miércoles, 1 de marzo de 2017

La Venta del Hambre

Jesús Vázquez Ortega

Camino de Segovia remontado El Portachuelo, existió en tiempos pretéritos una posada en la que hacer parada y fonda después de bregar toda la jornada contra esas sendas de Dios.




Su propietario, de nombre Aniceto, era persona austera de tez morena, tomado de canas y pródigo en arrugas, estigmas del mucho desgaste acumulado a lo largo de los años.

El negocio nunca marchó mal pues no faltaron viajeros que se detenían a yantar y beber, o descansar el cuerpo rendido sobre un añoso jergón.




Entre la clientela como en botica, había para elegir desde chalanes merecedores de toda desconfianza hasta frailes pedigüeños que se llevaban más de lo que consumían, pasando por una amplia lista de parroquianos tan típicos como ajados mercheros, vagabundos con mano larga y pícaros mercachifles que hubieran vendido a su familia si pagaban lo suficiente.




Pero también se dejaban caer ingenuos lechuguinos, personas de copete y por supuesto servidores del orden que velaban porque la ley se cumpliera, cometido harto espinoso debido a la acuciante necesidad que preponderaba en una sociedad precaria, colmada de ciudadanos resabiados por la penuria.

La Venta del Hambre cuyo nombre no deja lugar a dudas, fue un minúsculo universo en el que no faltaron las afrentas, los tirones de navaja cabritera o el insulto procaz, alternándose con actos generosos, gestos humildes e incluso ceremonias fervorosas.




Gozaba de gran fama en lo culinario, según cuentan su delicioso pan de leña y sus sabrosos chorizos eran viandas muy apreciadas por los comensales, que degustaban si había posibles.

En los crudos inviernos refugio de amparo a caminantes yertos de frío, por contra en los estíos se disfrutaba del céfiro que refrescaba suavemente el rostro.




Un elenco indefinido de personajes variopintos desfiló por aquella hospedería cuyos muros fueron testigos de capítulos irrepetibles, que tras su desaparición como el bueno de Aniceto, guardaron para siempre ocultos en los resquicios de la historia testimonios de ricos y pobres, de almas errantes que un día cruzaron sus vidas en aquel apartado andurrial hoy sepultado bajo el asfalto.





Otras series de Jesús Vázquez:

Guerra en las Cumbres

Alas sobre el Guadarrama






5 comentarios:

  1. Gracias Jesús por la interesante y esmerada reseña que nos regalas sobre aquel lugar que existió en la provincia segoviana, que al igual que otros en su tiempo, acogían a trashumantes del tipo que fueran, retratados quedan y muy bien en tu relato los personajes que visitaban El Portachuelo, utilizando esa rica prosa cervantina y galdosiana cargada de poderosa ironía y expresividad, que aunque en desuso, gusta recordar e incorporar, apreciando más si cabe, esta, nuestra lengua castellana.

    Relato curioso dedicado en definitiva a aquellas posadas o ventas en las que se hacía un alto en el camino, para aliviar la atonía que producía transitar por los caminos de antes.

    Un saludo.

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  2. Sin palabras, Jesús. Rica prosa y excelsa narración que a nadie nos deja indiferente. Bien conjugados los hechos y exquisito el lenguaje que acompaña al relato.Mi más sincera enhorabuena tanto a ti como a Alfonso por incluir esta reseña en su maravilloso blog.

    Saludos.

    María Jesús Maricalva

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  3. Alguno sabe, si la foto de la puerta se corresponde con el portón de la Venta del Hambre

    Muchas gracias

    Julio Miguel Angulo

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    Respuestas
    1. No Julio. no corresponde. Es una simulación. En la actualidad no queda nada en pie. Un saludo.

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