¡Eeeeeehhhhhh!!!!
Crónica: Ángel Sierra
Esta vez despierto a la
hora acostumbrada, el año pasado... mejor lo leéis en la web de AlfonsoyAmigos
del día 25 de Mayo de 2016. Recojo el dorsal y pronto de regreso para
Zarzuela del Monte (Segovia).
El cosquilleo en el
estómago es igual al que siento cuando salgo cualquier día con mis compañeros de
AlfonsoyAmigos.
Decido cenar fuerte y
pronto, pasta con queso fundido y dos huevos (por si me faltan al día siguiente). Concha, mi mujer, me lo
preparó con maestría y amor, ella también ha colaborado en mi
aventura.
Después de cenar, a
repasar por enésima vez bici y equipación… y a dormir.
En contra de lo esperado dormí bien, no
cómo la vez anterior, que cené más frugalmente y me desperté varias veces o
¿fueron los nervios del principiante?
Desayuno más de lo
habitual, pues recuerdo que pasé hambre hasta que llegué al primer
avituallamiento.
Me planto en Segovia a las
5:10, entrego la bici en el camión que me la lleva a Madrid y subo al autobús
ya casi lleno. Al poco, suben Antonio "paste" y Toñín. Y Madrid a
poco más de una hora...
Entre la
multitud de participantes van apareciendo las caras sonrientes de compañeros de AlfonsoyAmigos.
Andrés, Chupo, un poco después Santi, Eva y Pawel a los pocos minutos
y ya en las filas de salida Ernesto y Luis Ángel.
Fotos y... ¿dónde está Miguel Ángel?, llamada general y todos juntos, más fotos y más abrazos. Un abrazo para
Diego que acompañó a su padre hasta la salida. A Germán no le vimos.
Hasta el pistoletazo de
salida fotos, más fotos y risas nerviosas por parte de todos y de repente... para Segovia,
otra vez... en bici… de locos, pensará alguien.
La experiencia es un
grado, sí, en los primeros kms no me bajé de la bici, la cosa empezaba bien. El
año anterior, en los repechos cortos pero muy empinados, las aglomeraciones,
las roturas de cadena, resbalones de ruedas de algunos participantes en la
arena y por las piedras, y yo por no saber posicionarme… tuve que poner el pie en
tierra varias veces.
Íbamos charlando y
riéndonos hasta el avituallamiento del km 26. Pero Toño no llevaba buena cara,
le daban calambres en los isquiotibiales. Seguimos adelante y Toñín
callado, lo no acostumbrado, no iba bien.
Mientras tanto,
suponíamos, que Chupo y Germán, que salieron en el primer cajón, ya estarían
lejos, seguidos de Antonio "paste" y un poco más atrás Ernesto,
Miguel Ángel y Pawel. Entraron en una cadencia de pedaleo más alta y se fueron
marchando poco a poco. Continuamos juntos Santi, que también acabó
adelantándose, Eva, Andrés, Luis Ángel, Toño y yo. Toñín con más calambres y
alguna ayuda, pero parecía recuperarse e incluso disfrutar en alguna trialera.
En Manzanares El Real, nos
esperaba "Bombi" dándonos una grata sorpresa y un abrazo,
además de líquido frío y muchos ánimos, (gracias
compañero) y llegamos a Cercedilla.
Chicho se encontró con
Santi y Ernesto y nos unimos a ellos.
Comimos y pensamos que a
Toñín, con el descanso en el transcurso de la comida y unos minutos de charla
antes de reanudar la marcha, se le pasarían sus problemas de
"isquios".
En Cercedilla se despidió
Luis Ángel, con gran pesar suyo y nuestro, pues sabíamos que le íbamos a echar
de mucho menos.
Chicho, nos acompañó
en el ascenso hasta Los Lomitos, la Fuente de la Peñota e incluso hasta la trialera
del "Arcipreste" donde tuvimos qué "tumbar" otra vez a Toño
y darle un repaso a esos muslos que Dios le ha dado (sin cambio de aceite). Pero le echó "huevos", los que yo
me cené la noche anterior, y bajó la complicada trialera sin apearse.
