El momento propicio para que surjan los imponderables es cuando piensas que lo tienes todo bien planificado
Este
domingo íbamos a rodar por latitudes sobradamente conocidas y a pesar de ello, opté por salir entre semana hasta en dos ocasiones para comprobar el trazado
que pensaba proponer.
El
primer día realicé en solitario la parte más dura del recorrido, intentando
evaluar (montado en mi e-bike) si mis
compañeros serían capaces de disfrutar del encuentro a pesar de la dureza y
dificultad planteada o si acabarían desollándome vivo al final de la ruta. Mantuve la propuesta.
El
segundo día, me dirigí directamente al teórico comienzo de ruta y gracias a que
lo hice pude comprobar la imposibilidad de recorrer algunos grandes tramos. La reciente corta y arrastre de pinos por la
zona habían hecho desaparecer los senderos conocidos. Una auténtica pena.
Cambio
de planes sobre los que no doy cuenta. De
hecho, en esta ocasión no adelanto nada más que una aproximación de track y a
pesar de ello, preparados para lo que esté por llegar, el domingo aparecemos: Andrés, Ángel, Enrique, Fer, Jesús, Juan, Luis
Ángel, Rafa, Santi y Alfonso.
Entre
medias de los saludos habituales, Luis Ángel descubre problemas con el tornillo
pasador del amortiguador trasero… falta una tuerca. Ya tuvo problemas el día anterior, pero pensaba
haberlo solucionado con quienes le realizan el mantenimiento. No era así.
El
intento de arreglo por parte de los más hábiles no avanza, se necesita una
tuerca muy concreta. Santi
se ofrece a volver a casa y buscar en su mini taller “cajón de sastre”. Parte del Grupo se queda in situ y el resto
partimos.
Nos acercamos a la fuente de la Virgen de las Nieves y a la fuente de la Yedra, pero aún no necesitamos reponer agua. Recorremos senderos divertidos por aquí y por allá, antes de tomar tramo en ascenso hacia la fuente de Peña Morena para alcanzar desde ahí el camino del Ingeniero.
Avanzamos a buen ritmo, pero no demasiado para dar tiempo a que nos alcancen los mecánicos, que anuncian por walkie que se han puesto en marcha cuando nosotros estamos a la altura de la fuente de las Barrancas.
Nos detenemos junto a las ruinas del chozo y la fuente de la Majada del Brezo, que vuelca sus aguas sobre una especie de esportón allí colocado a modo de pila. Jesús aprovecha para coger agua y esperamos a Ángel, que ha regresado sobre sus pasos a buscar un guante extraviado… ¿eeeh?
Más adelante y buscando
detenernos en zona soleada, nos reunimos con el resto del grupo… ¡ah no!,
que faltan Fer y Luis Ángel, que pierde
aire en una rueda. Unos minutos más de espera y ya con todo solucionado nos
ponemos en marcha.
Abandonamos
el camino del Ingeniero por desvío a la izquierda que cada vez está más limpio,
superamos zona complicada de piedras y en unos minutos nos ponemos junto a la
cotera que nos delimita con Ávila. Cuando
llego cerrando el grupo, ya todos me esperan al otro lado de la puerta metálica…
seguramente por inercia y hábito.
Que no, que no, que hoy no es por ahí, les digo. Toca seguir sendero complicado y en ascenso, siguiendo la valla pero sin saltar de provincia, superando a pie algunas zonas de lanchas de piedras. Cuando aviso de un desvío para salvar la peor zona solamente Enrique parece haberme oído y le veo avanzar sin apearse. El resto, empuja y trepa.
Apenas
1600 metros de avance muy lento y tras recodo encontramos el peñón en el que se
yergue orgullosa la Cruz de Pedro Álamo.
Ahí está, ahí está.
Antes
que nosotros han llegado excursionistas que se están haciendo unas fotos. Nos saludamos, pero descubrimos con desagrado
que al menos uno de ellos va fumando… No
sabemos con certeza si está prohibido por ley fumar en el monte, pero la inconsciencia
del acto nos hace llamarles la atención.
No
pueden faltar las fotos después de trepar junto a la Cruz y disfrutar de las formidables
vistas hacia El Espinar. En la piedra, grabado, “Esta +
puso P del Álamo – Año 1617”. Ya hemos
contado en otras ocasiones la leyenda y que la cruz original era de madera.
Al
poco de ponernos de nuevo en marcha, por zona espectacular y mientras bordeamos
el Peñón de la Solana, mi cambio se
queja lastimero y en un par de pedaladas tengo la cadena arrastrando por el
suelo. Noooooo.
A Enrique le apremia regresar
pero no duda, junto a Fer, en ponerse manos a la obra para solventar la avería. Gracias
amigos.
¡Cómo hemos cambiado!, que diría aquel… Descenso complicadillo hacia el Collado de las Lagunas, pero con una
soltura que ya no parece sorprender y de nuevo sin problemas en el descenso que
ahora toca por el Camino de las
Municiones hasta el chozo y la fuente
de los Arteseros.
![]() |
Fuente de los Arteseros |
Unos senderos en descenso para disfrutar los últimos minutos antes de que partan hacia sus casas los que van con prisas y el resto compartamos unas cervecitas. Poco kilometraje, no excesivo desnivel, nuevo trazado, muchas averías y enormes ganas de cara al nuevo encuentro.
¡Ah!, y sigo vivo.