miércoles, 22 de febrero de 2017

Mujeres en la Sierra Segoviana - Parte II


Relato de: Aránzazu González

Concluía el mes de septiembre, el veraneo llegaba a su fin y las últimas familias de forasteros se disponían a recoger sus bártulos para regresar a sus lugares de origen durante el invierno.



María y Teresa se despedían emocionadas con el otoño en ciernes, confiando que se verían al año siguiente, contando los días hasta que llegara el próximo mes de junio.



Diciembre de 1960 y Teresa tiene que afrontar una apendicitis aguda que obliga al médico del pueblo con la ayuda de un vecino que trabajaba en Transportes Figueredo a trasladarla de urgencia a Madrid, ciudad en la que permanecería hasta su total recuperación acompañada de su madre.



Ambas, madre e hija se alojarían temporalmente en la casa que unos familiares tenían en la calle Barquillo, muy próxima a la Gran Vía madrileña.



María mientras tanto comenzaba sus estudios de veterinaria. Teresa, alumna destacada durante su paso por las escuelas de San Rafael, interesada por la geografía y la literatura, una inquietud que la acompañó siempre, soñaba con conocer otros lugares en cuanto le fuese posible, y en ese sentido encaminaría su vida. Pasaron los meses y Teresa y su madre decidieron prolongar su estancia en Madrid un tiempo más, consumiendo así todo el invierno en la capital.



Teresa se dispuso a averiguar dónde quedaba el domicilio que aparecía en el remite de las cartas de María, aprendiendo a cómo moverse en aquel tranvía hasta llegar a la que era la casa. Las dos amigas se reencontraron así antes de lo previsto y juntas fueron al Café Comercial donde María le propuso a Teresa que estudiara mecanografía y taquigrafía para buscar trabajo como secretaria.





Teresa y su madre regresaron a su casa de San Rafael a la primavera siguiente, aunque ya habían decidido que a partir de entonces sería de forma temporal, la vida de madre e hija experimentaba una metamorfosis parecida a la que comenzaba para el propio país.

Con el paso del tiempo a María se le hacía más insoportable la ausencia del aire y paisaje serranos durante sus obligadas y prolongadas estancias en Madrid, esto unido a los desencuentros con su padre, motivados por la resistencia de María al rol que tácitamente habían planeado para ella, harían que fuese cada vez más conflictivo continuar la vida familiar en la ciudad. 



Una ciudad en la que crecía inevitablemente el asfalto y donde el ritmo de la vida urbana se imponía al estancamiento de años anteriores, con la transformación a la que asistía España iniciada la década de los 60, en su particular transición de la autarquía a la estabilización económica comenzando así un periodo de fuerte crecimiento económico, con cambios a nivel internacional que incidirían forzosamente en el país, tras la llegada de Eisenhower a la presidencia de los EEUU.



En los meses sucesivos Teresa encontró un trabajo como secretaria en uno de los departamentos de una empresa farmacéutica alemana. En aquella atmósfera laboral conocería gente muy diversa, aprendiendo a hablar inglés y alemán, aprovechando la oportunidad que había buscado toda su vida: viajar y conocer otros lugares. Empezaría para ella un itinerario vital apasionante que le permitiría convertirse en una mujer independiente, y sin embargo, nunca dejaría de extrañar la tierra que la vio nacer.



Los viajes de Teresa se sucederían por toda Europa, y sobre todo a Alemania, país que también recorrería junto a María muchos años después. Aquellos primeros años 60, serían una de las mejores etapas de sus vidas en las que empezaba a cobrar forma el destino de cada una de estas dos amigas.

Las inversiones extranjeras llegaron atraídas por los costes laborales reducidos. El desarrollo y la emigración masiva, acabó con el paro casi por completo. Se desencadenó un éxodo rural hacia las zonas industriales españolas y de otros países de Europa.



