Domingo de Ramos - Nos lo queríamos perder
La ruta de hoy era inédita para Alfonsoyamigos.
Una
curiosidad o un reto personal se ha convertido en reto de todos y, como es
habitual, nadie ha protestado o, por lo menos, si alguno ha soltado algún taco...
lo ha hecho muy bajito y de manera discreta, solamente a modo de desahogo, sin
querer ofender.
Deciros
que, sin que sirva de precedente, los 5 notarios que hoy daban fe de la ruta
han coincidido en considerarla difícil. ¿Por qué será?
Y a pesar de ello, la prueba ha sido superada con un notable alto.
Ojo,
que el tema esta tomando unas dimensiones que no se nos debe escapar de las manos
y convertirse en pandemia, pues no hay forma de detener el virus que nos ha
atacado, a pesar de contar con dos galenos en el grupo. Ellos mismos han sido
infectados.
En
el Paseo Rivera de San Rafael y a la hora prevista, (aunque se habla de la
conveniencia de adelantar las salidas y se tendrá en cuenta), nos congregamos
en pocos minutos los unos que están dispuestos a afrontar una ruta que saben
dónde comienza, pero que ignoran cómo puede acabar y el otro que se reserva la
guinda para el final.
Ayer,
Fernando me preguntaba qué ruta íbamos a realizar con la Abuela... hoy lo
hubiera tenido crudo, no se daban pistas, solo se pedaleaba.
Hago
esfuerzo de memoria para combatir la demencia senil, pero acabo consultando las
fotos para deciros quiénes hemos acudido. Y como siempre, por orden alfabético
(s.e.u.o.), que no por orden de aparición, ni según a quien quiero más, que me lo reservo:
Andrés
(que siempre encabeza la lista de éxitos y de esforzados), Ángel, Antonio, Carlos, Daniel (tan
abrigado como siempre), Enrique, Ferluy, Iraitz (que aparece y desaparece como el
Guadiana), Javier, José “Cheli” (al que nos alegra recibir después de su grave
caída de junio de 2013 en La Pedriza), José Villena, Juan, Luis Ángel (con su costilla tocada,
que no le dejará esforzarse al máximo... tampoco le hace falta), Luis Ángel
Jr., Paco (que sale de guardia y llega sin dormir), Patrick, Samuel, Santi
Calleja, Toño y yo mismo para sumar un total de 20.
“Andá, uno por cada
“diente de leche” que tenemos los humanos: Ocho incisivos,
cuatro caninos y ocho molares. Entro en coma profundo intentando pensar en cual
seríamos cada uno...”
Mi
mujer me da una colleja y me saca de
mis profundas reflexiones.
¡Perdón
por el desvarío! Desde que hemos vuelto de esta ruta tengo lagunas. Debe ser por
la falta de oxígeno sufrida a grandes alturas.
Pues
ahí estamos, agrupados, contentos y animosos, silbando “verano azul” mientras
rodamos hacia Gudillos y pronto nos introducimos en los pinares de El Baldío,
en los senderos maltratados por las huellas de maquinaria pesada.
Nos
empeñamos en apartar de la senda las ramas grandes y otras no tanto.
En
las cercanías de la Puerta de Campanillas el panorama es desolador, pero ya se
han publicado más fotos sobre este tema y hoy no queremos ponernos tristes.
La
Garganta del Río Moros, nuestra Garganta, la de todos, nos acoge mostrándonos “Esplendor
en la hierba – película de Elia Kazán”
¡Perdón, nuevo desvarío!, con agua brotando por doquier.
Las
piernas de algunos compañeros creen reconocer el paisaje y se encogen involuntariamente al recordar la ruta del
domingo pasado. ¿Qué nos espera hoy? – se preguntan (las piernas).
El
ritmo es alegre, pero permite amena conversación en los pequeños grupos que se
forman.
Se
propone una parada... pero no es necesaria. Nunca antes he visto al grupo
pedalear tan apiñado. Nadie se descuelga. En cabeza se sujetan las riendas y
todos contentos.
Nos
saltamos varias paradas habituales, pero no descartamos la que realizamos cerca
del Chozo de la Vaqueriza, junto al Arroyo del mismo nombre.
Algo
de frutos secos, alguna barrita o gel. El primer reto del día está cerca y hay
que prepararse.
Poco
más adelante superamos, dejándola a nuestra derecha, la Fuente de la Chispa,
donde alguno se detendrá para proveerse de agua fresca.
Y
ahí está... ahí está. ¿La Puerta de Alcalá?
NOOOO. El inicio del ascenso al Collado de Marichivas.
Me
coloco la cámara a mano para intentar sacar alguna foto del ascenso, pero
bastante voy a tener con mantener el equilibrio y conservar el resuello para
tirar para adelante. Nada de fotos.
En estas circunstancias ya lo sabéis... aquí no hay amigos. Eres tú y tu máquina... y la mía,
de cuasi-estreno, se desenvuelve de
maravilla. ¡Geniales sensaciones con la nueva Giant!
Sigo
la rueda de algunos compañeros, pero uno me saca de punto y el otro me obliga a
retenerme. Paro y espero a que se adelanten.
Algunas
víctimas del duro esfuerzo ponen definitivamente pie en tierra, pero nadie
recrimina a nadie... al contrario, se entrecruzan palabras de ánimo. Cada uno se marca sus límites.
Acabaré llegando al alto después de haber hecho 2 ó 3 paradas obligadas para sujetar mis pulsaciones, que se empeñan en salir disparadas.
Lo
cierto es que todos nos hemos esforzado al máximo y más cuando el objetivo
estaba ya cerca (el alto y la cámara). Algunos se permiten mostrar una sonrisa
para la foto.
