Difícil,
muy difícil pensar en la crónica de hoy cuando acaba de finalizar el
“partidazo”; Atlético de Madrid – Real Madrid.
Un empate que nos sabe a poco a los unos y
seguramente a los otros, aunque habrá otros foros y otros momentos para
comentar largo y tendido el partido.
Pero...
rebobinemos hasta el sábado tarde-noche, cuando se dan los últimos repasos a la
quedada de hoy.
Que
si va a nevar, que si va a llover, que no me da tiempo a llegar después al
Vicente Calderón.
En Madrid se disfruta de 13º y de un día claro
cuando inicio viaje con el coche, pero según me alejo por la Carretera de La
Coruña, el cielo va tomando un aspecto bastante diferente. El sol ha
desaparecido, las nubes son más grises, baja la temperatura y la lluvia hace
aparición.
De camino para el punto de encuentro, todavía hay cruce de mensajes pidiendo confirmación de que la Ruta MTB no ha sido suspendida.
Antes
de la hora prevista llego al aparcamiento de La Herrería en El Escorial y me
encuentro allí más coches de lo que suele ser habitual y numerosos ciclistas
que pululan por el lugar a pie o en
bicicleta.
Solamente
veo alguna cara conocida como la de Ángel, que siempre llega el primero. El resto puede ser de uno o más grupos que quieren
iniciar ruta en el mismo punto.
Salimos
de los coches y nos saludamos. Hay que ponerse el chubasquero. La lluvia es
ahora intensa.
Veo
que un par de coches se ponen en marcha y abandonan el aparcamiento sin haber
descargado las bicicletas.
La
duda de si debemos seguir adelante vuela sobre nuestras cabezas. Alguno espera
en el coche a que los demás decidan por él.
El
grupo o grupos que han llegado antes que nosotros ya se ponen en marcha y les oímos
comentar que no ha llegado un compañero. ¡Hay que regalarle un reloj!
La
lluvia no para, pero parece relajarse como para que nos confiemos y nos da una
pequeña tregua. Además, se está convirtiendo en habitual que Andrés nos dé el
último empujoncito cuando nos cuesta elegir.
¡Decidido!
¡Jinetes a sus monturas! ¡Vamos a partir!
Nos
echamos un vistazo unos a otros, para poder tener el recuerdo de lo limpitos
que hemos iniciado la marcha. Los chubasqueros puestos, fundas de casco activadas y Toño improvisa la suya con bolsa de algún comercio, que provoca las risas de todos, pero que ya no se quitará en todo el recorrido.
Y
partimos los que allí estamos: Andrés, Ángel, Fernando, Ferluy, Javi “Galo”,
Jorge, Juan, Lourdes, Luis Ángel, Luis Ángel Jr., Patrick, Toño y este ciclista
que sigue sin vender su máquina, aunque la tiene barata, barata.
¡Esperad,
esperad! – nos grita uno que acaba de llegar. ¿Podéis darme un par de minutos?
Pero
nadie le conoce. Pertenece al grupo que ha partido hace unos minutos, aquel al
que van a regalar un reloj para próxima ocasión.
Y
como nuestra hospitalidad está más reconocida que la del pueblo Tuareg, algún
compañero le sugiere que nos acompañe y Jordi, que así se llama, nos acompaña.
Partir
desde este punto y llegar a Zarzalejo ya es un clásico, pero hoy lo
desclasicamos, (palabro que no creo que exista) pues sugiero una variante que no resulta del agrado de Ferluy.
¿Y
por qué, hombre? Pues porque tengo intención de enseñarles la Silla de Felipe
II y eso supone un tramo de carretera empinado. Hoy habrá más carretera.
La
foto es obligada en el alto, pero la famosa Silla no se deja ver porque la
hemos tapado entre todos.
Las
obras del Monasterio de El Escorial dicen que las podía seguir Felipe II desde esa
silla, incomoda por cierto (algún paje cargaría con el cojín del Rey y la
mantita), pero solamente en los días claros y hoy no lo es. Apenas se distingue
el Monasterio en la foto tras Lourdes.
Bueno,
ya hemos cubierto hoy el cupo cultural.