Se ve que tenía prisa por
encontrarse con Alfonso, que nos esperaba en la puerta de Campanillas, junto a puesto de avituallamiento, donde nos dio un abrazo
reconfortante, departimos algunas incidencias con él y raudos partimos hacia la Cañada.
Toñín no dijo nada, cogió
su montura y a La Panera. Eva, Andrés y yo bajamos detrás de él. Nos íbamos
dosificando y tramo a tramo pasamos ese "bendito" rompepiernas hasta
Otero de Herreros.
Toño sé puso en modo
ahorro de batería, Eva en modo "discoteca" y Andrés.... Andrés es
increíble arrancándonos una sonrisa, atento a todo, aconsejándonos, distrayéndonos
con historias, chistes y chascarrillos... de verdad, increíble después de
tantos Kms.
Y Toñín seguía callado, nunca le había
visto tanto tiempo en silencio. Él, que con sus ocurrencias impredecibles, su
buen humor... bueno ya le conocéis, yo pensaba, sigue mal, pero continuaba
dando pedales y los Kms. caían y después de subir algún repecho andando,
llegamos a las rampas que hay pasado el pantano de Puente Alta, y milagro, Toño
empieza a subir y casi me caigo de la bici, no podía creer lo que veíamos y
hasta arriba de un tirón.
En el camino de Valsaín,
Eva se lanzó como una loca, tanto que era difícil de seguir; parecía que
se había quedado sin frenos (no sé si le
llegaba el olor de la tortilla recién hecha qué íbamos a comer en Segovia).
Nos saltamos el último
avituallamiento y en los últimos 7 km ya viendo la capital castellana, no sé si
era un espejismo, nos veía a Toño a Eva y a mí mismo, Andrés se quedó detrás,
a velocidades superiores a los 29 km. por hora en muchos tramos.
Fue sin duda lo mejor del
recorrido. Indescriptible la sensación de felicidad, de libertad, de volar...de
estar consiguiendo algo que en apariencia no tiene tanta importancia,
pero que para nosotros lo fue.
Qué importante es esta sensación
de vencer desniveles, el sol abrasador, el polvo de los caminos, también el
agua que tuvimos que cruzar. Superar los calambres de Toñín, la resistencia de
tú bicicleta en los momentos que se niega a rodar; tus propios miedos y
esa incertidumbre que te asalta a lo largo de la ruta: ¿Podré llegar?, ¿hasta dónde
alcanzará mi fuerza de voluntad?
¡¡¡Que importante es vencerte a ti mismo!!!
Con la gran ayuda de mis
compañer@s, los que entraron delante y los que lo consiguieron junto a mí, y
por supuesto a los que nos empujaron desde casa y en algunos puntos de la ruta,
¡¡¡qué importante!!!
El abrazo que nos dimos
Eva, Toño y yo tras los pitidos de meta, con saltos incluidos ¡apoteósico! Que
gozada ver llegar a Andrés, con su gran sonrisa y… los abrazos consiguientes.
Con gran emoción bajamos
los escalones del Acueducto, incluido Andrés al que ya no hacían gracia los saltos de última
hora.
Nos esperaban para felicitarnos
Santi, Pawel, Ernesto y Miguel Ángel con quien nos fundimos en abrazos y fotos
debajo del Acueducto de Vespasiano. Y a por la tortilla...
Habrá que esperar un
poco... bueno un poco más... quizá un año… pero llegará.
Un abrazo a tod@s.
Sed felices.
Qué buena crónica, Ángel. Refleja muy bien lo que se siente/sufre/disfruta antes, durante y después de la ruta. Enhorabuena por el compañerismo.
ResponderEliminarQue grandes compañeros tengo.
