Carpe diem, aprovecha cada día, cada momento. Consigue que tu vida sea extraordinaria
Es fácil lanzar una propuesta de ruta MTB para AlfonsoyAmigos. Se fija un destino, se señala un día y listo ¿verdad?
Pero
cada cual, en casa, no puede evitar que algunas preguntas floten en el
aire, máxime cuando los que te rodean muchas veces no llegan a entenderte.
¿A cuántos kilómetros dices que tenéis que
desplazaros? ¿Qué
te vas a levantar a qué horaaaaa? ¿De
verdad merece la pena lo que queréis hacer?
En
nuestra cabeza lo tenemos claro, muy claro, MERECE LA PENA. Vamos
a disfrutar de la bicicleta compartiendo muchos minutos con buenos amigos y
esto siempre merece la pena, pero explicárselo a los demás cuesta más
que explicar por qué somos algunos del Atlético.
Cinco
amigos optamos por pasar la noche del sábado en Hontoria del Pinar (donde reside nuestro amigo Paco, al que veremos
más tarde) y el resto, hasta sumar total de 13, preferirán (o no les quedará más remedio) que
pegarse un fuerte madrugón, que pocos entenderían, para llegar a compartir la
hora del desayuno.
En
el aire flota magnífico ambiente, se notan las ganas que todos tenemos de ruta.
Unos por repetir y otros
para conocer los recorridos tantas veces comentados.
¿Qué quiénes nos hemos juntado?
Alberto, Andrés, Ángel, Enrique,
Fer, Jesús, Juan, Luis Ángel, Nati, Rafa, Santi, Toño y Alfonso.
En
la primera foto no aparece Luis Ángel… aún está ajustando su bicicleta para la
marcha, ¡QUÉ RARO! Pero
pronto, todos juntos marchamos hacia el Parque
Natural del Cañón del Río Lobos.
Para
irnos entonando y cogiendo confianza, nos encontramos con 12,5 kms de sendero
single en suave descenso que la naturaleza ha diseñado para disfrutar de la
bicicleta. Hasta
ahora siempre lo habíamos recorrido en sentido inverso.
Zigzagueo
continuo en el que pronto perderemos de vista a Fernando, más entusiasmado
disfrutando de su bicicleta que del fenomenal entorno que nos rodea. Otros le seguirán y atrás quedaremos quienes
nos detenemos de vez en cuando para hacer algunas fotos y para observar que
Ángel ha pinchado. El
haber tubelizado hace pocos días no le salva al compañero del llantazo
recibido.
Liquido
anti-pinchazos, mecha, bombonas de CO2 y aquello no se arregla. Ha destalonado y pierde aire por varios
puntos. Se ha
intentado de todo pero habrá que recurrir a la cámara de repuesto que Ángel
pensaba ya había desterrado. Nos
dicen los compañeros que estas maniobras nos llevaron casi una hora.
El
grupo rezagado no nos detenemos en la Fuente
de la Canaleja y bajo el único árbol con sombra en las cercanías del Puente de los Siete Ojos (a través de los cuales aún no hemos visto en
3 ocasiones recorrer agua), nos espera el resto del grupo, bastante
relajado por cierto, pero con ganas de reemprender la marcha.
Toño
y Nati investigaron recorrido por el que ahora nos guían, llevándonos por
sendero divertido entre árboles, junto al Río
Arganza, hasta tierras de San Leonardo de Yagüe, variante que
realmente mereció la pena conocer.
Hemos
recorrido casi 19 kms y realmente empieza ahora el trazado de anteriores
ocasiones, por el GR-86 y los márgenes del Arroyo San Roque. Una pista
forestal, arreglada con grava no hace mucho nos acerca, tras duro repecho y
posterior descenso rápido hasta la localidad de Casarejos.
Agua, foto frente al Ayuntamiento y acercarnos al Lavadero que no se puede dejar de visitar, donde aprovecharemos para tomar algún alimento, refrescarnos y bromear sin parar.
Enseguida nos adentramos en garganta que se va haciendo profunda y escarpada e impresiona desde los primeros metros, siguiendo el cauce, ahora seco, del Arroyo de Valderrueda. La Cueva del Agua dará pie a una parada para nuevas fotos y bromear con lo poco que ha cambiado Fer, de aspecto… y de genio.
