domingo, 14 de abril de 2024

Cercedilla, Fuenfría y la Vereda de La Piñuela

 

Hoy me levanté con el pie izquierdo, luego puse el derecho y comencé a pedalear

 

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A veces, sin motivo aparente o puede que, con demasiados motivos, nos despertamos sintiéndonos desorientados, como si hubiéramos comenzado el día con el pie izquierdo.

Son esos días extraños que todos hemos experimentado alguna vez y que parecen acompañar a cielos nublados y sombríos. Sin embargo, resulta aún más desconcertante cuando este desánimo nos invade en un día soleado.


¡¡Bendita sea la inocencia infantil y la de aquellos a los que los años les hacen sentirse como niños!


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En Cercedilla, bajo un cielo despejado que invita a adelantar la hora para futuros encuentros, nos reunimos: Ángel, Ernesto, Juan, Luis Ángel, Miguel Ángel, Pawel y Alfonso. Los saludos y abrazos, siempre generosos, ayudan a disipar las inquietudes previas, aunque es mejor no arriesgarse durante la ruta.

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Nuestras primeras pedaladas nos llevan a atravesar el centro urbano de Cercedilla y acercarnos a la estación, pero no tomaremos el tren. En cambio, desde allí, rodaremos por la senda Ródenas y el camino Puricelli, del que ya dábamos cuenta hace más de quince años. Poco ha cambiado desde entonces. Se diría, tal vez, que cada vez hay más piedras.

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Al poco de empezar, Miguel Ángel recibe llamada de casa. Le requieren por una avería doméstica. Nervioso y preocupado, se despide y nos deja para regresar. Lo sentimos, amigo.

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La primera parada, obligada y anhelada, junto al arroyo y la fuente de La Piñuela, en la que ya no nos sorprende ver un gran caudal de agua brotando de su caño de formidable diámetro.

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El camino Puricelli nos pone rumbo hacia el camino de los Campamentos y éste al camino viejo de Segovia, que nos muestra precioso paraje a su cruce con la Vereda de La Piñuela. Vamos a regresar hoy mismo hasta este lugar. Una auténtica maravilla de recorrido, con zonas muy verdes y alegres arroyos, en un día perfecto para disfrutar de la naturaleza y la compañía. La rueda trasera de Luis Ángel pierde algo de aire y le dará problemas durante toda la ruta.

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Desvío para el recuerdo

Antes de adentrarnos en el Camino de la Fuenfría o Camino de la República, sugiero desviarnos del guion para acercarnos a visitar los restos en ruinas del Chalet Residencia Peñalara (de 1918). Este edificio, con sus puertas y ventanas tapiadas para evitar accidentes, se encuentra en la Pradera de Corralillos, un lugar auténticamente privilegiado. 

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Hace unos ocho o nueve años, se intentó construir un hotel de 4 estrellas en este mismo sitio, pero el proyecto no tuvo éxito. Es una auténtica pena ver el estado actual de este lugar histórico.

Si Schmid (el camino Schmid) levantara la cabeza. Ver: El Camino Schmid nos conduce a El Espinar

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Tras unos minutos de relajo, volvemos a ponernos en marcha. No hay pérdida. Es preferible que cada uno siga su propio ritmo, pero tranquilos, que pararemos junto a unas peñas para tomarnos fotos con el Montón de Trigo a nuestras espaldas, antes de llegar al Mirador de los Poetas (Vicente Aleixandre, Luis Rosales)

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Y nos volveremos a detener en la fuente de Antón Ruiz, por donde cruza el camino Schmid, poco antes del Mirador de La Reina. ¿Cómo podríamos resistirnos a hacer otra parada en este lugar? Allí abajo, entre los pinos, destaca el chalet visitado. ¡Qué maravilla de vistas!

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¡Hola Puerto de la Fuenfría (1796 m), camino Schmid, carril del Gallo, fuente de la Reina! Ya nos veremos. Ahora tenemos prisa.