En el verano de 1961 María contaba ya con 19 años y su impaciencia por regresar a San Rafael era incluso más que desde niña. Su pasión por los animales y el campo hacían crecer su prisa por reencontrarse de nuevo con el entorno espinariego.



Teresa y María continuaron sus excursiones en bici por San Rafael y sus alrededores, explorando la más libre de todas las sensaciones, de los años que quedarían grabados a fuego en la impronta de su memoria, con los colores y olores de un paisaje del que habían decidido formar parte. 





En aquel estío María conoce a Juan, un apuesto chico empleado en la finca de ganado propiedad de su familia, con el que compartiría su pasión por el campo y los animales. María y Juan se enamoraron nada más conocerse saltándose todo convencionalismo y la disconformidad frontal de los padres de ella, pero eso sí, con el apoyo incondicional de su amiga Teresa.



El amor de Juan y María superó cualquier expectativa, vivieron y envejecieron juntos con esa máxima en la que crecieron, enamorándose de las diferencias que se regalaron mutuamente (recordando así a J.Bucay: “enamorarse es amar las coincidencias y amar es enamorarse de las diferencias”).




Pasaron dos veranos y dos inviernos y Teresa no dejaba de viajar a Alemania hasta valorar una oferta de trabajo que la obligaría a residir 10 años de su vida en Múnich y otros 5 en Berlín.



María y Juan se casaron en la iglesia de San Rafael Arcángel en julio de 1964 y un año más tarde vendría al mundo Antonio, su primer hijo, al que le seguirían otros dos hermanos más, Jesús y Luis.



Teresa volvía a San Rafael cada año, y aunque sus estancias eran más reducidas que antes las dos amigas aprovechaban al máximo ese tiempo recorriendo y recordando juntas aquellos parajes donde desde niñas forjaron esa amistad que las mantendría unidas de por vida, que ni siquiera la muerte podría ya quebrantar.



Aránzazu González




¿Ya leíste la primera parte? 

Capítulo I -  Mujeres en la Sierra Segoviana años 50

Capítulo III -  Mujeres en la Sierra Segoviana años 50 - Desenlace




Deja un mensaje en este blog.






14 comentarios:

  1. Buenos días a tod@s. Quiero felicitar, primero, a la autora del relato, Aranzazu G. Herranz y, después, cómo no, a Alfonso Fernandez por permitirnos colaborar con nuestras historias en su magnífico blog que se está ganando, cada día, más adeptos por la gran variedad de historias, rutas, bosquejos de nuestra tierra, nuestra sierra...
    Nos congratula, sobremanera, el poder disfrutar todas las semanas del contenido tan variado que nos ofrece este blog y en el cual me gustaría ser más activa opinando, comentando. Buscaremos huecos, pues, para hacerlo con más regularidad porque merece la pena que todos aportemos nuestro granito de arena en él y quienes escriben en el mismo, plasman sus rutas, dejan su impronta... merecen esa reciprocidad, "feedback", reconocimiento...

    Y tras esta parrafada tan larga, ahora quiero decir a Aranzazu, sobre su historia, que "chapeau" por esta segunda parte del relato que tanto se ha hecho de rogar. María y Teresa se han metido en nuestros corazones, tanto que, durante mucho tiempo, dejarán honda huella en quienes seguimos con tanto fervor esta historia de amistad entre dos amigas de estatus sociales tan diferentes pero tan iguales en forma de pensar, amar, sentir... Tal y como destacas tú en esta parte, querida amiga, y tirando de esa frase de Bucay: "Enamorarse es amar las coincidencias y amar es enamorarse de las diferencias", que en esta vida no hay, cuando la predisposición y las ganas prevalecen por encima de convencionalismos u otras cosas que huelgan, son accesorias, cuando dejamos que hable el corazón, los sentimientos, el alma... nada que nos separe de nuestros congéneres. Mira María, es el claro ejemplo de la mujer que lucha por lo que quiere, por el amor de Juan aunque para algunos haya diferencias, barreras que no se pueden transgredir, traspasar...; o el caso de Teresa, la muchacha pueblerina cuyo afán de superación le lleva a no conformarse tan solo con lo que le ofrece su pueblo.
    Moraleja: Seamos abiertos de miras y no tan cerrados de mente.
    Gracias, Aranzazu G. Herranz y Alfonso Fernandez por dejarnos disfrutar de este fabuloso relato, historia... ¿Para cuándo la siguiente parte? Un abrazo y un beso para ambos.

