sábado, 20 de junio de 2020

De Miraflores a Morcuera, Canencia y Cabeza Braña con AlfonsoyAmigos


Papá, ¿hemos entrado ya en la “nueva normalidad”?

Pues puede que sí y puede que no. El que lo tenga totalmente claro que levante la mano

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AlfonsoyAmigos es un grupo ciclista y como tal le preocupa conocer si ya ha llegado el momento de poder volver a reunirse con los amigos de distintas comunidades.

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Pero como, últimamente, a nada que te descuides te arriesgas a que te caiga alguna sanción, hemos preferido aplazar nuestro reencuentro interprovincial una semana más, para regresar a la próxima con todas las garantías.

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Hoy, los madrileños, teníamos garantías de que la ruta MTb que íbamos a realizar sería espectacular. Nuestros aguerridos expedicionarios así lo habían garantizado y aprovechando que cada Comunidad tiene potestad para marcar sus propias normas, decidimos convocar una vez más  la salida en sábado y a las 8 de la mañana.

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Dicho está, en Miraflores de la Sierra a las 8 y aparecemos:
Ángel, Enrique, Ernesto, Juan, Juanjo, Luis Ángel, Rafa, Samuel, Alfonso, Jesús y sus amigos Juanjo y Paco, a los que ya consideramos amigos y esperamos sea recíproco. Excelentes deportistas y excelentes personas (muy “buena gente”).

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La vieja estación de Miraflores sigue un año más en el mismo lugar y seguro que se alegra de que la visitemos de vez en cuando aunque sea a tempranas horas, que no parecen serlo tanto por la cantidad de ciclistas que nos vamos a encontrar.

Curiosidad: Fundada en el siglo XIII por ganaderos segovianos, el primer nombre de esta localidad fue el de “Porquerizas de la Sierra”. Parece ser que la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, exclamó al pasar por la zona en 1627 de camino para el Monasterio de El Paular: “Mira flores”

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Que poco entusiasma comenzar con un primer kilómetro por la cuestecita de la calle de la Estación, pero es lo que hay. Algo de recorrido urbano y ya estamos junto al Área Recreativa de la Fuente del Cura y nos hacemos foto junto a la Fuente de la Villa. Recordemos que la Fuente del Cura se encuentra cerca de la ribera del río, más abajo de donde nos encontramos.

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Bajo nuestras ruedas la pista forestal del Monte Aguirre que nos llevará sin pérdida hasta el Puerto de la Morcuera. Algo más de siete kilómetros por recorrido duro pero muy agradable a la vista. A nuestra derecha el pequeño embalse de Miraflores. Y los 3 kms que nos acercan hasta el mismo Puerto, con la temperatura ya subida de grados.

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Bullicio de ciclistas por todas partes, de montaña y de carretera, y habrá que hacer turno para podernos fotografiar junto al cartel que marca los 1796m de altitud. Creo recordar que en noviembre del pasado año hicimos intento de esta misma ruta, pero el fuerte viento nos impidió ir más allá del Puerto de la Morcuera.


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Seguimos adelante para detenernos en la Fuente Cossío, labrada en granito e inaugurada en 1932. Poca agua ofrece a estas alturas del año pero con paciencia…


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Nos dejamos caer por carretera y giramos a la derecha, de nuevo en pista forestal, hacia el Collado del Hontanar y el Puerto de Canencia, realizando en sentido inverso parte de recorrido ya conocido de Mayo de 2019: “Altos del Hontanar”, pero teniendo mucha precaución por la cantidad de excursionistas que nos encontramos.

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Increíble la cantidad de coches que encontramos aparcados en cada rincón disponible y continuo el intento de acceder de nuevos vehículos. Habrá que sortear muchos de ellos para poder retomar nuestra ruta.


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Habíamos podido rodar a muy buen ritmo en el último tramo, pero ahora llega la parte más dura, durísima, del recorrido. Encontramos cruce de caminos conocido. Hasta aquí llegamos tras ascenso desde la localidad de Canencia en anterior ocasión, pero hoy tomamos el camino de la derecha que parece suave al principio.


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Engañoso al principio, pero el GPS indica sin reparos que vamos cogiendo progresivo desnivel, hasta que te encuentras con una auténtica pared.


