Curiosidad por conocer qué
destrozos provocaron las lluvias pasadas o tal vez sea que una convocatoria por
la Garganta del Río Moros siempre
tiene un atractivo especial.
Seguramente haya otras
razones, pero nada preguntamos a los que acuden a la cita. Simplemente nos
alegramos de vernos y cruzamos abrazos.
Las bajas de hoy ya fueron
anunciadas, pero nos sorprenderá la llegada de algunos amigos. Unos que
regresan y otros que se unen por primera vez. Creo que no olvido a ninguno:
Andrés, Ángel, Daniel JR.,
Enrique, Ernesto, Eva, Ferluy, Germán, Joss, Juan, Miguel Ángel, Patrick,
Pawel, Ramón “Grillo”, Samuel, Toño y Alfonso. Santi se nos unirá casi al final
de ruta.
Bienvenido Daniel JR., que
aparece sin el amparo de “Forlán” y acaba con matrícula. Joss y Samuel que
regresan después de cierto tiempo y Germán que solicita el puesto de novato del
año.
Hubo quien propuso aplazar
la salida a las 9,30, tal vez hubiera acudido algún amigo más, pero se mantuvo
la hora habitual sabiendo que en ocasiones surgen imprevistos antes de partir…
y hoy los tuvimos. Arreglos en una cadena mal ajustada, un pinchazo que ocultó
su presencia hasta el momento de arrancar…
Ferluy hizo durante la
semana una escapada para sondear la ruta que íbamos a proponer. Ruta que, en
los primeros tramos, se ha convertido finalmente en una “visita turística inversa” repleta de reencuentros. Me explico.
Una visita turística
muestra lo más atractivo, lo mejor y más interesante de cada localidad, pero en
esta ocasión nos quedaremos tan solo con “lo más interesante” y no precisamente
por atractivo.
Interesante por curioso,
por extraño, por sorprendente… Visitando para verlos algunos de los numerosos
destrozos originados por la cantidad de litros de agua que cayeron en la zona a
primeros de semana.
Nos alejamos de los coches
hacia el Camino de los Pastores y las cercanías del antiguo Preventorio y cruzando
con precaución la carretera nos adentramos en El Estepar donde no resulta
extraño encontrar grandes lagunas de agua.
Más adelante y después de descender
por zona muy rota llegamos a la Colada de la Soledad. ¿Hablaba de zona muy
rota? Entonces ¿esto qué es?
El recorrido que fue
arreglado y señalizado hace no mucho para permitir divertidos paseos familiares
a pie o en bici al margen del Río Gudillos… ha desaparecido. La grava,
aparentemente firme, ha sido levantada y arrastrada como si fuera arena de
playa.
No podemos seguir montados
en nuestras máquinas, hay que poner pie en tierra y andar empujando aún a costa
de sufrir alguna mala torcedura de tobillo, pues la vista se va a derecha e
izquierda, asombrada, siendo conscientes de la altura que alcanzó el agua.
Dicen que el ser humano
tiene una enorme capacidad para sorprenderse y nos ponen a prueba cuando
alcanzamos el paso a nivel en la Estación de El Espinar e iniciamos ascenso por
la Calle Esperillas.
La furia del agua no sabe
de trazados marcados por el hombre, se limita a coger el camino más fácil…
cuesta abajo buscando cualquier resquicio y en su empuje arrastra con todo lo que se le pone por delante. El
asfalto o la grava que antes estuvieran han desaparecido. En su lugar encontramos
una profunda zanja que en tramos no fue a más porque dio con roca sólida.
Duro ascenso y con mucha
precaución entre lanchas de piedra que han quedado más al descubierto que antes,
para situarnos junto a la Fuente de los Navazos y monumento en la encrucijada
de caminos.
Entre regueros de agua,
zanjas, muchos charcos y lagunas de agua retenida rodamos hacia las Casas de
Campanillas.
Al encontrar una explanada
en la que el sol es generoso aprovechamos para realizar parada y tomarnos
alguna barrita. En ese instante nos alcanza grupo conocido de El Espinar y
podremos saludar con cariño a Alejando, Ramón, Mario y algunos otros. Fotito y
a continuar la marcha.
Sin traspasar la Puerta de
Campanillas, nos encontramos a José Villena y a José “kona”. Nuevos saludos y
sonrisas.
