ECO DE RISAS EN EL RIO MOROS
Hasta el viernes no había parado de llover e incluso esa
noche nevó bastante en
San Rafael,
El Espinar y sus montes.
A pesar de ello, cuatro ya salimos a montar el sábado,
probando la consistencia de la nieve caída y sin que volviera a llover.
Las previsiones seguían dando lluvia abundante para el
domingo, pero estábamos dispuestos a salir en ruta como fuera.
Así se demuestra
cuando al salir a la calle desde mi casa, ya veo a varios compañeros esperando
y a otros que se van incorporando.
Cuando iniciamos la ruta oficial, echamos de menos a Belén, Enrique,
Galo, Paco, Rafa, Santi C y otros que nos acompañaron en las últimas salidas.
Bajas
importantes que espontáneamente son sustituidas por otros compañeros y así
volvemos a ver a Alejandro, Cheli, José Villena, Ramón y Santi.
Peligroso cuando das nombres, por miedo a dejarte sin querer a alguno.
Finalmente el grupo de hoy lo formarán: Alejandro, Andrés, Ferluy,
Fernando, Javier B, Jorge, Juan, Ramón, Sergio, Sergio C, José “Cheli”, José
Villena, Santi F, Toño y este vuestro
notario de ruta.
Ferluy habló el sábado con un guarda forestal, que le
advirtió de que sería imposible cumplir con la ruta que teníamos prevista, por
los impracticables caminos que nos íbamos a encontrar, cargados de abundante
nieve y barro.
Mi mensaje de respuesta fue: “
Seguro que el guarda no es
ciclista” y ahí quedó la cosa.
Yo estaba en lo cierto, porque se que los ciclistas estamos
hechos de otra pasta diferente al resto de los mortales. La dureza del camino y
la adversidad nos da más alas que un Red Bull.
Y además, Fernando, Juan, Javier y yo ya habíamos hecho la
mayor parte de la ruta el sábado, apartando aquí una ramita, allá una
piedrecita.
El caso es que nadie se echa para atrás y nos vamos hacia
Gudillos donde como ayer, tenemos que coger duro ascenso hacia la
Casa del
Baldío, para evitar toda la zona embarrada y en muy mal estado hacia la
Fuente
de los Aserraderos, nuestro pilón.
Dejar constancia que al mal estado de los caminos ayuda no
solo la lluvia y nieve, sino a la corta y el arrastre reciente o no tan reciente de pinos y
al movimiento de las máquinas
Caterpillar.
Reconocer eso sí, que se aprecia la
recogida y amontonamiento de ramas en algunos puntos, pendientes de su recogida
y final limpieza.
Saltaremos la puerta, siempre con candado, de
Campanillas y
dejamos a la izquierda la
Casa Forestal del mismo nombre.
Se forman varios grupos que ruedan a distinta marcha,siempre con charla, pero
nadie se queda solo.
Donde ayer había ya nieve, hoy la pista está perfecta y se
rueda a muy buen ritmo.
De vez en cuando la cabeza “
baja un punto” y da tiempo a
reagrupar.
Toño hoy tira de rígida, su Specialized de 29” está en
revisión y la echa de menos.
Poco antes de llegar a la desviación para
Marichivas, la
nieve ya se hace muy evidente y se acumula en las curvas en las que se producen
ventisqueros.
Nos hace temer por el final de ruta, pero seguimos adelante.
En más de una ocasión, aunque breve, hay que poner pie en
tierra, pues cuesta mantener el equilibrio.
El
Embalse del Espinar o
Vado de las Cabras se encuentra a su
máximo nivel.
El
Río Moros y otros arroyos fluyen con bastante caudal.
Da gusto ver y oír correr el agua.
Cuando tomamos giro a derechas hacia la mina, el km de
ascenso es duro pero sin apenas nieve.
Será en la última curva, cuando paramos
para descansar, cuando la nieve se deja ver en abundancia.
Seguimos adelante
¿verdad? La pregunta parece ofender y proseguimos.
Estamos en la pista alta de la solana y aquí no se ven ni
tan siquiera huellas de todo terreno.
La nieve caída es virgen.
Solamente la
cruzan en algunos tramos, huellas de corzo y jabalí, que hoy no se dejan ver.
Seguiremos marcha buscando las zonas con menos nivel
acumulado, muchas veces al mismo borde del camino, con el peligro de resbalar y
precipitarte ladera abajo sin control.
Los que van en cabeza, los más fuertes y atrevidos, marcan
el camino a seguir y dejan huellas que intentamos aprovechar el resto para rodar mejor.
Hay algunos que lo intentan por las bravas una y
otra vez, embistiendo con furia y valentía la nieve que se presenta frente a
ellos, poniendo a prueba sus piernas y sus máquinas.
Alejandro, Ferluy, Sergio y Ramón no desisten, lo intentan
una y otra vez, dejándonos al resto temerosos de que algo acabe roto.
No se
sabe qué.
Fernando y José “Cheli” no son muy amigos de la nieve, pero
no se descuelgan.
Todos disfrutamos del precioso paisaje que nos rodea y de
cada gracia de los compañeros, que son muchas.
En un momento dado, conociendo el tramo y cuando ya no hay
apenas nieve a la vista, aprieto la marcha a tope y lanzo la carrera, pues
inmediatamente saltan tras de mi galgos y podencos como escapados de reatas y
el ritmo, de los de cabeza, ya no cesará hasta alcanzar la pista del
GR.
Las de 26” corren que se las pela, pero se dejan ver las de 29” y la de 27,5”, que tienen un plus
a la hora de rodar a tope.
Apenas un minuto o dos y ya estamos de nuevo agrupados para
descender por sendero sinuoso y divertido hacia los embarcaderos y el
Puente
Negro.
Todavía habrá energías para afrontar los últimos kms y
repechos hacia La Estación, sin reservar nada para otro día.
Estamos cogiendo una forma excelente y hemos llegado pronto
a las cervecitas a pesar del contratiempo de la nieve.
¡Felicidades a todos!
Excelentes aperitivos en la Asociación y unos a El Espinar, otros a San Rafael, mientras alguno ya se queda en casa.
Como notario de ruta, doy fe ante quien pueda interesar, de
que se han cumplido fielmente las promesas realizadas en la convocatoria: “Rodaremos,
pero sobre todo nos reiremos”. Rodar se ha rodado y de reír no hemos parado
(pareado).