Crónica: Ernesto
Todo empezó siendo niño. En verano cuando al caer la tarde pasaba con mis amigos por las eras del pueblo me encontraba a mi abuelo que decía: ‘mira que tarde más clara hace: qué bien se ve la Peña de Francia’.
Todos mirábamos y, efectivamente, veíamos aquel Pico que sobresalía de los demás y que tenía una gran antena. En invierno, al calor de la lumbre, oía contar historias de las mujeres del pueblo que habían subido descalzas a la Peña de Francia para cumplir una promesa, incluida mi propia abuela.
La primera vez que subí
fue en la boda de mi primo, que se casó en la Iglesia del Monasterio. Recuerdo la
carretera estrecha. Si dos coches se encontraban tenían que parar y pasar con
cuidado. Las últimas revueltas daban autentico vértigo. Nada que ver con la
carretera tan buena que hay ahora.
Cuando empecé a
aficionarme a montar en bici, pronto pensé que me gustaría subir la Peña de
Francia sobre 2 ruedas. Las vistas son geniales: el campo charro con Salamanca
capital al fondo, a la derecha el Valle de las Batuecas, más allá el pantano de
Gabriel y Galán y más a la derecha se ve Portugal.
El esfuerzo debía ser
considerable, un reto. Hace 1 año cumplí esta ilusión. Confieso que llegué
arriba emocionado pero al poco rato echaba en falta algo: algunas bromas,
chascarrillos, comentarios sobre la dureza de la subida… cómo les gustaría a
mis amigos de AlfonsoyAmigos subir aquí.
Dicho y hecho: este
pasado fin de semana AlfonsoyAmigos subió a la Peña de Francia.
Llegamos el viernes a
La Alberca una avanzadilla para reconocer el terreno: Daniel, Fernando, Forlán, Juan, Luis Ángel, Luis, Miguel Ángel y Ernesto.
La ruta del sábado
estaba prevista con la idea de hacer una ‘salidita’ para estirar las piernas.
Desayuno tranquilo, montar en bici un rato y disfrutar de la compañía y el
paisaje… Así lo creíamos todos pues aunque habíamos quedado en salir a las
nueve, 45 minutos más tarde todavía estábamos sacando fotos en la Plaza del
pueblo.
Creo que se me fue la
mano un poco con la ruta. Los 32kms previstos con 700m de desnivel (que luego
fueron casi 1000) superaron todas las expectativas: bajada de vértigo hasta
Herguijuela de la Sierra, paisajes infinitos, alguna subida que llegó al 20%
como la que nos llevó desde el Puente Romano hasta Mogarraz (muy comentada por
la noche en la cena) y una subida final hasta La Alberca que nos dejó
castigados.
Tuvimos que compensar el esfuerzo con una copiosa comida en la
Plaza Mayor y una buena siesta. Nos levantamos con el tiempo justo para recibir
a Alfonso, que se unía a nosotros el sábado por la tarde y así poder degustar
la deliciosa carne de Morucha.
Y llegó el gran día.
Madrugaron para unirse a los que ya estábamos en La Alberca: Eva, Andrés, Ángel
y Toño. Se pegaron un buen madrugón para llegar a tiempo pero creo que les valió
la pena. Esto hacía que nos juntáramos 12+1, como hubiera dicho nuestro Ángel
Nieto.
Se retrasó la salida
por un pinchazo que sólo se manifestó a la hora de ponernos en marcha pero
pronto se solventó y conseguimos emprender la ruta de muy buen ánimo. Toño en
cabeza, y eso que había dormido poco.
Los 6 primeros kms son por pista de
subida continua. Nos pilla a todos fríos pero se compensa con la alegría de
emprender la ruta y el desnivel se olvida con la vista de la Peña de Francia al
fondo. Parece increíble que vayamos a subir tan arriba.
Al poco rato
encontramos de frente el todoterreno de un guarda forestal que me manda parar
cuando voy al frente. Tras el ‘buenos días’ de rigor me pregunta que cuántos
somos, de dónde venimos y, claro, a dónde vamos. Me temo lo peor, a que nos
echan el alto y tenemos que volver por donde hemos venido!!!
Parece ser que hay que solicitar un permiso especial para pasar por la zona. Finalmente debe ver que somos gente sana y deportista y podemos continuar la ruta.
Parece ser que hay que solicitar un permiso especial para pasar por la zona. Finalmente debe ver que somos gente sana y deportista y podemos continuar la ruta.
Llegamos a un desvío a
la derecha que en ligero descenso nos lleva por una pista ancha con magnificas
vistas. Hay parada para visitar un refugio que nos encontramos, momento que aprovecha
Andrés para escaparse. Ya no le volveremos a ver hasta que coronemos. Sí que
tenía ganas de pedalear.