Siguiendo el trazado nos acercaremos hasta confluencia con el Río Lobos, protagonista de lujo, y los andarines ya se empiezan a dejar ver a medida que van avanzando los minutos. La cortesía y educación primordial para que todos disfrutemos de lo que más nos gusta.
Llegamos hasta la Ermita Templaria de San Bartolomé (románica del siglo XIII) y la Cueva Grande que se abre ante nosotros para que todos los compañeros intenten alcanzar el punto más alto sin apearse de la bici… y a fe que lo consiguen. Los buitres extienden sus dominios en la maraña de cuevas y grutas que rodean la ermita.
Es hora de emprender el regreso volviendo por la Senda del Río, siguiendo en esta ocasión el curso del Río Lobos. La senda juguetea con el río aquí o allá, obligando a vadear por medio del agua o haciendo equilibrios para no resbalar sobre grandes bloques de piedra.
En uno de estos pasos, habrá ocasión de reírnos e incluso conseguiré que grupo numeroso de amables excursionistas se me unan para lanzar gritos de ánimo para Alberto y Luis Ángel en su intento por lograr el vadeo. Del resultado… mejor ver los vídeos.
El resto del grupo se ha alejado, ajenos a nuestras demostraciones circenses. Retomo la marcha con Alberto y Luis Ángel a buen ritmo pero aunque íbamos muy juntos, en un momento determinado vuelvo la cabeza y como por arte de magia Luis Ángel ha desaparecido.
Unos minutos de espera y el compañero que no llega. Alberto espera paciente y yo emprendo el regreso en busca del compañero extraviado, pero estoy pasando por lugares ya recorridos y no doy con él. Es imposible que se haya ahogado, el río trae muy poca agua.
Será un excursionista el que de la pista: Le han visto atrás, en el río, buscando algo en el agua. ¿Se habrá puesto a pescar? El resto sigue estando ajeno y continua su marcha. Los walkies no alcanzan y los móviles se encuentran sin cobertura dando lugar a algunas llamadas entrecortadas. Los minutos transcurren “lentos e inexorables”.
Finalmente y coincidiendo casi con el retorno del hijo pródigo, que ha extraviado su GPS sin conseguir recuperarlo, me llega una primera llamada de Andrés: “Ya estamos en el Puente de los Siete Ojos”. A la que seguirá otra minutos más tarde: “Seguimos marcha para avisar al restaurante”.
El avance de los rezagados se hace ahora muy rápido, tanto como podemos, por sitios complicados de piedras, ramas y pedrolos, pero las bicicletas parecen volar.
Agua, foto frente al Ayuntamiento y acercarnos al Lavadero que no se puede dejar de visitar, donde aprovecharemos para tomar algún alimento, refrescarnos y bromear sin parar.
Enseguida nos adentramos en garganta que se va haciendo profunda y escarpada e impresiona desde los primeros metros, siguiendo el cauce, ahora seco, del Arroyo de Valderrueda. La Cueva del Agua dará pie a una parada para nuevas fotos y bromear con lo poco que ha cambiado Fer, de aspecto… y de genio.
Siguiendo el trazado nos acercaremos hasta confluencia con el Río Lobos, protagonista de lujo, y los andarines ya se empiezan a dejar ver a medida que van avanzando los minutos. La cortesía y educación primordial para que todos disfrutemos de lo que más nos gusta.
Llegamos hasta la Ermita Templaria de San Bartolomé (románica del siglo XIII) y la Cueva Grande que se abre ante nosotros para que todos los compañeros intenten alcanzar el punto más alto sin apearse de la bici… y a fe que lo consiguen. Los buitres extienden sus dominios en la maraña de cuevas y grutas que rodean la ermita.
Es hora de emprender el regreso volviendo por la Senda del Río, siguiendo en esta ocasión el curso del Río Lobos. La senda juguetea con el río aquí o allá, obligando a vadear por medio del agua o haciendo equilibrios para no resbalar sobre grandes bloques de piedra.
En uno de estos pasos, habrá ocasión de reírnos e incluso conseguiré que grupo numeroso de amables excursionistas se me unan para lanzar gritos de ánimo para Alberto y Luis Ángel en su intento por lograr el vadeo. Del resultado… mejor ver los vídeos.
El resto del grupo se ha alejado, ajenos a nuestras demostraciones circenses. Retomo la marcha con Alberto y Luis Ángel a buen ritmo pero aunque íbamos muy juntos, en un momento determinado vuelvo la cabeza y como por arte de magia Luis Ángel ha desaparecido.
