Misión: "Ojos Perdidos" por la Garganta del Río Moros
Crónica: Patrick Schoch
Como
dice el “refrán”: “Ojos que no se ven… piernas que se resienten”
Campamento de entrenamiento de
Alfonsoyamigos 06/04/2014 9:30
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Puerta de Campanillas |
Hoy
es un domingo más en el campamento de Alfonsoyamigos pero me suena que no será así
ya que hoy dirige la misión de entrenamiento el Sargento Ferluy ya que nuestro
Comandante ha sido llamado al Cuartel General por algún tema burocrático (vamos,
que “papeles” tendrá para un buen rato).
Al
toque de corneta estamos formando, además de los cabos Galo y Juan, 14 soldados
rasos: Alejandro, Andrés, Ángel, Antonio, Fernando, José “Risitas”, Javier,
Luis Ángel Jr., Luis Ángel, Miguel, Paco, Patrick, Samuel y Santi “el Frutero”,
todos a la orden del Sargento Ferluy.
(Aahh
y mencionar el desertor de última hora, el soldado Forlán que como castigo
tendrá que limpiar las letrinas del Comandante Alfonso…le deseamos buena
suerte, ¡vaya faenon!”)
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Al fondo Montón de Trigo |
Aquí
estamos, como los Catorce del Patíbulo, pero se acerca el Sargento Ferluy con
su impecable uniforme:
“A
ver soldados, ya que no está el comandante Alfonso vamos a demostrarle que no
sois unas bandas de niñitas lloriconas: vamos a adentrarnos dentro de la
Garganta del Río Moros para encontrar sus ojos. ¡Quiero veros escupir eslabones,
cagar piñones y mear liquido de freno!”
-- Todos estos elementos y más los puedes
encontrar en…
“Atentos soldados, nuestros enemigos de hoy son el asfalto y los llaneos, sobre todo los
falsos así que solo quiero veros subir y, si lo ordeno, solo si lo ordeno,
bajar”
Sargento
Ferluy: “Soldado Montero, ¿a qué ha venido a hacer aquí?
Soldado
Montero: “¡A obedecerle mi sargento!”
Sargento
Ferluy: “Montero, es usted un maldito genio, seguro que llegara a general!”…
Soldado
Andrés:” Mi sargento, y si nos encontramos con otro grupo de ciclistas: ¿serán
amigos o enemigos?”
Sargento
Ferluy:”¡Vaya pregunta soldado Andrés; ¡¡si van en grupo es que serán amigos!! ¡Me
parece que seguirá soldado raso toda su vida!”
“¡Venga,
panda de nenazas, calas enganchadas, plato grande y en maaaarchaaa!”
Así
que bajo un bonito sol primaveral, el primer escuadrón del séptimo batallón
mecanizado de Alfonsoyamigos se pone en marcha hacia las coordenadas
establecidas por el Sargento con el plato grande enganchado, las cantimploras
llenas y los petates reglamentarios a la espalda. Abre la marcha el Cabo Galo y
detrás hostigando a los rezagados el Cabo Juan Platón.
Objetivo: Los ojos del
río al fondo del temible desfiladero del Río Moros.
Pronto,
efectivamente se acaba el asfalto y empieza un pegajoso barro que nos
acompañara a lo largo de casi todo el camino. El Sargento Ferluy impone
rápidamente un buen ritmo y nos desviamos a la izquierda rumbo la Fuente de losNavazos. Aquí ni un segundo de respiro, arriba por la cuesta de la derecha que
empieza a subir empinada y comienza a hacer mella en algunos de los reclutas.
Soldado
Patrick:” Mi Sargento, una pregunta ¿esto es falso llano?”
Sargento
Ferluy:”Soldado Patrick, usted me parece que es un listillo y creo que pronto
se va a enterar…Vamos, pa’rriba que está retrasando el grupo! De momento ya
tiene castigo de crónica,… y no empeore
su caso, a ver si va a tener que limpiar también mi bici”
Y así
llegamos toda la tropa a la cima de la cuota 505 donde nos reagrupamos y
tomamos un poco de nuestras raciones de combate. Frente a nosotros, el
desfiladero del Río Moros y a lo lejos, amenazante, el Montón de Trigo, que
esconde en su ladera el objetivo de nuestra misión.
Pasamos
rápidamente como ejercicio bien entrenado la puerta de Campanillas y nos
adentramos en la selva de pinos por la izquierda. Troncos caídos, charcos y
lianas entorpecen nuestros pasos pero a golpe de ruedas de calibre 29” nos
abrimos paso.
Maldición,
una mina tronco-trampa destroza la
patilla del cambio de nuestro compañero Alejandro que se queda tendido en el
suelo. Pronto llegan los refuerzos y el Cabo Juan saca las herramientas
mientras que el resto de grupo establece un perímetro de seguridad alrededor.
El sargento Ferluy quiere ver centinelas aquí, allí y allá…Alejandro no puede
seguir y llamamos al helicóptero para una “Evasan”. ¡Menos mal que va
asegurado…!