Nos reagrupamos antes
de coger la carretera de subida y quedamos en volver a reunirnos en el Mirador
del Paso de los Lobos, de donde sale la carretera hacia Ciudad Rodrigo. Cada
uno coge su ritmo y pronto me encuentro solo, concentrado y disfrutando.
Me
adelanta Daniel con su eléctrica como una moto intentando no entorpecer mi concentración
y tras un repecho del 11% llego al Mirador. Fotos de rigor y afrontamos los
últimos 4 kms. Encuentro a Alfonso y a Fernando y me pongo a rueda un rato
hasta que decido darles un relevo.
Alfonso se pega a mi rueda como una lapa y
pronto se atreve a relevarme para darme un respiro, va como una moto y me
cuesta seguirle. Creo que su preocupación por la dureza de la subida ha
desaparecido cuando ve el final cerca y eso le da fuerzas.
Finalmente coronamos y
visitamos el Santuario, la cueva y todos los miradores con gran satisfacción.
Otra cota más alcanzada por AlfonsoyAmigos. Hay subidas con más desnivel, más
difíciles técnicamente y más altas… pero para mi la Peña de Francia tiene una
magia especial. Eso debió ser lo que sintieron los monjes franceses que
decidieron poner allí el Santuario.
En el descenso intento
pegarme a la rueda de Luis y Fernando, buenos bajadores, para ver hasta donde
doy de sí sin poner mi salud en riesgo. Consigo llegar con ellos y hablan de
velocidades de 70-75kms hora. Mi GPS ha registrado una máxima de 65kms/hora,
creo que mi record personal hasta la fecha.
Tomamos una trialera
para evitar tanta carretera y luego todo es bajada por pista ancha hasta El
Cabaco. Los compañeros van desbocados y hacemos caso omiso del asentamiento
romano que hay a la derecha. En El Cabaco alcanzo al grupo que me esperaba y
decido ponerme a tirar para evitar retrasos. Cogemos buen ritmo. Pronto me
adelantan y me paro en algún desvío para que nadie se pierda.
Intento lo mismo
en la Nava de Francia pero algunos necesitan reponer agua. Por suerte, en el
merendero a la salida del pueblo hay una fuente y pronto retomamos la marcha
hacia San Martin del Castañar, uno de mis lugares favoritos de las Batuecas.
Su plaza de toros cuadrada del siglo XIII (muchos dicen que la más antigua de España – otros muchos discrepan), la piscina natural con su chiringuito, el puente sobre la calle Larga, el Castillo de la Biosfera… lo convierten en un lugar único.
Su plaza de toros cuadrada del siglo XIII (muchos dicen que la más antigua de España – otros muchos discrepan), la piscina natural con su chiringuito, el puente sobre la calle Larga, el Castillo de la Biosfera… lo convierten en un lugar único.
Desde aquí pienso que
lo que queda es fácil. Son las 14:00 y estamos a sólo 8kms del fin de ruta, me
felicito pues vamos a llegar a tiempo para la comida ya que tenemos reserva
para las 15:00. Pero la ruta nos guardaba una tremenda sorpresa final: el
camino de San Martín a La Alberca primero tiene una subida con desniveles
cercanos al 10% y luego aparece una trialera de 6kms.
Encontramos muchas piedras
y es imposible rodar de forma fluida. Me encuentro a Alfonso y por miedo a la
regañina no me atrevo ni a pararme a su lado pero me alegro que espere a los
compañeros que vienen detrás. Particularmente difícil es la bajada hasta el Rio
Francia. Menos mal que hay un puente para cruzarlo. Sólo nos hubiera faltado
tener que cruzarlo a pie, aunque lleva poco agua.
El ascenso después del río no
es demasiado difícil pero voy tan castigado que tengo que meter todo el
desarrollo. Al final todo lo malo se acaba y a la altura del cementerio de La
Alberca encuentro a Andrés y ya emprendemos el camino juntos hasta el hotel
donde están los coches.
Y finalmente, tras
recoger las máquinas, conseguimos llegar a reunirnos todos para compartir una
buena comida en La Alberca, punto de inicio y de final de nuestras aventuras.
Sólo me queda agradecer
a todo el grupo de AlfonsoyAmigos su compañía en este estupendo fin de semana: a los
que vinieron por compartir tan buenos momentos, a los que no vinieron pero que
impulsaron la idea y a los que no pudieron venir porque nos acompañaron en todo
momento, estuvieron en nuestras mentes.