Un día sin reír, es un día
perdido. Los domingos recupero aquellos que se me han escapado
Lancé
la convocatoria como cada jueves sabiendo que la propuesta tenía todos los
ingredientes para que acudiéramos un grupo reducido.
Previsiones
de altas temperaturas, desplazamiento largo para algunos, trazado divertido y
conocido pero con reto importante de desnivel en su segunda mitad… sin contar
con los compañeros que aún siguen convalecientes, que no son pocos, y algunos
otros que prefieren escuchar el relato de la aventura a disfrutarla.
Esta
ruta, o al menos en su mayor parte, ya la hicimos en 2018. Una época en la que nadie presagiaba la
llegada de virus asesinos, acaso cuando el ritmo de marcha del Grupo era más
benigno o cuando la edad no castigaba tanto la mente y los cuerpos de muchos.
Bueno,
fuera lo que fuese, este domingo es OTRO DÍA, pero acudo al lugar de encuentro
con la ilusión de siempre y a los pocos minutos estaremos listos para la
marcha: Andrés,
Ángel, Enrique, Juan, Luis Ángel, Santi y Alfonso.
Qué
agradable y apacible resulta adentrarnos y pedalear por senderos cercanos al Río Eresma, dejando atrás el puente de Peñalara y el puente de Navalacarreta, en unas fechas
en las que extraña no encontrarnos con demasiados excursionistas que huyan del
calor. Poco
más de 4 kms que nos sitúan en la zona
recreativa de la Boca del Asno.
Después
de cruzar con precaución la carretera CL-601 que baja del Puerto de Navacerrada,
nuestro recorrido nos lleva por caminos sinuosos y divertidos en zona cercana
al Centro Nacional de Educación Ambiental. A
pesar de que llevamos los GPSs, es fácil tomar el desvío equivocado en muchas
ocasiones, pues los caminos se entrecruzan jugando con nosotros al despiste.
Bordeamos
la ladera y disfrutamos por la Senda de la Acequia,
pegados a antiguas canalizaciones de agua, para abandonar la sombra de los
pinos y avanzar en ascenso hasta lo alto del Cerro del Puerco (1422).
A
nada que nos hubiéramos movido habríamos encontrado restos de parapetos,
trincheras y puestos de tirador, pero preferimos tomarnos un buen descanso en el
puesto con troneras bien conservado que ya conocíamos, desde el que tenemos
formidables vistas de Valsaín, Siete Picos… en un día especialmente claro.
Descenso
habilidoso por senderillo y tomamos pista es ascenso que nos va a acercar hasta
la Cueva del Monje, hoy en la
explanada con grandes pilas de pinos cortados, donde dicen habitó monje
nigromante en la Baja Edad Media.
Pues
hemos subido hasta la cueva para la foto de rigor, pero ahora nos toca
descender y desviarnos por la derecha, por senda que vadea el arroyo de la Chorranca y el arroyo de los Neveros, para coger el
camino forestal de Majalapena.
Avanzamos
por pista, bordeando el cerro del Monte
del Moño de la Tía Andrea, que sacudiría la cabeza viéndonos padecer y
avanzar metro a metro superando fuerte desnivel. Una
explanada aparece ante nosotros antes de curva pronunciada a derechas, pero en
esta ocasión nadie hace intento de girar a la izquierda e intentar tomar el
durísimo ascenso a la Silla del Rey,
aún nos queda camino.
La
pista ofrece variante pedregosa, con esfuerzos duros puntuales donde la
vegetación se cierra a nuestro paso y nos lleva a vadear de nuevo el arroyo de
la Chorranca que nos muestra delante el paredón que hay que superar. No creo que ningún compañero reivindique que
se hizo el tramo montado y sin tener que empujar la bici… pero si así fuera,
que lo diga o calle para siempre.
El
sendero se hace más llevadero y la vegetación se abre, como si de una puerta se
tratara, hacia un paisaje digno del pasaje de un cuento, con el cielo claro,
verdes y húmedas praderas, altos montes que te hacen sentirte muy pequeño y
arroyos de agua muy fresca que fluyen sinuosos ladera abajo.
Con
gusto nos apeamos para vadear el nacimiento del Arroyo de las Almas del Diablo, porque no queremos perder la
oportunidad de sacar unas fotos y lo
mismo ocurre metros adelante con el arroyo
de Peñalara.
Nos
encontramos en la Majada Aranguez,
en nuestro punto más alto de la ruta, a 1852 metros, en la ladera de Peñalara (2428 m), la montaña más alta
de la sierra de Guadarrama.
El exterior
del bien cuidado Refugio y Chozo
Aranguez (con las puertas hoy
cerradas con candado) nos dará ocasión de tomarnos un buen descanso, hacer muchas fotos e intentar grabar en
nuestra retina y memoria la belleza del lugar.
A
regañadientes emprendemos regreso, disfrutando de cada pedalada antes de coger
de nuevo la pista en obligada rápida bajada, que ahora hace chirriar nuestros
frenos con incómoda contaminación acústica.
Teníamos
intención de coger desvío cerca de la Fuente
del Chotete, pero comprobamos con vistazo desde arriba que el sendero
aparece muy sucio por las últimas cortas. Mejor
no arriesgar.
Pasaremos
junto a la Fuente de la Plata y por
el Puente del Vado de los Tres Maderos,
de nuevo por senderos que se entrecruzan y a todos nos resultan conocidos hasta
regresar a nuestro punto de partida.
Fenomenal
jornada, con altas temperaturas y dureza, pero digna de un esfuerzo que a todos
provoca orgullo.
Unas
cervecitas a la salud de tod@s.