Hacia
Zarzalejo Estación por zona fuera de lo habitual, descanso merecido en mirador con
vistas hacia Robledo de Chavela (lástima de día gris) y desde aquí hacia
Zarzalejo. El grupo se estira para permitir que cada uno coja su ritmo. Me suena el móvil, pero no es el momento de parar.
Llegamos
al punto donde hay que tomar desvío, pero me llegan llamadas perdidas y algún
mensaje. Los compañeros que realizan esta ruta por primera vez, se
han equivocado al atravesar el pueblo y se han perdido. Parece imposible.
Juan, Jorge, Ferluy descienden en busca de las almas perdidas y después de un rato ya
veo subir a todos juntos.
Camino
forestal con mucha agua. Estamos en la Pista del Vivero. Coges buen
ritmo a ratos haciendo eslalon con los charcos y de vez en cuando te encuentras con repechos rompepiernas.
Alcanzamos
la Umbría de Matarrubias y desde aquí tendremos descenso largo, muy largo,
ahora por zona habilidosa, ahora trialera, ahora rápida pero con bancales de
arena. Hay que extremar la precaución en algunos puntos.
Paró
de llover, ni siquiera cae chirimiri, pero vamos rebozados de salpicaduras de barro.
Nota
personal para esta semana: Inventar guardabarros que funcione, (me forro).
Tocamos
Robledo de Chavela y seguro que hubiera merecido una visita pausada, pero
saludamos y nos vamos puerto arriba. Casi 3 kms que ponen las piernas a prueba.
Veo
marchar a Ferluy, Luis Ángel y a Patrick, al que le gustan las pistas más que
las zonas habilidosas. Me asocio con Ángel y Toño durante más de 2 kms, pero
Ángel decide marchar para alcanzar al grupo de cabeza. Mantengo la cadencia de
pedalada, pero noto que Toño se descuelga.
Es
el momento, cambio de ritmo y poco a poco voy alcanzando a los escapados hasta
sobrepasarles uno a uno. Siento que me quedan fuerzas para meter un piñón más y
lo aprovecho.
Luis
Ángel se pega a mi rueda y aguanta pero me da un poco de coba y me deja escapar
en los últimos 100 metros. Estoy en el alto y me apetece cantar la canción de la película Rocky después del esfuerzo realizado. No me cohíbo y canto con los brazos en alto.
Todos
en el alto del puerto nos felicitamos, ha sido duro. Una foto y descenso para coger Camino de Zarzalejo,
vía pecuaria que nos lleva ya de regreso.
Aquí
podríamos haber rodado con soltura, como en otras ocasiones, pero continuamente hay que ir esquivando
agujeros llenos de agua y muchos son más profundos de lo que aparentan.
Agua,
tierra, barro. Las cadenas crujen y algunos cambios se resisten a funcionar.
Será
en Zarzalejo donde Toño, Ángel y alguno más le darán a la fuente pública un uso
poco habitual. Las bicicletas son sumergidas en su totalidad.
Si
hubiera acabado aquí la ruta, seguramente todos hubiéramos dado el mismo
merecido baño a nuestras máquinas, pero seguimos adelante y todavía quedan
tramos duros habilidosos que superarán sin problemas aquellos que hayan reservado algo de sus
fuerzas.
Alcanzamos
altura y estamos nuevamente por encima de la Silla de Felipe II, pero ahora no habrá
carretera. El descenso lo haremos por dura trialera que hubiera sido muy del
gusto de mi “Chache Juan” (un abrazo amigo mío).
Algún
tramo que pondrá a todos a prueba y... cada cual se baja de su burra como
quiere ¿verdad Ferluy? Afortunadamente sin daño en un par de ocasiones, que sale de cabeza y por "patas".
Tendré un pequeño percance con mi cámara (vamos, que se me escurre de las manos y va a dar fuerte golpe contra el suelo) y ya no podré sacar más fotos por hoy.
Ver
que todos hemos cumplido con la ruta y sin incidentes graves nos alegra.
Abrazos
cruzados, felicitaciones y cambio obligado de ropa (algunos). Varios marchan
con prisa, pero otros todavía contaremos anécdotas de la ruta tomando unas
cervezas y refrescos.