    María Jesús Maricalva

    ResponderEliminar
  2. Buenos días, entrañable historia la descrita por Aranzazu G. Herranz como preciosas son las imágenes que mezclan el presente y el pasado, el entorno rural con el de la capital. Al final un@ siempre desea volver a sus orígenes después del viaje. Historia de superación, de amor y que aplica la amistad por encima de todo, incluso superando la barrera que a veces impone la posición social de ambas amigas. Esperando la tercera parte. Pasar un buen tod@s un feliz miércoles. José María Orgaz.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que nunca deja de sorprendernos gratamente, Jose. Nos maravilla esta historia tan bien escrita como nos está encandilando en el grupo con su Que no mueran las mariposas. A cual mejor de sus cinco primeras entregas. Nos tiene en ascuas hasta que llegue la sexta y aquí con esa tercera entrega que cierra esta historia tan especial, peculiar... entre María y Teresa.

      Eliminar
  3. Gracias Arancha por este precioso relato, por hacer que nos llegue directo al corazón y por dejarnos con las ganas de más. Espero poder leer pronto la tercera parte.

    Esta muy bien ambientado en la época y lugares. En aquel renacer de la economía, epoca de cambios tranquilos para la vida de las mujeres que estudian, trabajan y emigran... Y que a la vez crean sus familias.

    Y esa amistad que persiste a pesar de que las vidas de nuestras protagonistas sigan caminos tan distintos. Siempre vuelven a reencontrarse y a apoyarse...
    Esa es la verdadera amistad! Me encanta!!

    Me voy a dormir hoy pensando en María y Teresa... Me pasa lo mismo que cuando leí la primera parte, me voy a dormir trasladandome a aquella época y a aquellos paisajes quedando a la espera de la tercera parte.

    ResponderEliminar
  4. Bellas fotos como siempre e interesaste relato.
    Un saludo
    Emilio Mendez de Vigo

    ResponderEliminar
  5. María y Teresa, Teresa y María, que bonita lección de lo que es una verdadera amistad. He leído este capítulo muy despacio y me ha maravillado la forma tan extraordinaria de narrarlo. Además de que los hechos acontecen prácticamente coincidiendo con los años de mi juventud en San Rafael. Amigas para lo bueno y lo malo. A pesar de las diferencias por su condición social. Las dos procuran educarse y adquirir los conocimientos necesarios para ser algo en su futuro. Y llegan a adquirir unos saberes buenísimos, incluso en aprender idiomas. Su amistad por encima de otros aspectos. Me ha llegado tu relato a lo más profundo. Gracias y esperamos pronto el siguiente capítulo.
    Angel Efren Sanz Moreno

    ResponderEliminar
  6. Gracias a tod@s por vuestros comentarios tan amables y generosos con el relato de Teresa y María.

    Gracias a ti, Alfonso, por publicarlo y por el trabajo de edición que eso conlleva, que en esta segunda parte te he dado un poco de guerra.

    Os tengo preparada la tercera y última parte para cuando sea con fotos espectaculares de AlfonsoyAmigos.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  7. Muy bonito relato Aranzazu, me gusta que reflejes como desde hace muchos años, tanto la gente de las ciudades como la de los pueblos hemos tenido esa extraña atracción hacia el mundo opuesto del que venimos, y que hoy en día está en auge sobre todo desde las grandes ciudades a los pueblos más pequeños buscando tranquilidad y calidad de vida que en las ciudades ya no tenemos.

