El verdadero fracaso de una persona no es el hecho de fracasar en sí, sino el de no volver a intentarlo
El Valle del Lozoya ha sido hoy el
escenario de nuestra ruta, aunque el elenco de actores se ha visto reducido si
lo comparamos con otras puestas en escena anteriores.
Sin
embargo, tener que madrugar no ha intimidado a Andrés, Enrique, Jesús, Rafa,
Santi y Alfonso.
La
convocatoria ya dio a entender que hoy acabaríamos la ruta con trazado en
descenso, lo que fue celebrado por todos, pero la alegría que provocó en alguno
tal vez le impidió comprobar cuál sería el resto del recorrido previsto.
Al
poco de comenzar la ruta nos encontrábamos rodando por pista forestal marcada
como PR M-35 (PR: Senderos balizados de
“pequeño recorrido”)
Poco
más de las 8,30 de la mañana y la alta temperatura ya daba los primeros avisos,
a lo que no ayudaba empezar con un ascenso continuo que acumularía en 9
kilómetros un desnivel de 475 metros, pero el pequeño grupo avanzaba a buen
ritmo. Dicen
que desde el lunes bajan las temperaturas… ¡a buenas horas!
Una
antigua torre de vigilancia forestal, aparentemente en desuso, nos sirve de
pretexto para la primera parada. A su
lado, una gran estructura metálica de enorme altura ha sustituido a la primera
en sus responsabilidades. Desde
este punto alcanzamos a ver sin problemas el Embalse de Pinilla.
Pasaremos
de largo, casi sin fijarnos, los dos desvíos que parecen tener como destino el
Alto de las Calderuelas (2013m) y el Puerto de Malagosto (1928m). Nota: Me indican que es viable ascenso en bicicleta
desde el punto en el que nos encontramos. Quedan
marcados próximos objetivos.
Se
diría que ya regresamos, pues a partir de este punto la pista empieza a
descender perdiendo gran parte de la altura ganada, como si se hubiera tratado
hasta ahora de un “subir pa naa”, pero el recorrido y las vistas merecen ser
disfrutados.
Vamos
rápido, pero no se nos pasa ver el Carro del Diablo y detenernos para hacer
fotos de recuerdo.
Poco
más adelante se nos ofrece un nuevo desvío, hacia el mítico Puerto del Reventón. Serían unos cinco kilómetros de durísimo
ascenso por pista muy empedrada que hacen volar la imaginación de todos,
diseñando mentalmente rutas de ida y vuelta o de “rutazas” dejándonos caer por
la otra vertiente. Queda
anotado en la agenda.
Impresionante
ver a los compañeros, en pleno esfuerzo, permitirse el lujo de pensar en retos
más duros.
Solo teniendo la voluntad de
conseguir lo imposible se realiza lo posible. Henri Barbusse
A
Enrique se le ve pletórico. Como
él dice: “El
entrenar lleva tiempo y esfuerzo, pero da gusto ver los resultados”… Y tanto que se ven. Incluso le vemos realizar “series” en los
primeros kilómetros. No
obstante, al encontrarnos con el desvío que nos llevaría a visitar una vez más el Monumento al Guarda Forestal (un
ir y volver), apoya el seguir adelante.
Estamos
frente a los tramos más duros de la jornada de camino a la Sillada de Garcisancho, con desniveles que ralentizan mucho la
marcha pero que ayudan a más de uno a ahuyentar fantasmas del pasado en
idéntica situación. El
terreno muy seco, pedregoso y resbaladizo no ayuda, pero arriba nos encontramos
todos en el punto más alto de nuestra ruta.
El sufrir se va a acabar
Sabemos
que se ha superado lo peor, que ahora todo será bajar, bajar y bajar y las
caras recobran su color tras el esfuerzo.
Antes
se pusieron a prueba nuestras piernas y ahora habrá que comprobar si nos quedan
pastillas de frenos, zigzagueando por camino forestal muy roto hasta acercarnos
al Río Lozoya.
Se
disfruta rodando por el margen izquierdo del río y después por el derecho, por
el Camino de las Vueltas, tras cruzar por pequeño puente de madera. Y ahora con precaución porque ya se ven
senderistas por la zona.
Apenas
veremos el Puente de la Angostura, por
estar la zona muy cubierta de vegetación en estas fechas y por el que
preguntaron senderistas justo cuando se encontraban sobre él.
Puente de la Angostura AlfonsoyAmigos - Junio 2016 |
Senderos
para disfrutar y divertirse, sin complicación alguna salvo en algún pequeño
tramo al vadear un arroyo y a partir de ahora veremos gran cantidad de
excursionistas que ya han tomado posesión de alguna pequeña parcela junto al
río y aprovechan para refrescarse las piernas.
El Embalse de la Presa del Pradillo es
visita obligada así como alguna foto que se repite casi idéntica a la de años
anteriores, pero que a todos nos divierte.
A
medida que vamos perdiendo altura la temperatura va aumentando y el camino
despide mucho polvo a nuestro paso a pesar de rodar muy tranquilos.
Dudábamos
si el área recreativa de Las Presillas
estaría abierta y sí lo está, aunque su aforo parece reducido. Pero lo que nos interesa es que su quiosco de
refrescos también está abierto, que encontramos mesa libre en una buena sombra
y que Enrique decide invitarnos a unos refrescos en honor a su cumpleaños
pasado. ¡Qué
maravilla!
Cuesta
volver a arrancar, estábamos muy a gusto a la sombra. Nos quedan 3 kms de auténtico paseo para no
levantar más polvo y compartiendo el camino con aquellos que deciden pasear por
la zona sin importarles polvo y calor.
Nos
falta el regreso a casa, pero no hay duda de que la escapada ha merecido la
pena. Nuevos
compañeros parten de vacaciones...