La
tensión se palpa en el ambiente pero el sargento da la orden de reanudar la
marcha. Luis Ángel que se había quedado en la retaguardia para cubrir la
evacuación se cae por culpa de otra trampa y se hace daño en un costado
(¡Malditos Troncos! ¡Están por todas partes!) pero es fuerte, se levanta y
recoge su Trek automática doble de calibre 29” (Además usa dátiles de un
calibre prohibido por la convención de Ginebra) .
Una
rápida bajada entre pinos y nos encontramos con el cruce de pistas del Puente
Negro. De las varias opciones posibles, el Sargento Ferluy elige la pista que
sube de frente (¡cómo no!) para enlazar con un corta fuego que sube recto y
tendido. El escuadrón se estira y apretamos todos los dientes siguiendo el
sargento que sube imperturbable: Uno, dos, uno, dos… las pedaladas siguen a las
pedaladas y la respiración se hace cada vez más difícil.
Parece que la cuesta
se acaba pero queda otro tramo duro donde vamos en fila de a uno. Por fin
llegamos al cruce con la pista forestal a nuestra derecha y el Sargento nos da
un pequeño respiro para reagruparnos.
Es
ahora cuando nos damos cuenta que ha habido deserciones: los soldados Fernando,
Javier, José “risitas” y Santi “el Frutero” no acuden al recuento.
Parece que
han huido por la pista suave que va por el fondo del valle y no han querido
subir por el cortafuego.
Algunos defienden que quizás el pequeño comando haya
querido explorar otros caminos y cortar las líneas de abastecimiento del
enemigo pero el Sargento y los cabos Juan y Galo están que muerden y
seguramente habrá represalias y consejo de guerra.
(Después nos enteraremos que
el comando ha hecho 45 kilómetros atravesando las líneas enemigas)
Se
reanuda la marcha y ahora a pista que seguimos sigue subiendo constantemente
pero más suave lo que nos permite disfrutar del paisaje bañado por el sol que
filtra los pinos.
El valle y las montañas que nos rodean están preciosas con
todavía restos de nieve en sus laderas. De hecho en un recodo del camino, podemos disfrutar de unas magníficas
vistas con el Montón de Trigo nevado al fondo.
Los
ríos que nos cruzamos vienen cargados de agua y nos paramos delante de una
cascada para rellenar cantimploras y tomarnos un poco de nuestras raciones de
supervivencia. El sargento Ferluy sube cascada arriba con un pequeño comando
para explorar y documentar el lugar para el departamento de inteligencia.
Demasiado
poco descanso y seguimos con la misión para llegar enseguida a una bifurcación:
la pista que sube por la izquierda es la nuestra y es ya en silencio que emprendemos la marcha
porque nos acercamos a los Ojos del rio Moros y las precauciones son pocas.
Efectivamente el camino se convierte pronto en un auténtico río lleno de
piedras y ramas que hace más difícil aun el ascenso.
Sargento
Ferluy: “¡vamos soldados que solo nos queda unas cuantas zetas de falso llaneo de
estas que tanto os gusta!”.
Falso
llaneo o no pero parece que los Ojos del Río Moros están llorando todas las
lágrimas del mundo y después de unas pocas de las zetas del sargento yo mismo y
algunos más ponemos pie a tierra y seguimos andando empujando nuestros
vehículos hasta llegar a una zona mas llana.
Ahora es la nieve que nos frena y
tenemos que desmontar para portear vehículos y material para cruzar varios
neveros.
Al
final, llega un claro lleno de nieve, un torrente embravecido y unos troncos
caídos que obstruyen el camino.
El sargento consulta su brújula y sus mapas y
después de deliberar con sus suboficiales decide que hasta aquí hemos llegado y
que emprenderemos el camino de vuelta a la base por la otra orilla del Río
Moros para completar nuestro entrenamiento.
Misión
(casi) cumplida. Los ojos se nos resisten pero hemos visto sus lágrimas caer
por la ladera y es la prueba que existen. Nos hacemos unas fotos entre risas y
bromas contentos de haber cumplido con nuestro deber aunque ha sido duro y las
piernas están tocadas.
Ahora
toca volver a bajar por la pista-río y el ritmo se vuelve frenético, giramos a
la izquierda para rodear el Embalse del Vado de las Cabras y seguimos a buen
ritmo hasta el cruce con la pista que baja del Collado de Marichiva. (Recordamos que el Comandante Alfonso nos ha hablado de nueva misión por esta zona).
Empiezo a sentir
tirones en las piernas pero en el escuadrón de Ferluy hay compañerismo y el
soldado Montero me ayuda y me empuja durante un buen rato para que pueda
recuperarme.
La
vuelta hasta la puerta de Campanillas se hace en un abrir y cerrar de ojos y el
resto es coser y cantar. Un último esfuerzo y ya pisamos el asfalto que nos
lleva al campamento y a los barracones donde podremos descansar y tomar un
merecido rancho. Por la tarde nos tocara limpiar pertrechos y engrasar nuestros
vehículos, listos para la próxima misión:
¡Día D-6…cada vez más cerca!
Campamento de entrenamiento de
Alfonsoyamigos 06/04/2014 14:30 : Fin de la transmisión.