    Felicidades por el relato y ya esperamos con ganas la resolución de esta bonita historia.

    Ah y por supuesto maravillosas fotos, muy bien escogidas ayudándonos a imaginar más todavía ese relato.

    Alfonso Duran

    ResponderEliminar
  8. Enhorabuena Aranzazu.
    Da gusto leerte e ir imaginandonos esa infancia de Teresa y María,en nuestras propias infancias,no iguales pero parecida, volviendo a ver a los veraneantes de toda la vida, con los que teníamos contactos.
    Deseando leer la tercera y última entrega. Esperamos pacientes.
    Un beso y gracias

    ResponderEliminar
  9. Enhorabuena Aranzazu.
    Con tus publicaciones he podido proyectar en mi mente imágenes y momentos del entorno donde vivo pero retrocediendo a una época que yo no he conocido, es curioso como lo que escribes en tus relatos coincide con momentos, gentes y situaciones de las cuales he oído en casa con mi familia a lo largo de los años, esto indica que lo que escribes es muy real.
    Las dos publicaciones son muy bonitas, es bueno con la lectura de ellas ver y valorar como se planteaba la vida en otros tiempos.
    Enhorabuena.
    Esperamos más publicaciones.
    Un saludo.
    Mene.

    ResponderEliminar
  10. Enhorabuena Aranzazu.
    Con tus publicaciones he podido proyectar en mi mente imágenes y momentos del entorno donde vivo pero retrocediendo a una época que yo no he conocido, es curioso como lo que escribes en tus relatos coincide con momentos, gentes y situaciones de las cuales he oído en casa con mi familia a lo largo de los años, esto indica que lo que escribes es muy real.
    Las dos publicaciones son muy bonitas, es bueno con la lectura de ellas ver y valorar como se planteaba la vida en otros tiempos.
    Enhorabuena.
    Esperamos más publicaciones.
    Un saludo.
    Mene.

    ResponderEliminar
  11. Arancha, tardé pero no podía faltar a la cita con tu escrito. Quise tener un rato tranquilo para poder disfrutar de las dos partes, y también aprender sobre una realidad humana y social de época que geográficamente me resulta lejana, pero bastante próxima en lo cultural.
    El relato tiene un encanto de detalles que transporta a la época, a las situaciones, y por qué no, a los corazones y las mentes de las dos amigas, y esa lucha contra la corriente por las cosas que uno ama y necesita, ya sea una amistad o la persona elegida como compañero de camino, y que justamente son las luchas en las que no hay que escatimar recursos (y sabés de qué hablo).
    María y Teresa eran dos almas hermanas que decidieron emprender vuelo, como los globos. Y para ello soltaron lastre, con el esfuerzo que significó para ellas dadas las circunstancias en las que les tocó desenvolverse, porque para volar no solamente hay que mirar hacia arriba, hacia los objetivos más altos, sino también es menester jamás perder referencia de la tierra, en este caso, para ellas, la tierra que las vio convertirse en amigas. Sino fíjate lo que le pasó al pobre Tales por vivir mirando las estrellas...
    Con aprecio y gratitud, un saludo desde el otro lado del Atlántico.
    Sergio Zaza

    ResponderEliminar
  12. Enhorabuena Arancha! Tienes muy buena mano y mejor imaginación. Nos haces poner caras a los personajes y nombres a los lugares: esto se llama literatura.
    Es fantástico y estoy segura de que esto es el inicio de algo más grande.
    Felicidades guapa!

    ResponderEliminar
  13. Felicidades Arancha! Historia entrañable, bien documentada y ambientada, llega con sencillez directa al corazón. Esperamos ver el desenlace. Gracias por compartir tu arte!

    ResponderEliminar

Gracias por dejar vuestros mensajes.
Son importantes para nosotros.