La Mujer Muerta es un cordal montañoso de la zona central de la
Sierra de Guadarrama y perteneciente a la provincia de
Segovia.
No me extenderé
en dar más detalles, pues podemos encontrarlos con facilidad acudiendo a
cualquier enciclopedia escrita o en internet a través de
Wikipedia.
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La Estación de El Espinar |
Pero recordemos que, con muy
poquito de imaginación, podemos descubrir y ver con claridad al observar el
relieve de estos montes la silueta de una mujer tendida.
En una búsqueda rápida he podido
encontrar hasta 8 leyendas
diferentes atribuidas al origen de la Mujer
Muerta. Seguro que habrá más, a cual
más bella.
Hoy os contaré la que podemos
encontrar en las páginas de la web del
Ayuntamiento de Segovia.
Ya tendremos
ocasiones para conocer alguna más.
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La Mujer Muerta |
“La esposa del jefe de una tribu que vivía en el cerro del Alcázar,
muerto aquél, crió a dos hermosos niños gemelos que, con el tiempo, se
enfrentaron para sumir el liderazgo del pueblo.
La madre, desesperada ante la posible lucha fraticida, ofreció a Dios
su vida a cambio de la supervivencia de sus vástagos.
Cuando éstos iban a pelear, una ventisca seguida de una formidable
nevada (en pleno verano) se lo impidió. Disipado el temporal, los hermanos
comprobaron que una montaña cubría lo que hasta ahora había sido llanura. Dios
había aceptado el sacrificio de la mujer, cubriendo su cuerpo yacente con
nieve.
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Foto: Carlos Cobos |
Esta leyenda cuenta que dos pequeñas nubes se acercan al atardecer a la
montaña: son los dos hijos que besan a su madre”
Nuestra intención de hoy es
alcanzar estos montes, “La Mujer Muerta” y atravesarlos de norte a sur a través
del Puerto de Pasapán (1896 m)
Los que hoy han estado dispuestos
a realizar la ruta, a completar el poema y a crear su propia leyenda han sido:
Andrés, Ángel, Carlos, Ferluy, Fernando,
Javier, Jorge, Juan, Juan Carlos, Paco, Santi y Alfonso.
Espinos a su derecha,
Espinos a su izquierda,
Polvo en la garganta,
Sol plomizo sobre los cuerpos,
Fatiga en las piernas,
En el Valle del Pasapán
Pedalearon los 12 hasta alcanzar
su destino.
En La Estación de El Espinar nos
concentrábamos, unos animados, otros con cierto resquemor, pero todos
dispuestos a seguir al Jefe de Ruta.
Se nota que la precaución es
mucha, pues en los primeros kilómetros se rueda mas agrupados que nunca.
Partimos de una altura de 1164 m y sabemos lo que nos espera.
Algunos mapas dan
para el
Pasapán una altura de 1896 m, pero el GPS de Santi acabará marcando
solamente 1854 al paso por el Collado.
Hacia el
Valle del Pasapán
pedalean los doce.
Nos acercamos al Área Recreativa
de La Panera, que ahora vemos tranquila, sin los visitantes que no tardarán en
acudir.
La mañana pareció comenzar
fresca, invitando a hacer uso de algún chaleco o manguitos, pero pronto
empezará a sobrar ropa.
Estamos dejando a nuestra
izquierda la Casa de Venta Quemada y el polvo del camino empieza a dejarse
notar.
Tememos esta zona por ser muy
habitual que alguno acabemos pinchando al recorrerla.
Cardos de diversas formas
y colores nos rodean e inundan los senderos en estas fechas.
De momento estamos teniendo
suerte.
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Collado del Pasapán |
Seguimos el Cordel de las
Campanillas, con alguna variante propuesta por Ferluy, con un continuo
sube y baja que suele ser superable, pero que irá haciendo mella en las
piernas.
Como si de futbolista al principio
de temporada se tratase, a Fernando se le “sube un gemelo” mientras rueda por
zona habilidosa y provoca que acabe por los suelos. Los consejos no faltarán
para conseguir que vuelva a montar y pedalear.
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Collado del Pasapán |
Zonas duras de ascenso y
complicadas en descenso estiran el grupo.
Hacia el
Valle del Pasapán
pedalean los doce.
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Javier alcanza el Puerto del Pasapán |
Límites de Los Ángeles de San
Rafael, Otero de Herreros y Ortigosa del Monte. Seguimos la Cañada Real Soriana
Occidental, que discurre por encima y casi paralela a la Carretera Nacional 603
y la AP-61.