La
parada obligada, el descanso merecido y las felicitaciones son sinceras.
Y
no es que queramos abandonar Segovia, pero no queda más remedio que pasar la
cotera del Collado de Marichiva (1753 m) y presentarnos sin avisar en la provincia de Madrid
si queremos seguir camino.
A
nuestra derecha podemos ver parte de la Ruta de la Fuenfría que realizamos en
otras ocasiones y que haremos nuevamente en breve.
La
Fuente del Infante desbordando agua y ni paramos. Sobrados, muy sobrados.
Seguimos por la Vereda del Infante.
Llegar
al Puerto de la Fuenfría (1792 m) y es
como si hubieras acudido a una estación de esquí en plena temporada. Allí hay
más gente que en la Puerta del Sol por navidades. El día lo merece.
Mientras
reagrupamos, nos alegra saludar a José “Kona” que ha subido a “tomar el sol”
con algún otro compañero. Está sin casco. Debe ser que por el Camino de la
República calentaba más el sol. Y aprovechan el momento Javier, José “Cheli” y
José Villena para despedirse, pues emprenden regreso según tenían previsto.
Recibiremos más tarde mensaje informando de su feliz llegada a casa.
La
parada es breve y reemprendemos marcha por la izquierda, en la zona de los
Corrales de la Majada Minguete, tomando la Calzada Romana que hace honor a su
estilo y nos presenta las piedras habituales, peligrosas en ocasiones por el
agua y la nieve. Daniel se irá al suelo, sin más consecuencias que las risas de
cuantos le hemos visto caer.
Durante
un tramo breve abandonamos la calzada para acercarnos a la Casa Eraso (en
ruinas), antiguo pabellón de caza mandado construir por el rey Felipe II (el
Prudente). Hay algunas leyendas sobre este lugar y puede que os las contemos en otra ocasión.
El
lugar invita a las bromas y a las risas. No nos cohibimos y hacemos un poco el
ganso... o mucho.
Regreso
a la calzada y hasta la Fuente de la Reina, de obligada visita para ciclistas y
andarines. Varios compañeros bajan embalados y Juan, al encontrarse ante la Reina... pues
decide postrarse a sus pies a modo de respeto y pleitesía, con una aparatosa
caída que sorprende y preocupa a los compañeros... y a la propia Reina. Parece
que ha sido solo un susto, pues se preocupa más de los daños de su bicicleta.
Nueva
breve parada, nuestro destino está aún por llegar. Se que alguno se hubiera
dado aquí la vuelta tan contento y satisfecho pero...
Aquí
viene el postre que les tenía preparado, la guinda.
Junto
a la cotera que divide Segovia y Madrid cogemos camino por nuestra derecha que
pronto va tomando desnivel.
La
amiga Toñi Jordán de Las Kamelias ya me avisó de la dureza del ascenso. Un
saludo para nuestras amigas, que alcanzaron este reto hace unas semanas.
Pero
puede que Toñi se quedara corta con sus avisos y más cuando ya tenemos esfuerzo
acumulado en las piernas.
A
tramos es llevadero, soportable, menos duro que Marichivas, pero en otros es casi una afrenta, un castigo
difícil de superar pero que todos afrontamos con el mejor de los ánimos.
Serán
casi 2 kms de duro ascenso, con un 9,6 de pendiente media según nos informa
Enrique, con zonas en las que se alcanza un 18 % de desnivel.
El
grupo se estira y se estira, pero algunos en cabeza llegan a destino sin haber
puesto pie en tierra. Les veo llegar, no
voy lejos, pero hacia atrás no puedo mirar, llevo el cuello agarrotado por el
esfuerzo.
Algunos
no conseguimos una buena sinergia entre la fuerza de las piernas y el ritmo
cardiaco, pero llegar arriba, al Cerro de la Camorca (1814 m), a su refugio y
al puesto de vigilancia forestal merece
la pena y mucho.
Desde
arriba las vistas son impresionantes: Podemos distinguir Segovia, el Cerro
Pelado, los Montes de Valsaín, las cumbres del Guadarrama, con el Montón de
Trigo, Siete Picos... 360º de fabulosas vistas.
Te
vuelves loco haciendo fotografías; todo merece la pena de plasmarse para el
recuerdo. En el refugio, pequeño y coqueto, bien cuidado, encontramos un "libro
de visitas" en el que dejamos recuerdo de nuestra presencia con nuestras firmas.
Somos
cariñosos, estamos contentos, no ha hecho falta llamar a las asistencias con
oxígeno asistido y estamos arriba. No podían faltar los abrazos y las
felicitaciones.
¿Me
preguntáis por el regreso...? Pues todo lo recorrido hasta aquí, pero al revés.
Porque no es una ruta circular, es un ida y vuelta que en este caso no ha sido
un ir “pa naaa”, con la única variante de que para llegar de nuevo al Puerto de
la Fuenfría abandonamos en esta ocasión la Calzada Romana.
Lo
dicho, hasta la Fuenfría a ritmo sostenido con un grupo de cabeza agrupado. El
resto, conforme a sus fuerzas. Aquí me encontraré con Nacho de Ozone. Tiene intención de alcanzar la Bola del Mundo (piernas no le faltan).
Collado Marichiva, Garganta... donde nos
encontramos a grupo que es asistido por ambulancia y coche de la guardería forestal.
Un ciclista de otro grupo ha tenido una fea caída en el descenso complicado de
Marichivas y no han tenido más remedio que llamar a las asistencias. ¡Ojalá que
no sea grave!
Descenso
rápido hasta la Puerta de Campanillas y hasta el punto de Salida-llegada (Paseo Rivera) sin
incidentes graves y pletóricos de emoción por el rutón realizado.
Que
nadie dude de que HABRÁ MÁS.