Bastó que a mediados de
semana nuestro amigo Toño sugiriera una ruta para que la “maquinaria” se
pusiera en marcha
Viniendo de quien venía,
uno de los amigos con mejor forma física, era de imaginar que la ruta sería
exigente, tal vez muy exigente pero, al proponerla al grupo, los compañeros se
limitaron a preguntar: ¿Dónde quedamos?
Los amigos que
preguntaron:
Andrés, Ángel, Barri,
Chicho, Chupo, Daniel, Enrique, Ferluy, Fernando, Forlán, Galo, Jesús, Juan
Carlos, Juan Patricio, Luis Ángel, Rafa, Santi, Toño y Alfonso.
Como siempre, nos
alegramos de ver a los más habituales, a los que se dejan ver sólo de vez en
cuando y echamos de menos a los ausentes.
La noche pasada quedó muy
despejada y nos dejó la primera helada inesperada del otoño, lo que hace que unos
aparezcan de corto, ¿verdad Ángel? y otros hayan preferido abrigarse más de lo
habitual. Ferluy defiende la “teoría de la cebolla”: Varias capas y jugar con
ellas.
La lluvia que ha caído en
esta semana ha sido suficiente para que desaparezca el polvo de los caminos y
la vegetación se recupere para disfrute de la vista.
El primer tramo de la
ruta nos lleva hacia las Pesquerías
Reales, conocidas por todos pero siempre agradables de recorrer. El Río
Eresma aún tendrá que recibir mucha agua antes de alcanzar un buen nivel.
Cuando llegamos a la zona
recreativa de la Boca del Asno,
apenas hay algún otro deportista que se ha aventurado a salir. Abandonamos el
trazado habitual y con precaución cruzamos la carretera que baja desde el Puerto
de Navacerrada.
Nos adentramos en los
pinares de Valsaín para disfrutar de unos senderos espectaculares, en sube y
baja pero con muy poco desnivel y en un continuo zigzag que pone a prueba a los
que no quitan el ojo de su GPS.
Reconocimiento en este día
para Chicho, Enrique y Toño, que se esfuerzan por mantenernos en el buen
camino, incluso jugándose la posibilidad de tener una caída.
Sabemos que hoy tendremos
que tomar mucha altura, que nos quedan por delante grandes repechos que atacar
y, sin embargo, seguimos rodando sin superar la cota más baja. Ya llegará el momento.
Santi tiene problemas con
los frenos y nos detenemos para buscar solución. Tiene pastillas, pero se han
debido cristalizar y frena mal y con chirridos. Ya al final de ruta descubriré
que yo mismo me quedé sin pastillas traseras y en el disco han quedado un par
de surcos muy feos.
Recorremos camino
habilidoso, ahora entre robles, siguiendo la Senda de la Acequia, por donde si corre agua en la actualidad, dejando a nuestra derecha las rehabilitadas “trincheras bajas” que ya visitamos
en 2016 en nuestra ruta al Chorro Grande de San Ildefonso.
El recorrido empieza a
tomar desnivel y los caminos pedregosos se superan con mayor o menor facilidad, siguiendo el
cauce del Arroyo de la Cueva del Monje.
Giro a la izquierda que
provoca el extravío de algunos compañeros y nos detenemos para tomar un
tentempié mientras el sol ya se deja notar, aunque aún no invita a desprenderse
de ropa. La siguiente foto en el Cerro de El Puerco.
Volvemos a pedalear y
alcanzamos zona de las “trincheras altas” y aunque sabemos que deberíamos continuar ruta, pues los
minutos se acumulan, no puedes dejar de disfrutar de las impresionantes
vistas que alcanzas a ver en un día tan claro.
A cielo descubierto aún
tomamos algo más de altura por zona muy complicada y dura, pero que superamos
uno tras otro con esfuerzo antes de iniciar descenso por zona de piedras camino
de la Cueva del Monje, donde
evitamos detenernos para ganar tiempo.
|
Cueva del Monje |
Pistas forestales de
tierra con la humedad justa que aprovechamos al máximo para imprimir ritmo
disfrutón, antes de cruzarnos y tomar nueva pista que nos pondrá a todos a
prueba.
Marchamos todos juntos, a
modo de pelotón y a ritmo muy bajo, tanto que debe impresionar a los
excursionistas con los que nos cruzamos. Nadie quiere hacer un esfuerzo de más,
pero en unos cientos de metros ya cada uno marca su propio ritmo, aquel que
puede aguantar sin dificultad.
Tres kilómetros muy duros
que apenas te dan un respiro, con tramos largos con un desnivel mínimo del 17%
que se mantiene durante mucho rato al 19% y se dispara al 20 y 21% en varias ocasiones.
Hay compañeros que
parecen subir con el “aire de cola”,
pero para otros es una lucha continua entre tu fuerza de voluntad, el cerebro
que te anima a parar y bajarte de la bici y unas piernas que parecen arder y
querer estallar.
Me uno a Ferluy, a Juan
Patricio, a un Rafa que retiene su eléctrica para ir dando ánimos y a un Ángel
(de la guarda) que ya lo ha sido para
mí en más de una ocasión. Así llegamos al pie del ascenso a la Silla del Rey, al que algunos
renunciaremos para recuperar fuerzas.
El incombustible Andrés,
que cumple años (y no pocos) esta
semana, se lanza al objetivo junto con los más fuertes y atrevidos. El resto
esperaremos el regreso de todos, sentados al sol para no quedarnos fríos.
Silla tal vez menos
pulida que la Silla de Felipe II en El Escorial, pero Silla del Rey al fin y al
cabo.
Y ya todos juntos, con la
promesa de algunos de dar ya por conocida la silla de marras para próxima ocasión,
volvemos a la pista para nuestro próximo objetivo, el Cerro Aranguez y su refugio. Rafa y Juan Patricio se despiden y
regresan desde aquí, acaban de recibir llamada desde casa (esperamos que no sea
nada de importancia).
Poco más de dos
kilómetros con un desnivel más llevadero que el anterior y con senderos single
para disfrutar… pero que solo recorrerán algunos. Que nos cuenten en sus
comentarios cómo les fue.
La hora se ha echado
encima y se teme que con este último tramo se alargue mucho más el regreso por lo que, aún
en contra de nuestras convicciones, el grupo optará por separarse.
Ocho seguirán adelante y
nueve emprenderemos vuelta intentando ser lo más fieles al track previsto, lo
que nos llevará a bajar por dos trialeras impresionantes. Una de ellas hasta
alcanzar la Fuente del Chochete, que
dicen los mapas consultados o Fuente del
Chotete que refleja rotulo de madera junto a la propia fuente. Que cada
cual tome el que más le guste.
Este punto será clave para
los 2 grupos recién formados. El de ocho, que subió al refugio, sufrirá avería importante
en la bicicleta de Toño y optarán aquí por regresar por pista. El de nueve,
tomaremos desvío medio oculto a la derecha para disfrutar de nuevas trialeras y
senderos que nos pondrá la adrenalina por las nubes.
Sabremos después que los
dos grupos llegaríamos a los coches con muy poca diferencia de tiempo, pero las
cervezas compartidas quedarían pendientes para otra ocasión.
Gracias Toño por propuesta tan impresionante y precioso
RUTÓN. Complicada de seguir por los cruces constantes de
senderos, pero con la dureza y complejidad que nos hace esforzarnos y mejorar
en cada salida y, sobre todo, con el ambiente de amistad que tanto nos llena a
todos.