, el grupo casi logra reagruparse, pero un chaparrón que al llegar a los coches se convertirá en el diluvio universal, impide que alcancemos la cima todos juntos.

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Puente del Canto
Las últimas cuatro gotas no enturbian la sensación de que hemos disfrutado de una magnífica ruta una vez más.

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De los “Tres Mosqueteros de Riaza” (Patrick, Eva y Ferluy) recibimos noticias de que han salido airosos del duelo.

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Del “Trío Calavera de Francia” (Andrés, Luis Ángel y Toño) sabemos que consiguieron coronar con éxito los puertos míticos del Tour de Francia que se habían propuesto.

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Muy pronto:





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viernes, 1 de junio de 2018

La casa de Schmid

Acaba de publicarse el número 282, del Periódico El Espinar



En la última página de esta revista mensual, el escritor Juan Andrés Saiz Garrido publica artículo que titula La Casa de Schmid”.



Nos cuenta algunas de las recientes actividades en las que ha intervenido y rememora los últimos días y fallecimiento de Schmid en El Espinar, haciendo amable alusión al trabajo que realicé y publiqué en este blog en 2014 y que llevaba por nombre:






Un orgullo que mis palabras fueran leídas en público por el alpinista y geógrafo Pedro Nicolás, Presidente de la Sociedad Peñalara desde 2014.

Muchas gracias por el reconocimiento.


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