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Rodamos por el GR-10, siguiendo la Vereda del Infante. Las vistas son una constante fuente de asombro y la temperatura es perfecta. Los pequeños piques con los compañeros nos mantienen alerta y animados cuando pasamos junto a la fuente del Infante, pero sin detenernos y sin perder ritmo hasta llegar al Collado de Marichiva (1753 m)

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En un intento por contactar con nuestros amigos (Andrés, Fer, Nacho…) que imaginamos podrían haber salido desde San Rafael y estar por esta misma zona, descubrimos que no hay cobertura. ¿Cómo es posible? De nuevo en marcha, ahora por la pista forestal de la Calle Alta, desviándonos del track previsto y no detenernos hasta el Collado del Rey (1614 m). ¡Uy, cuanto hemos bajado!

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Pero sin duda merecía la pena en un día tan genial. Un buen rato para disfrutar de las vistas, empaparnos de ellas y reírnos mucho. Desde aquí, que cerca parece estar el camino de Los Lomitos.

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Sí, amigos, cuesta abandonar tan bello lugar, pero ahora toca recuperar altura, ya lo sabíamos. Así que allá vamos. Algo más de dos kilómetros antes de reagrupar a las puertas de la Vereda de La Piñuela. ¡Sigamos explorando!

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Explorando la Ladera del Infierno

Recorriendo otros dos kilómetros, ahora en un terrible descenso, nos encontramos con un terreno muy complicado. El desnivel es pronunciado a tramos, especialmente en las curvas y lo peor es la gran cantidad de piedra suelta e insegura que cubre el camino. Este tramo es sólo apto para muy avezados o aquellos dispuestos afrontar el desafío a pie.

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Durante nuestro recorrido, nos cruzamos con excursionistas que están haciendo el camino en sentido contrario, enfrentando un durísimo ascenso. Sin embargo, todos conservan la amabilidad y la sonrisa, compartiendo el espíritu de aventura en este entorno natural.

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La ruta nos lleva a recorrer de nuevo sendas y pistas conocidas, hasta llegar a la altura del desvío al Chalet Peñalara, referencia para tomar, ahora por la derecha, camino escalonado de piedras hasta cruce con la calzada Borbónica. A partir de aquí, nos espera un buen trecho: primero, en busca del puente La Navazuela, que cruza el río de la Venta y luego, un desvío cerca del arroyo de Cerromalejo.

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La senda de la Vereda Alta, mucho más asequible y disfrutona, nos guía en un descenso constante hasta el Camino del Agua para finalmente regresar a zona urbana de Cercedilla.

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En la última cuesta antes de llegar a los coches, el aroma de las parrillas nos rodea y se escuchan sevillanas a fuerte volumen. Estamos en Abril.



domingo, 7 de abril de 2024

Puertos y Collados, Segovia y Madrid, con AlfonsoyAmigos

 

Un día brillante depende más de tu actitud que del día que haga


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Vaya rachita que llevamos con las previsiones del tiempo. Empiezo a dudar si es que “no dan una” o es que “somos muy torpes” y no sabemos interpretar las previsiones.

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Por suerte, después de escuchar tantas veces el grito de “que viene el lobo”, los que hemos acudido a la convocatoria de hoy parecemos haber perdido el miedo: Andrés, Ángel, Enrique, Juan, Luis Ángel, Nacho, Patrick, Pawel, Rafa y Alfonso.

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Enrique justifica la salida: “Si no podemos montar… desayunamos juntos”. Lo que me hace recordar antiguo chiste que me contó mi padre siendo yo un crío. Seguro que lo repitió más de una vez:

El de aquel que se hacía pasar por inspector de policía para entrar gratis a los toros y contaba:

Me pongo una galleta por debajo de la solapa y hago gesto rápido de enseñar chapa de identificación. Casi siempre me como la galleta dentro”

“¿Y si se dan cuenta del engaño y no te dejan pasar?”

Pues me como la galleta fuera”

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Sólo anímate a salir, ya encontraremos las motivaciones 


Al alba, en el Paseo Rivera de San Rafael, nos encontramos grupo de ciclistas, la mayoría ya talluditos, pero con espíritus juveniles, intercambiando abrazos antes de comenzar una nueva aventura. ¿Llevamos los chubasqueros? ¡Vamos allá!

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Conocemos distintas rutas para encaramarnos hasta el Alto del León y una de nuestras preferidas, conocida ya por muchos como “alfonsina”, es la que hemos iniciado durante muchos años cerca de la estación de tren de Gudillos y las instalaciones de Iberpistas. Sin embargo, hoy es diferente.

