miércoles, 8 de febrero de 2017

Eran otros tiempos

Relato: Emilio Méndez de Vigo Jimenez

Quienes conocen la sierra del Guadarrama, entienden lo fácil que resulta enamorarse de ella.


AlfonsoyAmigos - Río Moros


Yo en particular, tengo un apego especial por San Rafael, municipio de El Espinar y alrededores, pues he pasado más veranos allí que años cumplo ya que en el primero solo tenía meses, por lo cual, con un año era mi segundo veraneo, con dos el tercero,...y así hasta el día actual en el que con 66 años he cumplido 67 veranos en mi querido pueblo.


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A este periodo de tiempo compuesto por veraneos de tres meses o cuatro, según se enfriara Septiembre, se suman semanas santas y muchos fines de semana a partir de cierta edad que debió coincidir con el cambio a la semana inglesa, que nos daba libertad las tardes del sábado en lugar de las del jueves.



Tal vez de los diferentes periodos a los que la edad les da un regusto diferenciado sea la adolescencia con el que estoy más encariñado por la sensación de plenitud en unos tiempos que no eran precisamente de abundancia.

Pocos teníamos bici. En mi pandilla solo tres de una docena. Nos encantaba ir a pasar el día a "La Garganta del Río Moros" para bañarnos en las pozas de "El Contador" o la de "La Panera" que eran lo suficientemente grandes para dar unas brazadas gracias a que algunos "mayores", entre ellos mi padre y sus fornidos primos, agrandaban sacando piedras del fondo con las que construían una presa usando cepellones de hierba como unión.

La distancia a recorrer desde San Rafael a las pozas no la sé con exactitud, pero son los kilómetros bastantes para robarnos mucho tiempo si la hacíamos andando. ¿Cómo lo solucionábamos?


AlfonsoyAmigos - Río Moros


Salíamos todos a la vez. Cada uno de los que teníamos bici, llevábamos a otro en la barra hasta La Estación del Espinar, pequeña colonia a medio camino más o menos, desde donde nuestros pasajeros, más bien pasajeras por ser las más ligeras, continuaban andando.



Girábamos grupas y a por otros de los que venían adelantando camino. La última tanda, si bien estaba más cercana, era la más dura, no solo por el cansancio acumulado, aunque cada vuelta de vacío y cuesta abajo nos daba un respiro.

La segunda tanda tampoco era moco de pavo por ser más pesada al haberse "aprovisionado" de patatas de la huerta del minero, que tenía alquilada la cuadra de mi familia, el cual me daría un día una buena regañina por los destrozos que le ocasionábamos dado el bajo aprovechamiento de patatas que hacíamos de cada planta.


No es de extrañar que cuando el último viaje culminaba en la poza, nos tiráramos vestidos al agua después de dejar caer sin miramientos nuestras terribles bicicletas de frenos de varilla y fabricadas en pesado hierro.


El autor en 1967 con ciclomotor Osa 50

Mientras tanto se iban haciendo las patatas debajo de las brasas de una hoguera en la que, por encima, cocinábamos unas truchas pescadas a mano e inconscientes de cometer ningún delito de... Fuego, patatas o pesca.

Eran otros tiempos y la vuelta cuesta abajo.


El Autor: Emilio en 1973




5 comentarios:

  1. Emilio, muy bonito lo que has escrito. Enhorabuena.
    Matía Jesús Maricalva

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    1. El merito es la edicion y fotos de Alfonso.
      Me ha ilusionado mucho.
      Tu,amiga,tienes mas esperiencia con tus bellos relatos.Un abrazo.
      Emilio

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  2. Sentido relato Emilio, gracias por obsequiarnos con él. Qué bonito recordar esos momentos que quedan en nuestra retina para siempre, porque se vivieron de forma sencilla y de verdad. Enhorabuena!

    Has conseguido que viajemos en el tiempo y recordemos también esas excursiones en bici y a pie por ese entorno de La Panera en compañía de amigos y hermanos en tiempos en los que se era feliz con poco.

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  3. Muchas gracias Emilio por tu estupenda narración.
    Angel Efren Sanz Moreno

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  4. Gracias a tod@s y en especial a Alfonso por editarlo e ilustrarlo con tan bonitas fotos.
    Ilusionado.Emilio.

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