ResponderEliminarQue jornada, se antojaba disfrutona, sin prisas, son miedo, sin nada mas en que pensar.......y zasca zasca los calambres. El señor Ángel se queda corto de los problemas que me dieron,creo que fueron tantos como kilómetros de ruta.......estos isquios me traen loco.
Pero siempre he dicho que vaya compañeros/amigos tengo desde el primero al ultimo, sin escatimar ni un poquito.
Todos pendientes de mi, unos fueron tirando, porque sabían que estaba,en buena manos, los que decidieron quedarse a mi lado, para enmarcar, mas grandes que acabar la carrera.
Los 6 que al final fuimos quedando me fueron ayudando, dando ánimos, protegiendo, estirandome, estirandome, estirandome…………
Y asi me propuse ir poco a poco, kilómetro a kilómetro, Ángel era mi sombra, me oia cada kilómetro ir diciendo, otro calambre y otro y otro……bufff que suplicio, iba súper incomodo, geles, comida, magnesio, estira…nada no había manera y todo por culpa de meterme los primeros 25 km con el sillín algo bajo, no hubo forma de recuperarme.
Pero ahí seguían mis compañeros, esperando, a mi lado, animando y la sombra de Ángel sufriendo mis pensamientos y dolencias en voz alta, otro calambre.
Asi hasta llegar a Segovia, 100 km acalambrado, con tesón y paciencia subiendo y estirando en los momento de bajar, completamos este magnifico día.
Andrés y Eva cantando y sobrados d fuerzas.
Ángel parecía mi sombra y mi estirador personal y aburrido de aguantarme seguro.
Y yo callado, raro en mi, intentando llegar y llegar y llegar……… y claro que llegue hasta esprintando, para llevar a Eva hacia la meta a mil por hora, eso si, aacalambrado pero esta vez ya los dos isquios.
DE VERDAD QUE GRANDES COMPAÑEROS/AMIGOS TENGO.………
Grande Ángel tu relato y tu persona, te lo hemos dicho mil veces, pero te lo repito y te doy las gracias y……… que gran persona y descubrimiento eres.
Un besoabrazo
Muy buena crónica, Ángel, llena de emoción y compañerismo. Me ha encantado desde el principio hasta el final. Además no puede llevar mejor titular, el de esa resiliencia mutua que todos practicáis. Enhorabuena!
ResponderEliminarAbrazo
Ruta que algún día intentaré empezar y acabar. Enhorabuena a tod@s por vuestro esfuerzo y éxito en la misma.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Genial cronicon Angel!...se vive, se siente, se sufre, se emociona uno al leerla... se nota que has puesto mucho de ti en estas lineas.
ResponderEliminarDa de verdad ganas en participar!!
El año que viene; cada vez mas cerca....
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha encantado la crónica de ese pedazo de maratón que hicísteis, Ángel.
ResponderEliminarVamos, que al año que viene te espero la segunda edición porque seguro que la repetís sin calambres y con el mismo y entrañable compañerismo. Un abrazo para tod@s los participantes y para los participantes de sillón como yo... -:))
Chicho
Emocionante crónica Angel. Emocionante al máximo.
ResponderEliminarDescribe perfectamente lo que fue la primera parte de la ruta hasta Cercedilla, hasta donde os pude acompañar. Bien sabéis que hubiera ido con vosotros y llegado hasta el final, pero obligaciones ya comprometidas me hicieron volverme antes de llegar a Segovia.
No obstante me acordé y mucho de vosotros y me emociono veros llegar con esa alegría y satisfacción de haber cumplido lo que os propusisteis. Yo no tenía ninguna duda de que lo lograríais.
Gracias a todos los que estuvisteis allí, por compartir una jornada muy especial. El año que viene repetiremos y llegaremos juntos a destino.
Y gracias Angel, por la magnífica crónica y para que una aventura como esta haya quedado plasmada y escrita para rememorar lo que fue un día muy especial; pero sobre todo y antes que nada, gracias por ser como eres, siempre atento y mirando por los demás.
Un abrazo y nos seguimos viendo, semana tras semana.