Nos dejamos caer por la
izquierda hacia el Área Recreativa de la Panera y más de lo mismo. Precaución
porque las ruedas pueden acabar en alguna zanja y tú por los suelos.
Al final de la cuesta
nuevas caras conocidas. Paco Pérez y su esposa Carmen. Muchos saludos cariñosos
y me parece descubrir cierta emoción en nuestro amigo, al que animamos para que
regrese con nosotros.
Cogemos la pista de la
Garganta, viendo y oyendo al Río Moros como pocas veces, pero nada comparable a
como rugía días atrás.
Por delante de nosotros
pedalean dos adultos y una niña, una familia que aprovecha el sol y el domingo.
Resultan ser Ángel Cogolludo and family.
Damos ánimo a los tres en su pedaleo pero la única que intenta seguir nuestro ritmo es
la niña que no se detiene hasta recibir aviso de su padre. Será buena deportista... ya lo es. Nuevos saludos
cariñosos y les dejamos atrás.
El Refugio de los Guijos a nuestra izquierda y aprovecho para enseñar
la fuente del mismo nombre a los que desconocían su existencia. Muy estropeada
y sucia en la actualidad, pero aún conserva su presencia majestuosa en un
rincón muy agradable.
Nuestro amigo Joss se
despide y da la vuelta. Para ser su escapada de reentré ya ha tenido suficiente.
Superamos el Refugio del Raso que dejamos a la
derecha y poco más adelante cogemos variante que nos sitúa al pie del Embalse del Tejo o Embalse de las Tabladillas. El rebosadero provoca ruidosa cascada
que nadie quiere perderse de ver y fotografiar.
Y como si fuéramos magos: “Visto
por abajo, visto por arriba” subimos a la pantalla del Embalse para disfrutar
de las hermosas vistas. Aquí nos encontramos a Santi, que ha salido tarde de guardia y marchado a nuestro encuentro.
Salto de la Trucha |
Inédito para muchos rodear
el embalse y dirigirnos por senderillo para intentar ver el Salto de la Trucha, pero con las
bicicletas nos limitaremos a verlo de lejos. Queda enseñado el acceso para
quien vuelva en otra ocasión.
Ya que estamos aquí, se impone llegar a “Final de trayecto”: Embalse de El Espinar o Embalse del Vado de las Cabras, que encontramos medio congelado en su superficie, a pesar de que la temperatura ha subido bastante.
Objetivo conseguido, ya solamente queda regresar pero pensar en descender todos unidos es pura quimera. Si fueron complicados algunos tramos por la nieve helada que encontramos en la pista, ahora se convierten en muy peligrosos porque se baja a bastante más velocidad. No vuelvo la cabeza, pero oigo risas a mis espaldas… alguno ha acabado por los suelos.
A Ferluy y a Germán les
perdemos de vista, a pesar de que otro grupo bajamos muy, pero que muy rápido y
solamente aflojamos al encontrarnos con algunos grupos de excursionistas.
La zona del Puente Negro
está muy rota y sucia, ha acumulado deshechos de las dos laderas. Me cuentan
que Patrick, prácticamente parado, hará una cabriola y se irá al suelo sin
consecuencias aparentes.
De regreso a Campanillas
dejando atrás la Fuente de los Aserraderos nuevamente nos encontramos el
camino muy roto, con piedras muy vivas y cruzado con abundante agua de los
arroyos cercanos.
Y ya llegando al núcleo
urbano de San Rafael el grupo agota las fuerzas que le quedan por la pista de
Gudillos hasta el Restaurante Las Farolas.
Habiendo disfrutado y todos sanos
y salvos… esto se merece celebración.
La alegría se enturbia
horas más tarde, cuando nos enteramos de que Samuel ha sufrido accidente de
regreso a casa. En el ascenso al Alto del León, un coche que descendía ha
invadido el carril contrario (lo que no resulta ya extraño para muchos) y le ha
embestido.
Daños materiales graves en
el vehículo y un buen susto, pero alivio al conocerse que las pruebas médicas realizadas le dan “apto
para ir a trabajar el lunes”. ¡Uff! Un fuerte abrazo de parte de todos
Samuel.
El vídeo de Patrick (ver en PC)
El vídeo de Patrick (ver en PC)