Habíamos planificado esta gesta desde hacía mucho tiempo y los meses pasaron hasta que llegó El Gran Día
Nos habíamos planteado coronar el Pico Veleta, en Granada, el puerto más alto de Europa con una cima en los 3.398 mts.
Para lograr el objetivo estaríamos dispuestos: Andrés, Ángel, Enrique, Eva, Miguel, Miguel Ángel, Patrick,
Santi y Luis Ángel
El
pueblo de donde partiríamos seria Capileira,
uno de los pueblos blancos de Las Alpujarras.
La
empresa sabíamos que no sería fácil ya que la cima está a 34 km desde nuestro
hotel y el desnivel acumulado en la jornada seria de 2.000 mts.
La
jornada empieza subiendo y ya no dejaríamos de subir en los 34 kilómetros hasta
llegar a nuestro destino.
Los kilómetros van cayendo y la primera parte de la ascensión por pista forestal se hace relativamente cómoda, sin grandes rampas pero con pendientes sostenidas del 6-8% que hacen que sea necesario administrar el esfuerzo sobre todo sabiendo todo lo que queda por delante.
Como si nos lo hubiéramos propuesto, hacemos metas volantes, en las que apenas paramos. Y así llegamos a los 2.000 y posteriormente a los 2.700 mts.
Los kilómetros van cayendo y la primera parte de la ascensión por pista forestal se hace relativamente cómoda, sin grandes rampas pero con pendientes sostenidas del 6-8% que hacen que sea necesario administrar el esfuerzo sobre todo sabiendo todo lo que queda por delante.
Como si nos lo hubiéramos propuesto, hacemos metas volantes, en las que apenas paramos. Y así llegamos a los 2.000 y posteriormente a los 2.700 mts.
En
esta parada, casi obligada para aclimatarnos a lo que vamos subiendo, reunimos
al grupo para concienciarnos del gran reto que nos queda por delante. Es en este punto, donde se acaba la pista
forestal.
Empieza ahora un sendero pedregoso que permite que las bicis rueden bien pero tantos cantos y piedras rompen el ritmo necesario para mantener el esfuerzo constante. El próximo objetivo y no fácil sería el punto 3.000 habiendo ya recorrido 26 km todos ellos de subida, sin el más mínimo descanso.
Ahora es cuando la ruta se pone muy complicada, pues hay que completar 8 kilómetros más por encima de los 3.000. El grupo se ha estirado y cada uno marca su ritmo.
Es una auténtica batalla física pero aún más psicológica. Los kilómetros pasan muy despacio y el esfuerzo en cada pedalada se hace cada vez más y más duro.
Empieza ahora un sendero pedregoso que permite que las bicis rueden bien pero tantos cantos y piedras rompen el ritmo necesario para mantener el esfuerzo constante. El próximo objetivo y no fácil sería el punto 3.000 habiendo ya recorrido 26 km todos ellos de subida, sin el más mínimo descanso.
Ahora es cuando la ruta se pone muy complicada, pues hay que completar 8 kilómetros más por encima de los 3.000. El grupo se ha estirado y cada uno marca su ritmo.
Es una auténtica batalla física pero aún más psicológica. Los kilómetros pasan muy despacio y el esfuerzo en cada pedalada se hace cada vez más y más duro.
Ahora
las rampas más duras del 10-11% son las que ya van minando el cuerpo y haya que
sacar fuerzas de donde sea. No
hay tiempo ni posibilidad para desfallecer. Nos habíamos
propuesto un reto muy duro y en ello estábamos.
Pero hasta aquí todo iría más o menos según lo previsto. El problema y la “trampa final” llegan ahora.
Pero hasta aquí todo iría más o menos según lo previsto. El problema y la “trampa final” llegan ahora.
Nos quedan apenas 3 kilómetros para coronar, y creímos que sería solo un esfuerzo más, el último y definitivo. Pero esos últimos kilómetros tienen que salvar 200 mts de desnivel para alcanzar nuestra cima, la meta.
Esos kilómetros se hacen extremadamente exigentes, duros y demoledores. Es la propia pista del Veleta en Sierra Nevada. No hay descanso y sus rampas del 9% parecen tragarte hacia abajo impidiéndonos llegar.
El cuerpo está muy castigado, tremendamente cansado y la altitud hace mella en nosotros y de qué manera. Finalmente, tras sufrir como pocas veces recordamos, alcanzamos lo más alto del Pico Veleta.
La ilusión y emoción es absoluta pero se mezcla con esa sensación de mareo por el desgaste brutal, pero sobre todo por la altitud y haber estado rodando durante mucho tiempo por encima de los 3.000 metros
Aprovecharíamos para hacer todas las fotos inmortalizando nuestro hito y comer para afrontar el resto de la jornada. Nos quedaban ahora 34 kms de bajada, sin descanso tampoco y la empezamos muy cansados pero contentos de saber que ya lo más duro había pasado.
Y aquí viene el gesto humano de la ruta: En un desvió, Miguel Ángel se equivoca y prosigue la bajada hacia la vertiente contraria a la que los demás íbamos y que marcaba el track.
Al darse cuenta, vuelve a subir 3-4 km hacia ese desvió, pero encuentra en el camino una familia con un niño accidentado. Decide volver a bajar por lo ya remontado, en busca de ayuda de la Guardia Civil. Al final recorrió 7 km adicionales de subida y le quedaba toda la bajada. Fue seguro la nota humana y de solidaridad de la jornada.
Los demás seguíamos bajando a muy buen ritmo, sin descanso y sin poder localizar a Miguel Ángel tras varias llamadas sin cobertura.
El perfil de la bajada da la sensación de estar subiendo, puede que por el mal de altura, pero nada más lejos de la realidad ya que no dejamos de descender en ningún momento.
Una pequeña parada cuando quedan 19 km de bajada para intentar contactar con Miguel Ángel, pero no nos sería posible. Decidimos seguir bajando, sin parar, a un ritmo tremendo ya por pista forestal. Hasta tal punto era la bajada, que aquello se hacía interminable.
Y cuando quedan poco más de 12 km, aparece Miguel Ángel alcanzándonos, en lo que no queremos ni imaginarnos el ritmo suyo de bajada, después de haber cumplido con ese gesto humano tan emotivo.
Finalmente llegaríamos al pueblo, a Capileira, nuestro punto de inicio. Había sido una jornada tremenda, durísima y como alguno de nosotros comentó, de un esfuerzo sobrehumano.
La ruta es extremadamente exigente y la forma física, que la había, no es suficiente. Esta ascensión sin una cabeza bien dispuesta para esta gesta, sin tener la psicología y la aceptación del sufrimiento, es imposible de realizar.
Este fue el reto que nos planteamos y que conseguimos. Impresionantes todos mis compañeros por su esfuerzo, por su valentía y por su determinación. Un orgullo haber podido conseguirlo con todos y cada uno de ellos. Gracias a todos ellos por haber compartido este momento tan especial.
Fue un fin de semana sensacional y con un ambiente inmejorable. Y aunque la dureza fue tal como la hemos comentado, ya estamos planificando la próxima aventura, para después del verano.
Esa será otra historia que contaremos dentro de no mucho, ya que el próximo destino está... cada vez más cerca.