Las restricciones en Madrid y el mal tiempo hicieron mella en nuestro Grupo. Se echaron de menos muchas caras pero puede que a la postre no nos envidiaran
Como si no hubiéramos consultado
las predicciones del tiempo o como si se hubieran hecho humo ante nuestros
ojos, la convocatoria se mantiene para este domingo a hora temprana y todavía
hay quien acude.
Andrés, Eva, Fer, Fernando,
Luis Ángel, Patrick, Pawel, Rafa y Alfonso, sonreímos al poder encontrarnos frente a
frente y vernos los ojos, con asépticos choques de puño o de antebrazo e
incluso con breves abrazos que cada vez tienen menos de entrañables. Corren
tiempos en los que las demostraciones de
cariño pueden matar. ¡Qué locura! ¿Verdad?
Bueno, sigamos… Sorprende a
todos que la temperatura no es tan baja como se esperaba, salvo para Fernando,
que llega desde El Espinar embutido en su chubasquero. El cielo parece hacer
amago de abrirse de nubes y dar paso al sol, lo que nos anima.
No, hacia la izquierda, le
digo a Andrés que ya iniciaba ascenso por la cuesta del Colegio como tantas y
tantas veces. Giramos y descendemos por la calle hasta cruzar una Nacional VI
que no echa de menos el tráfico de semanas pasadas.
Nos acercamos al río
Gudillos, que cruzamos por puente de madera que se mantiene intacto, a
diferencia del Puente del Ingeniero
que, situado unos metros más arriba, se encuentra actualmente en muy mal
estado.
Accedemos al Apeadero de San Rafael y cruzamos sus vías, siempre con la debida precaución aunque cada vez hay menos probabilidades de que te pille un tren dada su escasa frecuencia de paso.
Rodamos con tranquilidad por
el Camino del Colchonero, que muere
junto al puente del mismo nombre, bajo la vía férrea, pero giramos antes a la
izquierda para acabar tomando sendero que ya prácticamente ha desaparecido por
la falta de uso.
Puente del Colchonero Foto: Javi Sanz |
Senderos conocidos y
divertidos a nada que imprimas un poco de ritmo, pero nada, hoy parece que
algunos tienen resaca del último rutón por el Pirineo Aragonés y prefieren
rodar con amena charla.
El día anterior y en
escapada en solitario, pude comprobar que otros senderos conocidos estaban
intransitables, seguramente por culpa de las fuertes lluvias y viento de los
últimos días, con grandes ramas secas caídas, piedras desplazadas y surcos
profundos y peligrosos.
Hoy tomaremos en descenso un
sendero divertido, habilidoso y a tramos con bastante desnivel, que parece
haberse librado de la furia de los elementos y allá que va Fer, que se adelanta
con habilidad como si apenas tocara los frenos. Nos encontraremos junto al
aparcamiento de La Panera y en la Garganta del Río Moros, que acaba de abrir de nuevo sus puertas a primeros de mes.
Un tramo por pista, con el
río Moros a nuestra derecha, pudiendo ver y oír el agua que empieza a fluir con
cierta alegría por su cauce y seguimos hasta el cruce con el Puente Negro,
junto al embarcadero de ganado y optamos por atacar por la izquierda la senda
que siempre se disfruta en ascenso y un poco más cuando toca en descenso.
Subida dura pero asequible
que obliga a concentrarte en los pedales y en la respiración… Aquí no se
escuchan charlas, pero sí alguna broma que otra cuando Pawel se anima con las
e-bikes flanqueándole y aprieta cuesta arriba como si de un final de etapa se tratara.
Estar en nuevo cruce de caminos y no acercarse a saludar al Pino Cardosillo no tendría perdón, a pesar de que lo hemos visitado infinidad de veces. Y allá vamos y el pino sigue en su sitio, quizá algo más alto, quizá algo más grueso, presumiendo orgulloso de su gran tamaño. Cuando retomamos la marcha Fernando avisa… “Parece que ahora llueve más”, pero sus palabras se pierden sin respuesta.
No somos muchos, pero el
Grupo se estira y se estira y a medida que avanzamos nos perdemos de vista los
unos a los otros. No importa, nadie marcha solo y en lugar habitual cerca de
Peñas Blancas habrá reagrupamiento, pero hoy sin foto grupal. La niebla se ha
hecho dueña del valle y es el viento el que
ahora toma protagonismo. No llueve, pero te mojas más bajo los pinos.
Quisimos olvidarnos de Alex, pero Alex no se olvidó de nosotros
Hemos llegado casi al punto de no retorno y decidimos seguir
adelante. Si cesa el viento aparece la lluvia, es como si se dieran relevos
para incordiar. Los chubasqueros multicolores destacan sobre el color gris en
el que ahora se ha tornado el paisaje.
Se ha dejado atrás el desvío
hacia la Pedriza del Gamonal y el desvío haca los Ojos del Río Moros, para
reagrupar junto al Embalse del Espinar o del Vado de las Cabras. Hay algo en
nuestro interior que nos empuja a seguir adelante, a continuar con el trazado
que estaba previsto, pero viento y lluvia se han puesto ahora de acuerdo para
fastidiar y claramente se nota que ha habido descenso rápido de temperatura.
Nos miramos unos a otros, me
miran, les miro… Descenso por la vía rápida es lo más aconsejable. Nos hemos
quedado más fríos con la breve parada y Andrés avisa: “Cuanto más rápidos
bajemos más fríos nos vamos a quedar”
Intentamos seguir el consejo
y no bajar por la pista muy rápidos, pues es cierto que con la velocidad el
viento es criminal. Alguno dice no sentirse los pies y es general tener las
manos heladas bajo los guantes empapados. Los culotes ya están muy mojados y sentimos
que el agua se ha deslizado por la nuca hacia el interior del cuerpo.
Quieres bajar más despacio,
pero tambien quieres que esto acabe cuanto antes. El viento lanza agua como perdigones de
granizo a nuestras caras y se llega a sentir
dolor. La mayoría sin guardabarros no podemos impedir que el agua y el barro empapen
la parte baja de la espalda e imaginas que tú estarás igual de sucio cuando ves
a los compañeros.
Despedidas más rápidas de lo habitual pues buscamos cambiarnos y entrar en calor cuanto antes. Pero aún habrá quien sea capaz de mantenerse juntos unos minutos más para levantar unas cervezas a la salud de todos.
Fuerte abrazo amig@s.