¿Lleváis todos lotería para
Navidad? Puede que sí.
Cuando salimos a montar con la
bicicleta, todos iniciamos ya la marcha llevando participaciones para un sorteo
diferente y acumulamos papeletas a lo
largo del recorrido, dependiendo de la
climatología, de la puesta a punto o calidad de tu bicicleta, de tu estado de ánimo o forma física, pero
también dependiendo del terreno por el que te muevas y las condiciones en que
este se encuentre.
Muchas variables que te hacen
acumular una y mil papeletas en una sola salida, sea el recorrido largo o corto
y puede que acabes volviendo a casa sin que resultes ser el agraciado.
Lo de “agraciado” ya entenderéis
a estas alturas que es en sentido figurado, pues realmente estamos hablando de
un sorteo en el que el afortunado es realmente el desafortunado.
Como ocurre con cualquier lotería, puede que lleves muchas papeletas y nada te toque o que con una sola
te lleves el premio.
No soy consciente de cuantas
papeletas acumulaba yo hoy, pero he sido el “desafortunado” agraciado con una
caída digna de foto de portada.
Dicen los compañeros, que me han
visto volar y aterrizar como un saco de patatas, que se han asustado más que yo,
pero os garantizo que yo me he asustado mucho mucho. Dolorido en el suelo, muy
dolorido por el fuerte impacto, era incapaz en un primer momento de conocer el “alcance
de la avería” en mi cuerpo. La bicicleta preocupaba menos ahora.
Han tenido que pasar unos minutos
antes de que el dolor en hombro, codo y cadera golpeados me permitieran incluso
hablar. Solamente hacía señas a mis compañeros de que me dejaran unos instantes
en el suelo, sin moverme, lo que creo que acrecentaba su preocupación.
Dolorido si, pero sin nada roto.
Hemos proseguido marcha, por mi parte con más precaución de lo habitual. A cada
minuto parecía descender la temperatura, pero ya estábamos de regreso.
Por la mañana habíamos quedado a
las 10 junto a la fábrica de maderas y
sin demasiado frío partíamos los allí reunidos: Antonio, Daniel, Javier, José (al que nos alegra ver después de mucho tiempo), Juan y yo mismo, que voy adquiriendo las primeras papeletas para el sorteo.
Recorrido tranquilo por El Estepar, siempre pisando nieve que cruje helada bajo nuestras ruedas.
Nos dirigimos hacia La Estación y desde aquí hacia Las Asperillas, por recorrido especialmente resbaladizo. Sigo acumulando papeletas.
Los tramos en los que dejamos a la derecha la Fuente y la Virgen de los Navazos son también complicados con nieve y en la encrucijada de caminos giramos a la derecha hacia Cabeza Reina, que es el objetivo de nuestro paseo de hoy.
A tramos rodaremos sin nieve, pero lo más frecuente será avanzar sobre nieve y en muchos casos helada. El ascenso a la cima es más duro de lo habitual. Las vistas que podemos contemplar nos dejan impresionados. Los montes cercanos y San Rafael bajo aparente fina capa de nieve.
Juan aprovecha para hacernos fotos mientras ascendemos e inmediatamente monta en su bicicleta y se nos adelanta unas decenas de metros como si no hiciera esfuerzo.
Mires donde mires merece la pena de ser observado, aunque José sufre más de lo acostumbrado y mira la rueda delantera, el frío le afecta especialmente.
Nueva maravilla en el alto de Cabeza Reina y las fotos son obligadas. Ya cuesta encontrar una perspectiva diferente de las conocidas, pero todas merecen la pena.
Algún alimento energético y agradable charla con el aderezo de unas risas sanas y espontáneas ¿o no? (En esta ocasión les tengo que pedir que sonrían para la foto, pero debe ser por el frío).
Y ya nos vamos todos para abajo, sin que falten los avisos de advertencia y de precaución, pero que tal vez resultan ser insuficientes.
Todo parece marchar bien en el descenso y te animas a dar pedales.
La nieve está helada bajo nuestras ruedas pero se logra solventar bien.
Cubiertas muy gastadas para este terreno, exceso de confianza y de velocidad, una mala maniobra, trampa de hielo que no se deja ver y acabo de comprar las papeletas que me faltaban.
No me preguntéis cómo ha sido, porque cuando me he querido dar cuenta la bicicleta derrapa bajo mis piernas, se gira y me lanza en vuelo sin motor.
Todavía en el aire me da tiempo a pensar en cómo salvar mi cabeza de un fuerte golpe, pero el resto del cuerpo acabará cayendo descontrolado y golpeando con el trozo de pista más duro de todo el recorrido de hoy.
Y ya estamos donde comencé mi relato, preguntándome ¿qué hago yo aquí?
A partir de ahora más precaución... "a buenas horas mangas verdes" (un día os contaré de dónde viene este dicho) y nos vamos sin detenernos a saludar a nuestros amigos de Cafetería Jara, donde siempre nos atienden con generosidad.
José se despide sin detenerse, dice que se le han quedado los pies helados y necesita meterlos en agua caliente cuanto antes.
Me apuntan que es por el golpe pero yo me he quedado muy destemplado, el botellín habitual será sustituido por un par de sabrosos calditos, que serán acompañados por estupendos aperitivos que se dejan comer con facilidad.
Javier cumplió años el domingo pasado y hoy somos los afortunados de su invitación. ¡Que cumplas muchos más!
Al final nos hemos despedido compartiendo un abrazo.
Mañana espera otro gran día y mientras tanto, espero que os gusten las fotos.
Cuando acabo esta crónica no me encuentro demasiado mal. Gracias por vuestra preocupación.
El lunes compraré lotería, pero esta vez será para el sorteo de Navidad.