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Rafa y yo, con nuestras e-bikes, nos pegamos a un Ángel que parece estar dispuesto a lograr la machada. En los dos tramos súper duros las e-bikes tienen que recurrir al siguiente porcentaje de ayuda y Ángel se detiene breves segundos para rebajar unas pulsaciones que se disparan sin contemplaciones.

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Atrás creo ver las cabezas de Juanjo, de Enrique… que se incrustan sobre los manillares de sus bicicletas mientras tiran de piernas y lumbares.


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El paso de una puerta en la cotera da pie a las felicitaciones, a la recuperación del resuello y al disfrute de las vistas. Los compañeros van llegando sin una palabra de queja, pero las sonrisas se mezclan con las muecas de sufrimiento y aún queda la guinda.


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A la izquierda y presentándose como una auténtica pared, aún quedan 64 metros para alcanzar el alto de Cabeza de la Braña (1771m), pero allí estaremos todos.


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Se han acabado los ascensos, pero el descenso largo que nos resta no va a ser camino de rosas. 


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Sendero con piedra muy suelta en el que es difícil detenerse por el desnivel sin resbalar, piornos que todavía están tiernos y no arañan, pero las zarzas te dejan huella en brazos y piernas. Un paisaje increíble que invita a detenerse a cada instante y disfrutarlo.


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Cuando ya estamos cerca de Burtarviejo hay un desvío que nos hace dudar durante breves minutos y más cuando comprobamos que es imposible de transitar montados. Un sendero muy, muy estrecho y con mucha vegetación, que nos obliga a andar empujando las bicis.
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Voy cerrando la comitiva y por delante de mi Luis Ángel. Tal vez por el calor que ya sufrimos a esas horas o por un despiste tonto, mi pie izquierdo pisa vegetación pero cede a un agujero sin encontrar soporte y el peso de la e-bike se me viene encima.


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En décimas de segundo caigo con la cabeza por delante en medio de un zarzal que me araña todo el cuerpo pero no consigue detener mi caída. Un fuerte golpe en el casco me avisa de que he encontrado algún tope, pero el peso de mi cuerpo y de la bici sigue empujando hacia abajo.


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Luis Ángel se percata y viendo el panorama grita a los compañeros pidiendo ayuda. Se debieron asustar de verdad pues en segundos ya veía la cabeza de todos asomando hacia el agujero en el que me encontraba.


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A duras penas conseguía enderezarme pues cualquier apoyo era para clavarme espinas y tenía peligro de seguir hundiéndome más. Una cadena formada por los compañeros y la mano de Ángel que agarra con fuerza la mía para tirar de ella y de los 94 kg que la acompañan.


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Consigo sentarme, improvisar una sonrisa y levantar el pulgar ante la cámara de Paco que no pierde la oportunidad de hacer una fotito. (Alma de reportero).


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Fuerte golpe en la cabeza (gracias casco), arañazos mil y dos cortes en una oreja que la zarza quiso retener como si fuera suya. Os garantizo que si llego a ir solo aún me encuentro allí sin poderme enderezar y mucho menos salir. ¡Tened mucha precaución en las salidas en solitario!


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Juanjo y Paco muy preparados: Guantes, suero fisiológico, puntos de aproximación, desinfectante, gasas… y el lujo de tener con nosotros a Enrique. Gracias de nuevo a TODOS.


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El recorrido mejora y es muy divertido por zona de toboganes y canchales, pero el aturdimiento no me deja disfrutarlo como quisiera y además me veo ahora algo torpe. Los amigos no me pierden de vista.


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El último tramo de la ruta discurrirá junto a las vías abandonadas del tren Madrid-Burgos, donde es imposible adelantar al compañero pero tampoco es necesario cuando el que va en cabeza, creo que Luis Ángel, marca tan buen ritmo durante casi 8 kms.


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Casi 50 kms recorridos, 1252 m de desnivel superado, rampones, trialeras, paisajes maravillosos, un poco más de calor del que hubiera deseado y una caída aparatosa que a todos asustó.  Nunca sabes lo que te puede deparar una ruta, pero la semana próxima habrá más… y nos encontraremos en San Rafael.  ¡Hasta entonces!

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