Unos minutos de espera y el compañero que no llega. Alberto espera paciente y yo emprendo el regreso en busca del compañero extraviado, pero estoy pasando por lugares ya recorridos y no doy con él. Es imposible que se haya ahogado, el río trae muy poca agua.
Será un excursionista el que de la pista: Le han visto atrás, en el río, buscando algo en el agua. ¿Se habrá puesto a pescar? El resto sigue estando ajeno y continua su marcha. Los walkies no alcanzan y los móviles se encuentran sin cobertura dando lugar a algunas llamadas entrecortadas. Los minutos transcurren “lentos e inexorables”.
Finalmente y coincidiendo casi con el retorno del hijo pródigo, que ha extraviado su GPS sin conseguir recuperarlo, me llega una primera llamada de Andrés: “Ya estamos en el Puente de los Siete Ojos”. A la que seguirá otra minutos más tarde: “Seguimos marcha para avisar al restaurante”.
El avance de los rezagados se hace ahora muy rápido, tanto como podemos, por sitios complicados de piedras, ramas y pedrolos, pero las bicicletas parecen volar.
En
el Puente nos esperan varios compañeros y juntos nos lanzamos a afrontar los 12
kms más divertidos. Pero
la alegría dura poco, tiro de maneta para frenar y no responde, he oído un
click y he perdido una de las pastillas del freno trasero.
De forma acertada, Toño aconseja que el resto vayan avanzando y nos quedamos el trío eléctrico. Yo sí consigo encontrar el objeto perdido y Toño da muestras de su gran habilidad como mecánico.
Comprobad en el track lo sinuoso del recorrido que nos resta y después pensad en 3 bicicletas eléctricas que se ponen a su límite de 25 kms/hora esquivando con arte de maestros en recortes taurinos cuantos obstáculos se ponen por delante. Pacientemente nos detendremos para dejar pasar a grupo de más de 25 ciclistas que ruedan en sentido contrario.
…Y luego dicen que a partir de cierta edad se pierden reflejos. Reflejos y todo aquello que no se mantenga entrenado, pero en esta ocasión no es el caso.
Formidable ruta, de las que la adrenalina intenta escapar por cada uno de los poros del cuerpo y como remate una estupenda comida compartida con todos los amigos y con nuestro amigo Paco, al que agradecemos una vez más sus consejos, recomendaciones y el interés que se ha tomado para ayudarnos a disfrutar del mejor día de bicicleta por sus tierras.
Después tocaba regresar a casa, pero eso ya es otro cantar. Las caras de los novatos en la ruta y la satisfacción de todos HA MERECIDO LA PENA
Felicitar a Nati, que aguantó sin problemas el buen ritmo con su nueva máquina... fue la única en sorprenderse. Todo un ejemplo.
De forma acertada, Toño aconseja que el resto vayan avanzando y nos quedamos el trío eléctrico. Yo sí consigo encontrar el objeto perdido y Toño da muestras de su gran habilidad como mecánico.
Comprobad en el track lo sinuoso del recorrido que nos resta y después pensad en 3 bicicletas eléctricas que se ponen a su límite de 25 kms/hora esquivando con arte de maestros en recortes taurinos cuantos obstáculos se ponen por delante. Pacientemente nos detendremos para dejar pasar a grupo de más de 25 ciclistas que ruedan en sentido contrario.
…Y luego dicen que a partir de cierta edad se pierden reflejos. Reflejos y todo aquello que no se mantenga entrenado, pero en esta ocasión no es el caso.
Formidable ruta, de las que la adrenalina intenta escapar por cada uno de los poros del cuerpo y como remate una estupenda comida compartida con todos los amigos y con nuestro amigo Paco, al que agradecemos una vez más sus consejos, recomendaciones y el interés que se ha tomado para ayudarnos a disfrutar del mejor día de bicicleta por sus tierras.
Después tocaba regresar a casa, pero eso ya es otro cantar. Las caras de los novatos en la ruta y la satisfacción de todos HA MERECIDO LA PENA
Felicitar a Nati, que aguantó sin problemas el buen ritmo con su nueva máquina... fue la única en sorprenderse. Todo un ejemplo.
¡Ah!, por la tarde
regresaron Nati y Toño y encontraron el GPS. ¡¡SIN PALABRAS!!
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