En anterior ocasión por esta zona
el cielo estaba cubierto de nubes y lo agradecí.
Hoy el día está claro y la
temperatura va subiendo grado a grado.
Mal asunto.
Paco, como yo, lleva repuesto de
pañuelos para el sudor de la cabeza. A Carlos tampoco le va demasiado el calor.
Pero admirados quedamos viendo pedalear a Andrés, que acaba de salir de lesión
y recaída, no se le nota ninguna baja de forma y encima dice no haber roto a
sudar.
Superamos el
Río Milanillos.
Más
arriba se encuentran los
Manantiales de Bezoya.
Juan Carlos “platón” ha pinchado.
Mientras intentan arreglarlo, algunos iremos pasando el torno que da paso a la
Garganta, junto al Rancho del Tabernero.
Los que allí estamos intentamos
iniciar marcha agrupados, pero antes de 200 metros recorridos ya el grupo habrá
dejado de serlo para dar lugar a unos ciclistas que pugnan por marcar su
propio ritmo.
Estamos en el GR-88, pero poco importa el nombre. Lo
único importante es dar pedales e intentar escapar de los rayos de sol que se
empeñan en no pasar desapercibidos.
Algunos dirán que a la sombra
tenían incluso algo de fresco, pero no era mi caso.
Santi y Carlos por delante, que
dejo marchar para no forzar. Cuando quiero detenerme no veo ni a los de delante
ni a los que se que me siguen por detrás. Vuelvo a montar y pedaleo, intentando
esquivar las piedras que me harían aún más dura la marcha.
Hacia el
Valle del Pasapán
pedalean los doce.
Dicen que hay dos fuentes en esta Garganta, pero acabaré viendo
solamente una, la que ahora alcanzo y donde encuentro a Santi, a Carlos y al
amigo Kike del Club Valtueña, con el que “teóricamente” había quedado y que marcha con familiares y
amigos.
Agua fresca que se agradece en la
garganta, pero supongo que ha sido demasiado beberme casi el contenido de dos
botijas. Siento un escalofrío al echarme el agua fresca sobre la cabeza y espalda,
pero me reconforta durante un rato.
Llega Juan, que toma el relevo de
la fuente.
Parece ser que Juan Carlos "platón" ha vuelto a pinchar.
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Puerto de Pasapán |
El amigo Kike prosigue su ruta y
me anima a seguirle para poder charlar.
Carlos se une, pero ni él ni yo
vamos bien, coincidimos en que este calor nos mata las piernas.
Unos metros y
volvemos a tener la sensación de estar al borde del golpe de calor.
Kike deja
que su grupo se aleje y nos va dando ánimo y conversación.
Además, como si de
nuestro compañero Enrique Moratalla se tratara, nos va indicando desniveles, cada curva y
cuanto nos queda.
Ya estamos arriba y Santi nos da
la bienvenida. El resto aún tardará un rato. Se han demorado más en la fuente y
además ha habido alguna avería.
¡Por Dios! Que nadie proponga subir al refugio.
Goteo de compañeros, solitario,
pareja, doble pareja.
Todos arriba y objetivo principal
conseguido.
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Javier en pleno descenso |
Javier llega desencajado.
Ha
sufrido un pajarón que me recuerda el que yo sufrí en
Cotos o el que me dicen
padeció Santi en
La Jarosa.
Bebe y se retira un poco a la sombra para
recuperarse.
Miedo me da el descenso tal y
como estamos algunos mermados de fuerzas.
Dejamos a nuestra izquierda el
Alto del Casetón y ahora llega lo complicado.
Descarnada y peligrosa la pista de descenso, pero
algunos casi se lanzan a tumba abierta.
Otros tomaremos más precauciones para
evitar acabar por los suelos.
Nadie se
va a molestar si hacemos algunos tramos a pie.
El acceso a la
Garganta del Río
Moros está restringido en estas fechas, pero cogemos variante divertida por la derecha que nos pondrá
directamente en las piscinas de
La Panera que a estas horas bulle de domingueros.
Y desde aquí a tomar el merecido
refrigerio y unos estupendos aperitivos con nuestra amiga Rosa en La Cantina de La Estación.
Felicidades a todos, a los 12 y en especial
a los que superaron la prueba sin tener la forma óptima, casi convaleciente de
una caída o de regreso de vacaciones.
Y como no, a Fernando “Ferluy” que tanta
ilusión pone en cada ocasión que nos anima a realizar esta formidable ruta.