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Los compañeros se extrañan de que nuestras bicicletas recorran los primeros kilómetros de camino hacia a la fuente de los Aserraderos y el nacimiento del río Gudillos, otro recorrido clásico entre los clásicos, que muchas veces disfrutamos ya de regreso.

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Por un tiempo, tendremos que olvidarnos de “la alfonsina”, “los helechos”, las ruinas del chozo y la fuente de la Majada Pericón y quizás incluso de una de las sendas hacia la Peña del Arcipreste.

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Recientemente se ha realizado una tala de pinos en la zona, donde los vehículos oruga o con grandes ruedas encadenadas dejaron profundas cicatrices en el terreno. La propia naturaleza tendrá que lamer y curar sus heridas. Al pasar, sentimos una enorme tristeza por lo que contemplamos, no lo podemos evitar.

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Nos agrupamos en el Alto del León, en el puerto de Guadarrama, donde hay un notable tráfico de vehículos y de ciclistas, estos últimos equipados de forma diferente a la nuestra, más pertrechados. Parece que no los veremos descender hacia el lado segoviano.

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Rodamos por la pista de la Mina, haciendo una breve pausa junto a la fuente de la Hondilla. No para rellenar nuestras botellas, sino para tomar desvío por la izquierda, que encontramos en mejor estado que en otras ocasiones, pero que nos hace recordar las veces que lo hemos sufrido en ascenso.

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Es un placer pedalear por pista en buen estado, inmersos en la naturaleza, con el susurro de los arroyos y vistas espléndidas. Incluso cuando cogemos variante empinada que nos cambia algo el recorrido habitual, pero nadie emite queja alguna.

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Ignoramos los senderos que en otras ocasiones nos han llevado a explorar zona de antiguos búnkeres, trincheras y nidos de ametralladoras, pero no descarto la posibilidad de tomar uno de esos caminos en próxima ocasión, descender hasta al cruce de Conejeras y seguir la vereda del Agua hasta el lugar donde ahora nos encontramos, junto a la fuente del Arroyo de las Chorreras (1190 m)

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Lo que vale la pena NO LLEGA, se alcanza

Creo que ninguno de mis compañeros se ha detenido a coger agua, aunque sabemos que, desde aquí, la ruta no va a parar de ascender hasta tener a la vista el Collado de la Mina (1709 m)

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Siempre espectacular el paso por el altiplano de La Gamonosa, pero hoy no nos detenemos ni desviamos hacia el Cerro de los Álamos Blancos. El viento sopla con fuerza y las nubes se acumulan anunciando lluvia inminente.

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En el collado de Lagasca (1604 m), nos reunimos con un grupo de andarines y excursionistas que, al igual que nosotros, aprovechan para abrigarse más o enfundarse en sus chubasqueros ante las primeras gotas de lluvia esparcidas por el viento.

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Un poco más adelante, hacemos otra parada cerca del nacimiento del arroyo de la Chorrera, tomándonos un respiro que nos permite hacernos una foto grupal… aunque Pawel ya se nos adelantó. La niebla/calima limita nuestra vista del paisaje, pero un claro entre las nubes nos regala unos rayos de sol.

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En el collado de la Mina, bromeamos con la posibilidad de visitar el refugio de La Salamanca, pero buen amigo que nos hemos encontrado nos avisa del mal estado del camino. Mejor, seguir adelante hasta el collado Hornillo (1637 m), testigo de innumerables de nuestras rutas y hoy, del emotivo encuentro con nuestro amigo Fer y su familia, que ejercían de andarines.

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Sintiendo que la ruta llega a su fin y sin que se hayan cumplido los pronósticos de lluvia, solamente nos queda descenso por la Cañada Leonesa, más pedregosa que nunca, breve parada en el mirador de Peña del Águila, “toboganes” por Aguas Vertientes, Prado Raso y arroyo Mayor, para, sin perder a nadie por el camino, que ya es mérito, acabar junto a la fuente de La Botella

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A juzgar por la cara de mis compañeros, el tiempo empleado en preparar la ruta ha merecido la pena sobradamente… “lo que me llena de orgullo y satisfacción” que dijo, más o menos…

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