La salida que unos cuantos habíamos propuesto para recorrer parte del Pirineo Aragonés, se hacía realidad este pasado fin de semana, 25 de Septiembre
Nuestro destino sería Aínsa, una pequeña villa medieval, uno de los pueblos más bonitos de España, lo cual pudimos comprobar durante estos tres días.
Los que allí nos
desplazaríamos seríamos: Andrés, Ángel, Enrique, Ernesto, Eva, Fer, Jesús, Nacho,
Patrick, Santi y Luis Ángel
En cuanto llegamos el viernes por la tarde pudimos comprobar inmediatamente el excepcional ambiente de bici que existe allí. Un paraíso del enduro y que no en vano ha albergado al campeonato del Mundo en dos ocasiones.
Bicis, con gran predominio
de las eléctricas, rutas que salen del mismo hotel, balizado de
recorridos, todo preparado y dispuesto
para unos tracks que al día siguiente comprobaríamos la gran organización y
despliegue de toda la zona.
El sábado haríamos una ruta
que nos llevaría desde Aínsa, desde la misma puerta del hotel, hacia el Pueyo
de Araguas, un macizo imponente del Pirineo Aragonés.
Esta ruta se caracterizaría
por sus trialeras, muy difíciles de subida y de bajada pero en muchos tramos
asequibles para el Grupo que demostró un gran nivel en trialeras como ya es
habitual desde hace mucho tiempo. La regularidad en las salidas domingo tras
domingo en cada ruta de AlfonsoyAmigos hace que el nivel sea más que notable.
Sorprendidos estaríamos de
la dificultad de muchas bajadas, muchas curvas y escalones que parecían
imposibles pero que sorteamos con mucha habilidad y sobre todo con mucho
entusiasmo.
Esta ruta fue una ruta que "sólo" tuvo 29 kilómetros y 900 metros de desnivel. Ahora bien, qué 29 kilómetros.
Al final de la jornada se mezclaban las caras de ilusión y
satisfacción por haberla completado sin incidencia y ninguna caída, algo
difícil de creer a tenor de lo que allí vimos y vivimos, y caras a la vez de
cansancio ya que las subidas fueron de desgaste absoluto. Sin embargo la tensión
en las bajadas es lo que más pudo afectar en cuanto al cansancio físico.
Por la tarde visitaríamos de nuevo la villa y los comentarios sobre lo acontecido durante la mañana se sucederían, siendo conscientes en ese momento que el recorrido había sido mucho más difícil que lo que pensábamos tanto al inicio, como nada más haberla completado.
El domingo haríamos nuestra
segunda y última ruta del fin de semana. Una ruta que en principio era más
corta, con 16 kilómetros y 800 metros de desnivel. Queríamos una ruta
relativamente corta que nos permitiese estar en los coches a una hora
prudencial para emprender nuestro viaje de vuelta a Madrid.
Pero esos datos de kilómetros
y desnivel, serían una trampa mortal para lo que nosotros creíamos. La jornada
empieza subiendo por pista con rampas muy empinadas y pronto entraríamos en un
bosque con sendas en ascenso muy
complicadas que nos harían descabalgar de las bicis una y otra vez. Sin
embargo, las vistas que tuvimos al acabar esas zonas de ascenso, merecieron la
pena el haber seleccionado esta ruta.
En esa primera parte de la ruta pudimos coincidir todos, que ese recorrido como muchos de los que se dan en esta zona son propicios para las bicis eléctricas ya que las subidas son prácticamente imposibles sin la asistencia en este tipo de máquinas.
Y desde lo más alto de
ese ascenso comienza la bajada, comprobando que en muchos tramos de esta
senda, esas bajadas son excesivamente radicales para lo que nosotros estamos
acostumbrados a hacer. Una senda muy de enduro que en algunos tramos se hacían
prácticamente imposibles.
Pero al igual que en las
subidas, las bajadas no van a durar toda
la vida, llegando entonces al pueblo de Morillo. En ese momento llevamos 9
kilómetros pero la sensación es de llevar muchos más.
Desde el pueblo comentado,
ascenderíamos por pista forestal hasta una loma, desde donde ya caeríamos hacia Aínsa, nuestro destino
final. Sin embargo, la celebración de una montería justo por donde nosotros
pasábamos nos hizo tener que recortar la ruta sin poder disfrutar del último
sendero que nos habían prometido sería de los más divertidos de las dos
jornadas, al ser muy rápido y ausente de complicación.
Así, cuando eran las 13h
aproximadamente dábamos fin a nuestra aventura por el Pirineo en estos dos
días. Patrick y Eva que habían salido por la mañana un poco antes para intentar
completar la ruta antes que nosotros y poder salir hacia Madrid antes,
llegarían en este caso después ya que ellos sí pudieron completar esos kilómetros
que nosotros finalmente no haríamos. Ellos corroborarían que ese sendero que he
comentado anteriormente era sensacional. No había más que verles las caras.
Y por fin saldríamos hacia Madrid. Con la alegría de haber compartido de nuevo un fin de semana juntos, con grandes momentos tanto en bici como en el tiempo libre que compartimos.
Y
fuimos conscientes de dos cosas, una, que el nivel del grupo en las bajadas
sigue y sigue subiendo dejando de lado cualquier miedo por complicadas que sean
las bajadas y en segundo lugar que Aínsa es un fantástico lugar para montar en
bici donde casi todo está hecho por y para la bici, pero fuimos conscientes
también de que los recorridos, y no fueron los catalogados como negros o muy
difíciles, tal vez sean un poco radicales para lo que nosotros estamos
acostumbrados a hacer semanalmente.
Aun así y todo, creedme, fue un soberbio fin de semana, con momentos increíbles e inolvidables.
Gracias a todos los que me
acompañaron y también a los que no pudieron venir por diferentes circunstancias
que se les echo mucho de menos.
Pronto estaremos
planificando nuevas salidas para seguir recorriendo los mejores rincones de
España.
Por eso podemos decir que la próxima... cada
vez más cerca.
¿Quién dice que bajando no se hace deporte?
Un abrazo para todos.